La vuelta a casa

Inmediatamente después de la consecución del rescate, los medios de comunicación se hacían eco de la noticia en España. Viajaron hacia Suiza Félix Méndez, presidente de la Federación Española de Montañismo, y Fernando Muñoz, director de los grupos de socorro, para agilizar los trámites burocráticos.

Los féretros de Alberto Rabadá y Ernesto Navarro aún tuvieron que esperar hasta el día 6 de enero de 1964 para recorrer las calles de la ciudad del Pilar, donde fueron recibidos con una multitudinaria muestra de afecto. El delegado nacional de deportes, José Antonio Elola, colocó sobre los féretros la medalla de oro al mérito deportivo de la Federación Española de Montañismo y la de plata al mismo mérito de la Delegación Nacional de Deportes. José Antonio Bescós, José Díaz, entonces presidente de la Federación Aragonesa de Montañismo, Rafael Montaner y todos los miembros del GEMA acompañaron a Escolástica Navarro, Gabriel Navarro, Enrique Navarro, María Teresa Rabadá y el resto de familiares en el último adiós a los escaladores. Muchos zaragozanos, que habían seguido las noticias por la prensa, salieron a la calle y acompañaron a la comitiva hasta el cementerio de Torrero. Su nicho fue sellado con una lápida en la que el Eiger y el Mallo Firé se enfrentaban entre los nombres de los fallecidos y la insignia de Montañeros de Aragón.

Recordatorios de los fallecidos.