Qué es el alzheimer
El alzheimer es una escalera de caracol que sólo va para abajo.
El alzheimer es una caja vacía, la mera carcasa de un disco duro.
El alzheimer es un calcetín desparejo.
El alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa sin cura caracterizada por un progresivo deterioro cognitivo y alimentada de unos olvidos que van a más y de unas piernas que van a menos.
El alzheimer es una hipoteca en la que están entrampados 800 000 españoles a los que el supremo prestamista les da doce años de vida de media.
El alzheimer es un embargo con cien mil nuevos desahuciados cada otoño.
El alzheimer al principio es recordar lo que olvidas. Olvidar lo que recuerdas. Y al final no es ni una cosa ni la otra. Sino el silencio más fiero.
El alzheimer es un baúl desvencijado lleno de estadísticas de cajón de sastre: una sangría de 24 000 millones de euros al año en España; un pabellón con siete millones de pacientes en nuestro país en 2030; más de 113 millones de enfermos en el mundo a mediados del siglo XXI.
El alzheimer es patrio, rojo y gualda, un paisaje conocido, la figurilla folclórica donde se lee «Recuerdo de», ustedes ya me entienden. Solo los suecos tienen más alzheimer que nosotros.
El alzheimer es el cerebro como una ciruela pasa. Cada vez más arrugado. Cada vez más ligero. Con los surcos más profundos. Como un valle que fuera horadando la lluvia primigenia del paso del tiempo.
El alzheimer es un galgo que corre y avanza por las estadísticas del INE con un protagonismo revelador. En 2000 era la octava causa de muerte. Hoy en día ya es la cuarta.
El alzheimer es femenino singular: el 77 por ciento de los pacientes son mujeres. Generalmente la cuidadora es la hija, de entre cuarenta y cinco y cincuenta y cinco años, casada y con descendencia, que emplea unas setenta horas semanales en la tarea de contener esta huida que es el otro yéndose.
El alzheimer es un potaje viscoso que mancha de estrés al 75 por ciento de los familiares que andan al quite y pringa de depresión a la mitad de los «abrazadores» de enfermos.
El alzheimer es una tómbola sórdida donde el 2 por ciento de los boletos tienen que ver con la genética y el 98 por ciento restante con la mala suerte. O no.
El alzheimer es la bolsa de hielos de Maragall. El huevo frito de Mary Carrillo. «La Internacional» desconocida de Solé Tura. La Dulcinea de Chillida. El «quién es Mariam» de Suárez. El Estambul de Zori. La motosierra de Leo. El fuera de juego de Puchades. El silencio de Fuentes Quintana. El París de Borbón Barucci. El chándal azul de Carmen Conde. El Cantando bajo la lluvia tres veces al día de Mercero.
El alzheimer es este libro entero con las páginas en blanco. Con su tapa dura y sus últimas biografías escritas en papel de fumar. Pero en blanco. Una obra borrada que solo descifra la lectura en braille de los otros: usted y yo, que estamos igual de ciegos.