III

LAS LETRAS S, T, U, V

Las primeras conferencias que celebré con nuestros agentes secretos tuvieron poca novedad. Las contaría en detalles, pero ya todo su interés político pasó. Los datos que me dieron los fui enviando a Aviraneta, conforme a sus instrucciones.

La letra S

Era Iturri, el comerciante y fondista de la calle de los Vascos. Me dijo que se iban acentuando por días las diferencias entre Maroto y Arias Teijeiro y sus partidarios respectivos.

—Maroto —añadió— es un hombre muy vengativo, despótico, altanero y rencoroso, tiene gran odio a los demás generales carlistas, y muy poca simpatía por los vascos y por el fuerismo. Cualquier contrariedad le pone frenético. Arias Teijeiro es también hombre de cuidado, muy intrigante y muy tenaz. La mayoría del ejército está por Maroto, excepto los navarros, que prefieren a Guergué y a García. Don Carlos y la Corte están por Arias, y algunos ambiciosos, como Corpas y el padre Cirilo, andan buscando fórmulas de transacción que sirvan para ponerlos a ellos a flote.

Iturri agregó que Aviraneta debía presentarse en Bayona cuanto antes.

La letra T

La letra T, Luci Belz, se presentó en casa de la Falcón a verme, y me contó mil chismes de los carlistas.

Era esta Luci Belz una mujer pequeña, fea, negra, con una cara de enana que tenía algo de la Marí Barbola de Velázquez. Era la curiosidad, la malicia y la mala intención reunidas.

—Se asegura —me dijo— que la princesa de Beira hace buenas migas con el padre Cirilo. A doña Jacinta Pérez de Soñanes, esposa de don Luis de Velasco, hombre de gran cabeza, la llaman la Obispa porque se entiende muy bien con el obispo de León; Maroto sigue indignado con Don Carlos. Maroto visitaba con frecuencia, en Elorrio, a una muchacha, hija de un oficial postergado y enfermo. Maroto ascendió al padre, y dijeron en seguida que lo hacía porque la muchacha era su querida. Don Carlos, considerándose el árbitro de la moral, hizo la estupidez de llamar al padre de la chica y decirle que su ascenso se debía a que su hija era la querida de Maroto, con lo cual el pobre hombre se agravó y murió. Se asegura que la camarista Pilar Arce tiene amores con el infante Don Sebastián, y que, como él es un poco bisojo y de mirada extraviada, le han cantado a ella esta copla el otro día:

Ojos de presidente

tiene mi amante:

uno mira al Poniente

y otro al Levante.

Se dice que la mujer del infante Don Sebastián, la princesa María Amalia, que vive en Salzburgo, está tan gorda, que parece un cerdo, por lo cual algunos consideran muy lógico el que su marido no le sea fiel.

Añadió Luci que había una gran corrupción entre los carlistas de Bayona, a pesar de los rezos y los golpes de pecho; que algunas señoritas iban a casas sospechosas para vivir, porque no tenían medios; que unas cuantas habían ido a ver a una vieja de Ciburu, que les había dado pociones para abortar, y que, por último, se decía que entre Don Carlos y Arias Teijeiro había relaciones parecidas a las de Enrique III de Francia y sus mignones.

Luci Belz sacaba a flote, con su malicia de enana, todo el cieno que encontraba a su alrededor.

La letra U

La letra U era la Falcón, y ella misma escribió su informe:

—Hay muchos rencores —decía— entre unos y otros, y todo el mundo está cansado. El papel de Maroto y el de Arias Teijeiro sube por días, y tiene que venir, tarde o temprano, entre los dos, un rompimiento. Los marotistas dicen que Teijeiro es un vanidoso, ridículo, ignorante y corrompido; los teijeiristas afirman que Maroto es un baratero y un hombre que está preparando la traición. Arias favorece descaradamente a los amigos, y los asciende, y persigue con saña a los enemigos. El padre Cirilo y los demás cortesanos no están ni con Maroto ni con Arias, y Corpas, que ha intentado entablar varias veces negociaciones con los cristinos, sin éxito, y que ve que ni con Marato ni con Teijeiro tiene porvenir, ha mandado a su compinche, Fernando Freire, con una bolsa de dinero y de alhajas a depositarla en un Banco de París. Se afirma que Teijeiro ha puesto en juego todas las intrigas bajas que le son familiares; que ha hecho circular las mayores calumnias contra el infante Don Sebastián, entre ellas la de que es gran maestre de la masonería, acusándole de tener malas costumbres, en un folleto publicado últimamente en Bayona.

Se dice que el malagueño don Diego Miguel García, el instrumento, el alma negra de González Moreno cuando el fusilamiento de Torrijos, ha realizado su fortuna adquirida por depredaciones, y que la ha colocado en Francia. Muchos otros, según se asegura, han hecho lo mismo. La gente desea la paz; se espera con ansia una solución, sea la que sea, pero que acabe la guerra.

La letra V

La letra V era Martínez López, el folletista que había escrito contra María Cristina.

Me citó en el Café de la Nive, del muelle de la Galupèrie, un cafetín oscuro y triste.

Martínez López era un hombre gordo, pesado, sucio, física y moralmente, que había puesto su turbina en las aguas infectas de la política, y que vivía muy ordenadamente y se ocupaba de cuestiones filológicas y agrícolas.

Martínez López era el amigo de la Hidalgo; tenían los dos una casa con jardín y con ciertas comodidades.

Su informe no tenía gran interés:

—Don Vicente González Arnao y su secretario, Pagés —dijo—, se gastan alegremente el dinero de la empresa de Muñagorri. El abate Miñano sigue intrigando y cobrando de carlistas y liberales.

Bayona es una jaula de grillos, y hay una tal cantidad de odios y de mentiras en el ambiente, que nadie puede distinguir ya lo que es cierto de lo que es falso. Todo el mundo está deseando que se acabe la guerra de la manera que sea, y el que dé una solución satisfactoria será recibido con los brazos abiertos. La vida de los emigrados aquí es cada vez más difícil. Hay mucha moneda falsa española, que dicen hacen los carlistas; se juega mucho en las tertulias, y las tiendas ya no fían. El cónsul, Gamboa, que es un hombre inepto, no se ocupa más que de negocios mercantiles, contratos, suministros y equipos para el ejército, y trabaja para las casas de Collado y de Lasala, de San Sebastián, que se están haciendo millonarias.

Estos fueron los primeros informes que recibí y que envié a Aviraneta.