Saltas de un témpano de hielo a otro para cruzar al otro lado. Cuando divisas la orilla avisas con un grito exaltado a tus amigos. Pero no te oyen. Miras río abajo y ves un horrible espectáculo.
La corriente se agita en un enorme círculo. ¡Es un gigantesco remolino que se traga a todos tus amigos, uno por uno! El témpano en el que te trasladas empieza a dar vueltas en un amplio círculo. Ahora te encuentras en el borde exterior del remolino y empiezas a girar en dirección a su profundo ojo negro.
Necesitas de todas tus fuerzas para seguir aferrado al témpano. Las gélidas aguas entumecen tu cuerpo. La succión del remolino te atrae hacia su centro. Sabes que el témpano está condenado y te sumerges en el agua helada. En un instante tus músculos se hielan, pero logras nadar y ganar la orilla. Oyes que Nigel te llama desde allí y tratas de nadar en su dirección.
Nadas con la mayor rapidez posible pero tus músculos están tan tensos y helados que comprendes que no te mantendrás mucho tiempo a flote. La corriente te lleva hasta el remolino.
Manteniendo su hocico por encima del agua, Nigel parpadea a tu lado. La corriente intenta nuevamente arrastrarte hacia el torbellino.
—Mi querido Landon —dice Nigel—, permíteme que sea un héroe y te salve —el lince se vuelve y prosigue—: Cógete de mi piel con mucho cuidado. ¡No me arranques un solo pelo!
Hundes las manos en su espeso pelaje preparado para resistir bajas temperaturas. Nigel nada con firmeza hacia la orilla, a donde llega en un instante.
—Espero que sepas apreciar lo que he hecho por ti —resuella Nigel—. Porque te advierto que no volvería a meterme en este río ni para salvar a mi madre.
Estremecido y quejándose, Nigel empieza a acicalarse el pelaje.
Te sientas a su lado, taciturno. Estás vivo pero has perdido en el río a tus amigos, tus armas y el Espejo de Almas.
Sólo te queda regresar a Aralia y explicarle tu fracaso.
Has llegado al Fin de esta aventura. Para vivir otra, retorna al principio.