Datos y escalada del Mallo Francisco Franco

(antes «Puro del Pisón»)

Coronado por vez primera por la cordada Manuel Bescós, Alberto Rabadá y Ángel López, del Frente de Juventudes de Zaragoza, el día 14 de julio de 1953.

Por Ángel López Cintero

Ángel López Cintero y Manuel Bescós fumando durante la primera ascensión al Puro, en 1953.

Situación, constitución e historia

En el extremo oeste de la sierra de Loarre se alzan como vanguardias del Pirineo los imponentes monolitos conocidos por los Mallos de Riglos. Estos monolitos se hallan alineados en dirección este-oeste, al pie de enormes paredones, hasta llegar al Mallo Pisón, donde la gigantesca muralla tuerce al norte bordeando el curso del río Gállego. Allí, adherido al Mallo Pisón hasta una altura de 120 metros, se eleva ya aislada esta esbelta aguja, sueño de malogrados escaladores.

Tiene una altura de unos 170 metros y en su totalidad la roca es de conglomerada caliza. Hasta el collado que lo une al Pisón este conglomerado es de tipo pudinga fragmentosa, salvo los tramos de menor verticalidad que pertenecen al tipo anagenita. El resto del Mallo aislado, unos 50 metros, toma las características de pudinga pugilario. Este conglomerado pudinga se caracteriza por su tono rojizo, bastante seguro de presa y con buenas grietas para clavar, aunque a trozos muy descompuesto. El anagenita toma un color pardo-gris, tiene extraordinaria dureza y muy escasas grietas para la clavazón, y su presa, aunque pequeña, es muy segura.

Fue intentada su escalada por primera vez el día 13 de julio de 1947 por una cordada del Frente de Juventudes de Huesca compuesta por los camaradas: Cored, Marti, Esquiroz y Asín. Llegaron hasta una altura de 30 metros, desde donde cayó el infortunado Mariano Cored, quedando gravemente herido y falleciendo poco después en el pueblo de Riglos adonde había sido trasladado.

Manuel Bescós rapelando. Rafael Montaner le recibe. Primera ascensión del Puro. Riglos.

De izquierda a derecha: Alberto Rabadá, Manuel Bescós y Ángel López Cintero, momentos antes de su ascensión al Puro. Riglos. 14 de julio de 1953.

Este accidente pareció frenar los ímpetus de los escaladores durante un par de años, al cabo de los cuales, tras dos intentos fallidos, al tercero, la cordada de Montañeros de Aragón formada por Carilla, Serón y Millán, cuando ya habían superado unos 45 metros, se desprendió el primero de la cuerda, Víctor Carilla, partiéndose ésta y ocasionando un segundo trágico accidente. Este hecho luctuoso ocurría el 4 de abril de 1950.

Después del segundo accidente, la escalada de este monolito se llegó a tener como imposible, considerando los escaladores que su cima representaba el máximo galardón que se podía alcanzar.

Angel López Cintero durante la primera ascensión al Puro, en julio de 1953.

Tres años después del anterior suceso, en el mes de mayo de 1953, es intentado nuevamente, esta vez por la cordada catalana Ayach, Roig, Panyella y Salas, alcanzando el collado que lo une al Mallo Pisón, donde se vieron precisados a abandonar la escalada.

Un mes más tarde se lleva a cabo el sexto intento, primero del Frente de Juventudes de Zaragoza, realizado por la misma cordada que había de conquistarlo 20 días después y que tras 52 horas de escalada se tuvo que abandonar a causa del agotamiento de la cordada y del mal tiempo reinante, cuando sólo faltaban 15 metros para llegar a la cima, al pie de una gran panza.

La escalada

Se empezó el asalto, a las cinco de la tarde del día 12 de julio de 1953, ascendiendo hasta una cornisa, donde se dejó una mochila con víveres y material. Con un rappel de 30 metros se desciende, para pernoctar en el pueblo. El día 13 se continúa la escalada volviendo a pasar por donde se había ascendido la tarde anterior, esto es: subir por una pared con material calvado el día anterior. Una vez vencido este trozo, se sigue en travesía horizontal hacia la izquierda, por una cornisa bastante amplia, desde la cual se remonta a otra más saliente, venciendo el fuerte extraplomo mediante dos clavijas, una escarpa y una pitonisa. Una vez en esta repisa (donde se había dejado la mochila la tarde anterior), se continúa por una grieta de gran verticalidad y con ligeros extraplomos donde las escarpas se clavan con facilidad; ya superados unos 20 metros, en una tirada de cuerda se llega a una gran cueva donde la cordada se para a descansar y a tomar un pequeño refrigerio.

Durante la primera ascensión al Puro, en julio de 1953.

El techo casi horizontal de esta cueva hace que su vencimiento sea un derroche de acrobacia; se empieza con un paso de hombros para permitir al primero colocarse en posición de ramonage L, continuando horizontalmente sin casi grieta alguna para clavar, alternando las posiciones de ramonage en X con la de L por la cuña que forma el techo de la susodicha cueva. Ya vencida, se prosigue por la chimenea formada entre el Pisón y el Puro, hasta alcanzar el collado, máxima altura alcanzada por la cordada que realizó el 5º intento; por ser ya noche cerrada se preparan los útiles de vivaque, realizando éste en posiciones de circunstancias. Son las 20 horas y se llevan por lo tanto trece de dura escalada.

Primera ascensión del Puro.

A la mañana siguiente después de seleccionar el material a emplear, dejando el no utilizable en el lugar de vivaque, se reanuda a las 8 horas la segunda parte de la escalada. Ésta se inicia por la cara interior del Mallo, en un tramo de pared vertical de unos siete metros, muy descompuesto, quedando debajo de una panza que se bordea hacia la cara que da al pueblo (sur), donde pierde verticalidad y la presa es más segura; desde allí con un par de clavos se alcanza la repisa superior, base de la siguiente panza. La subida es lenta pero segura, ya que se supera a base de estribos.

Esta panza a dominar se presenta muy saliente sobre la cornisa base; es necesario clavar pitonisas rellenando previamente los intersticios entre dos piedras con tacos de madera, además la pared presenta escasísimas presas y éstas son casi nulas debido a su extremada redondez.

El primero se eleva poco a poco sobre los hombros de su compañero mientras clava un pitón aprovechando el menor hueco de la pared; el esfuerzo es extraordinario y agotador, tanto para el delantero como para el que le sostiene.

Cuando pierde el contacto con los hombros del compañero se sigue a base de estribos pitoneando con la misma dificultad hasta que se vence la pared en otra repisa. De aquí sigue en un trozo vertical, que es superado con relativa facilidad y que termina debajo del gran techo final; mayor altura alcanzada en el 6º intento. Las clavijas que habían servido para el primer rappel en una tirada, ahora aseguran a la cordada en su nuevo ataque.

Asegurando el segundo, el cabeza de la cuerda sube sobre la doblada espalda del último y va clavando conforme se desplaza hacia arriba en este enorme desplome hasta quedar aislado de su camarada y, colgado de las diminutas pitonisas, sigue centímetro a centímetro sobre el enorme vacío. Por fin la roca pierde su inclinación negativa siguiendo una pared vertical y continuando por ella a la última cornisa, antecima del monolito.

Alberto Rabadá durante la primera ascensión al Puro.

Una vez convenientemente asegurado, asciende el segundo desclavando, y cuando ya se han reunido, el delantero ataca los tres metros de descompuesta pared que los separa de la cumbre y en breves momentos ya de fácil escalada llega a ella. Minutos después llega el segundo y entre los dos ayudan a subir al último, que despitonando la roca asciende con toda rapidez.

En la cumbre, después de dar gracias al Altísimo, se canta el Cara al Sol, y como es completamente de noche y es imposible el descenso, se prepara el vivaque, que se presenta sumamente problemático debido al pequeño espacio disponible (unos tres metros).

Teniendo ante los ojos por un lado el imponente paredón del Mallo Pisón y por el otro el profundo abismo, transcurren lentas las horas esperando el amanecer para emprender el descenso.

Con las primeras luces del alba es colocada la bandera falangista y se abre el buzón-registro, bautizando al Mallo con el nombre de nuestro Invicto Caudillo.

Abandonando una escarpa y un anillo de cuerda se inicia el descenso con un rappel de 50, metros que nos deja en el collado.

De allí, otro de la misma longitud nos coloca en la gran cueva. Un tercero de 20 metros nos sitúa en una cornisa y haciendo un pequeño paso horizontal a la izquierda llegamos a donde se ha de colocar el último rappel, que con la longitud total de las cuerdas se llega al suelo, donde somos recibidos por nuestros ansiosos compañeros y los vecinos del pueblo que habían seguido la escalada.

Momento en que la cordada de Alberto Rabadá, Manuel Bescós y Ángel López Cintero llega al suelo después de la primera ascensión al Puro. 15 de julio de 1953.

La cordada que había realizado la 5ª tentativa, creyéndolo aún sin escalar, volvió desde Barcelona a intentarlo de nuevo, encontrándose al llegar a Riglos con la sorpresa de que había sido escalado el día anterior y que los que lo habían hecho acababan de recuperar el último rappel. Estos escaladores catalanes hicieron la segunda ascensión en los dos días siguientes, y así se da el caso curioso que un monolito que se había tenido por inaccesible durante muchos años vio hollada su cima dos veces en una misma semana.

Este monolito ha sido confundido con el de Vadiello, confusión muy lógica ya que, antes de ser escalados y bautizados, se conocía a ambos con el nombre de «El Puro», uno de Riglos y otro de Vadiello; además al ser escalados en fechas bastante próximas hizo que aumentase esa confusión.

Los dos monolitos, aunque de roca sensiblemente parecida, de figura son completamente distintos; aparte de estar situados en zonas con más de 50 kilómetros de separación. El Puro de Vadiello, ahora Mallo Delgado Úbeda, fue escalado en la primavera de 1953 por dos cordadas del club Peña Guara de Huesca.

Manuel Bescós San Martín, primero en pisar la cima del Puro, halló la muerte días después, el 26 de julio, en un accidente de rappel al descender del Mallo Pisón.

Ángel López Cintero

Zaragoza, 1953

Entierro de Manuel Bescós en Zaragoza, 27 de julio de 1953.

Material empleado

2 cuerdas de 50 metros y una de 30, las tres de 12 mm de diámetro.

10 bagas o anillos de cuerda; 33 mosquetones.

3 martillos.

10 escarpas de 20 a 40 cm.

8 pitones.

30 clavijas de anilla fija.

25 pitonisas de 2 a 4 cm.

35 pitoches de 4 a 7 cm.

50 tacos de madera.

Además, 2 mochilas con víveres y tres sacos de dormir.

Manuel Bescós y Alberto Rabadá (asegurando).