Ordenas a la Espada del Mago que ilumine el lugar. Una luz clara y dorada ilumina el lúgubre pasillo, cegando al ogro y a la patética hilera de presos. Sorprendido, el ogro se tambalea hacia atrás y con mano torpe desenvaina su espada, una macabra hoja negra de un metro y medio de longitud.
—Elfo, has encontrado la horma de tu zapato. Mi espada también está hecha por un mago. Se llama Mataelfos. No tienes posibilidad de salvación —balbucea el ogro mientras balancea a Mataelfos en un arco amplio y sibilante.
Utilizas tu hoja para arrojar luz y tener más fuerza. Mataelfos tiene el efecto contrario. Despide una luz negra, absorbe cualquier luminosidad y fuerza que se cruza en su camino. Cuando se acerca a ti, sientes que tus fuerzas decaen. Repentinamente tu espada pierde sus poderes y sólo emite una luz trémula y opaca. Retrocedes a medida que avanza el ogro blandiendo la fatal Mataelfos. La luz de la Espada del Mago titubea y se apaga. Estás asustadísimo.
El ogro se cierne sobre ti y tararea cruelmente:
—Mi buen elfo…
Arrebata la Espada del Mago de tus temblorosos dedos y te conduce a la columna de prisioneros encadenados.
Te debates débilmente, pero el ogro te impide cualquier movimiento. Te conviertes en uno de los patéticos presos a los que querías rescatar.
Cuando el ogro devuelve a Mataelfos a su vaina, recuperas bruscamente las fuerzas. Saltas para atacarlo pero eres retenido por la cadena que rodea tu cuello. El ogro ríe y dice:
—Tranquilo. Ahorra fuerzas, aquí las necesitarás para seguir vivo… Muévete… —Mientras canturrea te da una patada y vas a parar a las pequeñas celdas de piedra que ya conoces.
¡Ahora estás preso! ¡Pero no seguirás así mucho tiempo! Cuando el ogro te quitó las armas no encontró el cuchillo oculto en el bolsillo secreto. Lo cogerás y te librarás de las cadenas. Conocerás los secretos de Shanafria y derrotarás al mal que la habita. ¡Lo prometes! Aunque para ello tienes que darte prisa pues el invierno está cerca y cuando éste llegue será demasiado tarde.
Has llegado al Fin de esta aventura. Para vivir otra, retorna al principio.