Primera nacional al Pitón Carré

El Vignemale es la cumbre pirenaica que más se asemeja a las condiciones de la alta montaña alpina. Su cara norte, todavía rodeada de lenguas glaciares, es una imponente muralla de casi mil metros de altura surcada por tres profundos corredores: el Couloir de Gaube, el de la Y y el Arlaud-Soriac. A medio camino del corte en la roca esquistosa del corredor de Gaube, se levanta la cara norte del Pitón Carré. Y si el Vignemale es la montaña más alpina del Pirineo, el Pitón Carré es la máxima expresión de la escalada de compromiso. Su cara norte es sin duda el lugar más lúgubre de los Pirineos. Rabadá y Navarro se habían convertido en unos especialistas en las técnicas de escalda en roca, pero las ascensiones de alta montaña significaban un aumento considerable de los peligros objetivos y la aplicación de técnicas más exigentes que las acostumbradas en las paredes más soleadas y verticales del Prepirineo o los Picos de Europa. El Pitón Carré significaba cuatrocientos metros de roca inestable, húmeda y escondida de los rayos de sol. Pero cuanto mayor era el reto, más atraía a los montañeros y una cordada francesa escaló la primera a su cara norte en 1954.

Años después, en julio de 1958, un nutrido grupo de escaladores de Montañeros de Aragón, entre los que se encontraban Rafael Montaner y Pepe Díaz, viajaron hasta allí. Los días 25 y 26 de julio de 1958 los dos escaladores aragoneses superaron las máximas dificultades establecidas en las montañas más modestas del Prepirineo y repitieron la ruta. La ascensión del Pitón Carré por una cordada española marcó el inicio de la escalada de dificultad en la alta montaña para las cordadas de la vertiente sur del Pirineo y requirió la puesta en práctica de todas las técnicas conocidas en un entorno lúgubre y de alto compromiso.

Durante el segundo día de ascensión, Pepe Díaz progresaba en artificial sobre una gran laja, cuando se encontraron al borde de la tragedia. Habían ascendido cuatrocientos metros de corredor nevado y doscientos metros de roca con dificultades hasta VI grado, por la pared corría agua desde los neveros superiores y tenían toda la ropa empapada. Díaz clavaba un pitón sostenido sobre los estribos cuando la laja se desprendió con un estruendo de polvo y bloques. Díaz, durante la confusión de la caída, fue sintiendo cómo los clavos iban saltando uno a uno mientras los trozos de roca le sobrepasaban a gran velocidad. Le detuvo el último pitón antes de que la cuerda los arrancase a él y a su compañero de la reunión. Montaner frenó la caída, abrasándose las manos con el cáñamo; la laja continuó cayendo y rebotando por la pared hasta estrellarse en mil pedazos sobre el glaciar. Pepe colgaba inerte de la cuerda con el rostro ensangrentado. Montaner descendió el cuerpo vencido de su compañero hasta una repisa y tras un rápel llegó hasta él. Sólo tenía un corte en la frente y una contusión en la pierna derecha, bebió un poco de agua y recuperó el conocimiento. Al estar cerca de la cumbre, decidieron que un escape por arriba sería mejor que emprender el largo descenso por terreno desplomado. Continuaron la escalada con Montaner a la cabeza hasta que a doscientos metros del final les alcanzó la noche. Allí durmieron acurrucados el uno junto al otro, tapados únicamente con las mochilas y con las cuerdas aislándoles del suelo, hasta que escucharon unos gritos que provenían de la cima. Eran sus compañeros de Zaragoza, que, alarmados por la caída del bloque y por la tardanza de la cordada, habían subido a la cumbre por la vía normal. Montaner y Díaz respondieron a los gritos y tranquilizaron al grupo de rescate, que se preparó para vivaquear en la salida de la ruta.

Rafael Montaner esquiando en Panticosa en marzo de 1951.

Díaz y Montaner llegaron por sus propios medios a la cumbre del Pitón Carré al día siguiente y sus compañeros les ayudaron en el largo descenso hasta el refugio de Oulettes, con la pierna de Pepe Díaz casi inutilizada. Habían realizado una difícil escalada a más de tres mil metros. Su ascensión de 1958 marcó un antes y un después en la historia del pirineísmo español.