2 de agosto de 1963
Después de comer, tomaron un tren desde Interlaken hasta Grindelwald. Durante el trayecto pudieron admirar la pared por primera vez. Alberto, emocionado ante la visión de la inmensa cara norte, confesó a sus compañeros su ilusión de escalar una ruta directa en la Eigerwand. En el tren moderno y limpio, muy alejado de los asientos rudimentarios del Canfranero, los escaladores merendaron directamente de sus fiambreras mientras charlaban animadamente mirando de reojo por la ventanilla a la pared maldita. Alberto, optimista ante la cercanía del objetivo, dijo a su compañero: «Navarrico, como nos salga ésta, el año que viene nos vamos al Fitz Roy de la Patagonia». Y es que Alberto había descubierto la montaña argentina escalada por Lionel Terray en una revista y veía con claridad la posibilidad de una nueva ruta directa. «Las directas serán nuestra especiabilidad», pensó mientras alcanzaban las primeras edificaciones de Grindelwald. Desde allí, tras un ligero trayecto en ferrocarril de cremallera, alcanzaron el complejo turístico de Kleine Scheidegg, donde reconocieron el espectáculo de los hoteles y los pastos alpinos bajo la presencia de la cara norte del Eiger, que tantas veces habían visto en las fotografías. Se alejaron del ajetreo de los hoteles y, cruzando los pastos, instalaron una tienda canadiense de cuatro plazas en una explanada donde las vacas pacían con tranquilidad. Luis, visiblemente emocionado, tomando su jersey rojo con el brazo derecho, no pudo evitar dar unos pases de toreo frente al ganado suizo.
Antes de terminar la jornada, los tres montañeros aún tuvieron tiempo de pasear por las instalaciones de Kleine Scheidegg y mezclarse con los turistas y alpinistas que por allí deambulaban. Recorrieron intimidados, con las manos en los bolsillos, las galerías de fotos del hotel Bellevue, donde se rinde homenaje a los alpinistas de la Eigerwand: Henrich Harrer, Fritz Kasparek, Anderl Heckmair y Ludwin Vörg, los vencedores de la cara norte en 1938, posaban en retratos elegantemente vestidos. Alguien apuntó que parecían estrellas de cine, no alpinistas, y los tres rieron. Al día siguiente podrían comenzar la escalada.
Estación de Kleine Scheidegg.
Edificios en Grindelwald.
Campamento de los aragoneses con la pared norte de la Jungfrau al fondo.
Luis Alcalde demostrando sus dotes taurinas sobre los prados de Alpiglen.
Protagonistas de la primera ascensión del Eiger.