11 de agosto de 1963
A la una de la madrugada del domingo 11 de agosto el despertador sonó en la carpa de los aragoneses y en pocos minutos Alberto y Ernesto recogieron el material todavía húmedo y se encaminaron de nuevo hacia la base de la pared con la motivación más exaltada que nunca.
Escalaron los primeros largos con asombrosa rapidez y a las 12 del mediodía habían adelantado a la cordada japonesa que intentaba de nuevo la ascensión. Las primeras dificultades reales llegaron con la Fisura Difícil, donde la roca caliza se hace más compacta y vertical, formando un muro rasgado por una fisura solitaria. De la cumbre y de los neveros superiores caían piedras y trozos de hielo arrancados de la pared por las altas temperaturas. Luis Alcalde observaba a sus compañeros con unos prismáticos desde la terraza del hotel Bellevue. Le rodeaban nutridos grupos de turistas altos y fornidos, rubios, rodeados de niños que señalaban la pared con la mano extendida.
Después de una dura jornada la cordada japonesa instaló su vivac en el Nido de Golondrinas, mientras que Alberto y Ernesto continuaron escalando por las rocas finamente cubiertas de hielo entre el Primer y el Segundo Nevero. Se encontraban en el lugar conocido como la Manguera de Hielo. El cielo iluminado por los últimos rayos de sol había pasado de un azul limpio y transparente a cubrirse de gruesos nubarrones. Ante la posibilidad de una tormenta, los aragoneses prepararon su vivac antes de comenzar la travesía del Segundo Nevero.
Ernesto Navarro con la cordada de japoneses que les acompañaron durante los primeros metros de su último intento a la cara Norte del Eiger en agosto de 1963.