Avanzas lentamente por el pasillo pegado al helado muro de piedra.

Oyes golpes, gritos y traqueteo de cadenas. Una voz ronca gruñe:

—¡Levántate, elfo holgazán, si no quieres ser a cena de esta noche! Sólo sabes llorar pidiendo comida y mantas pero no trabajas para ganártelas.

Oyes más golpes y gritos de dolor, traqueteo de cadenas y los pasos se oyen cada vez más cerca.

Avanzas hasta que ves a un ogro con una gran espada a la cabeza de una fila de harapientos humanos, elfos y halflings. Los sucios y exhaustos prisioneros están unidos por una cadena que va de un cuello a otro.

Te estremeces. Quieres ayudar a esas pobres criaturas, pero si te matan en el intento traicionarás la confianza que tu pueblo ha depositado en ti. Resulta muy difícil tomar una decisión.

El ogro está de espaldas a ti y en ese momento grita a la patética fila de cautivos:

—¡De prisa! ¡Quiero cenar!

Retrocedes y te escondes detrás de un canto rodado hasta que terminan de pasar el ogro y sus prisioneros.

Si decides huir por el otro pasillo, pasa a esta sección.

Si intentas engañar al ogro, pasa a esta sección.

Si prefieres atacarlo, pasa a esta sección.