Agradecimientos
Este libro ha sido fruto de un olvido coral, de una desmemoria inventariada y de veinte puentes tendidos.
Gracias al puente que me tendieron Ángel Antonio Herrera y Rafael J. Álvarez. Sobran los motivos. Sobran las palabras. En este mundo sin bufandas, no sobran ni amigos ni almenas de abrazos como las vuestras.
Gracias a todas y cada una de las personas que me dieron su testimonio y su fe. Pero muy especialmente a Diana Garrigosa y al propio Pasqual Maragall, que me llevaron a conocer el hielo; a Albert Solé, por sus viajes en moto; a Antonio Mercero, por esas cervezas sin reloj; a Paz Puchades, por su voz trémula; a Manuel Lagares, por su academia; a Teresa y a Fernanda Hurtado, por soportar a este intruso que vino a removerlo todo; a Rosa Villacastín, compañera, tú ya sabes; a Paloma Zori, por darme un excelente consejo; a Adolfo Suárez jr., por salir de la concha; a Carla, Flavia y Olivia Garrigues-Walker, por dejarnos entrar y decorar con guirnaldas las sombras; a Luis Chillida, por aquella noche; y por supuesto a Tere y a Gonzalo, que son mi gente y no necesitan apellidos. A los que están aquí escritos y ya no están. A los que aún siguen a este lado pero ni siquiera lo saben.
Gracias al puente de película que me tendió Carlos Boyero, que hizo dos cosas cojonudas: contarme su historia y llevarme a probar la mejor tortilla del mundo.
Gracias a Paco, a Luis Francisco, a Garci, a Javier y a Carmen Rigalt, por presentarme al «novio» de mare Lola.
Gracias a la gente de CEAFA, de la Fundación Alzheimer España y de AFALcontigo. Gracias a Rosa María Troyano, por su amabilidad, por su ejemplo, por las palabras que me dio y perdí.
Gracias a Roberto Rodríguez, mi amigo del Grupo Amma, por todos esos teléfonos que salvaron el foso y por aquellos maravillosos años.
Gracias a María Borràs, por la paciencia.
Gracias a Su, la mujer que hay delante de todo buen hombre. Por acorralármelo.
Gracias por encima de todo a Ana. Otra vez. Siempre. Por atar en corto a nuestros dos leones mientras papá se metía en esta jaula de letras.