Santa Dian, mártirAño 24

De la persecución

Narrado por Adán Uno

Queridos amigos, queridos compañeros fieles: El Jardín del Edén en el Tejado ya sólo florece en nuestro recuerdo. En este plano terrenal ya sólo hay desolación: un lago o un desierto, en función de la lluvia. ¡Cuánto ha cambiado nuestra situación desde nuestros antiguos días de verdura y ensalada! ¡Qué encogidas y menguadas están nuestras filas! Nos han llevado de un refugio a otro, nos acosan y nos persiguen. Algunos antiguos amigos han renunciado a nuestro credo, otros han presentado falso testimonio contra nosotros. Otros han elegido el extremismo y la violencia, y han sido asesinados en el curso de redadas llevadas a cabo contra ellos. Recordamos en este sentido a nuestra antigua y querida hija, Bernice. Pongamos luz a su alrededor.

Algunos han sido mutilados y arrojados en solares vacíos para sembrar el pánico entre nosotros. Aun hay otros que han desaparecido, secuestrados de sus lugares de refugio para desvanecerse en las prisiones de los poderes exfernales, privados de juicio, imposibilitados incluso de conocer los nombres de sus acusadores. Puede que sus mentes ya hayan sido destruidas mediante drogas y tortura, puede que sus cuerpos se hayan fundido en basuróleo. Leyes injustas nos impiden conocer el paradero de estos compañeros Jardineros. Sólo podemos esperar que mueran en fe inquebrantable.

Hoy es el Día de Santa Dian, consagrado a la empatía entre las especies. En esta jornada invocamos a san Jerónimo de Estridón de los Leones, san Robert Burns de los Ratones y san Christopher Smart de los Gatos; san Farley Mowat de los Lobos y también Ijwan al-Safa y sus Cartas a los Animales. Y por encima de todos, a santa Dian Fossey, que dio su vida mientras defendía a los gorilas de la explotación despiadada. Ella trabajó por un Reino Apacible, en el cual se respetara toda vida; sin embargo, las fuerzas malignas se combinaron para destruirla a ella y a sus educados compañeros primates. Su asesinato fue terrible; e igualmente horribles los rumores maliciosos que se divulgaron sobre ella, tanto durante su vida como después de ésta. Porque los poderes exfernales matan en palabra y en obra.

Santa Dian personifica un ideal que hemos de atesorar: amor y cuidado por todas las demás criaturas. Creía que éstas merecían la misma ternura que mostraríamos a nuestros queridos amigos y parientes, y en ello es para nosotros un modelo reverenciado. Santa Dian está enterrada entre sus amigos gorilas, en la montaña que trataba de proteger.

Como muchos mártires, santa Dian no vivió para ver el cumplimiento de sus labores. Al menos se salvó de saber que la especie por la que dio su vida ya no existe. Como muchas otras, ha sido barrida de la faz del planeta de Dios.

¿Qué tiene nuestra propia especie que nos deja tan vulnerables al impulso de la violencia? ¿Por qué somos tan adictos al derramamiento de sangre? Siempre que nos veamos tentados a enorgullecemos y a sentirnos superiores a los otros animales, deberíamos reflexionar sobre nuestra propia historia brutal.

Aliviaos en la idea de que esta historia pronto será barrida por el Diluvio Seco. No quedará nada del mundo exfernal salvo madera en descomposición y trozos de metal oxidado; y por encima de ellos treparán el kudzu y otras enredaderas; y las aves y los animales anidarán en ellos, como se nos cuenta en las Palabras Humanas de Dios: «Serán dejados juntamente a merced de las aves rapaces de los montes y de las bestias de la tierra; pasarán allí el verano las rapaces y toda bestia terrestre allí invernará.» Porque todas las obras de los hombres serán como palabras escritas en el agua.

Cuando nos agachamos juntos en esta bodega oscura, hablando en voz baja detrás de ventanas oscurecidas —preocupados por si hubiera infiltrados o hubiera cerca dispositivos de escucha o ciberinsectos—, cuando los vengativos funcionarios de Corpsegur podrían estar ahora mismo corriendo hacia nosotros, necesitaremos más que nunca de nuestra resolución. Recemos por que el espíritu de santa Dian nos inspire y nos ayude a mantenernos firmes en el momento del juicio. No temáis, dice ese espíritu, ni aunque ocurra lo peor: porque nos cobijamos bajo las alas de un Espíritu mayor.

Una hora antes del amanecer, hemos de salir de este lugar oculto, solos o en grupos de dos o de tres. Guardad silencio entonces, amigos; sed invisibles; fundíos con vuestras propias sombras. Y con prevaleceremos.

Ahora, no podemos cantar por temor a que nos oigan, pero:

Susurremos.

Hoy alabamos a santa Dian

Hoy alabamos a santa Dian,

su sangre derramó por la vida;

aunque su fe quiso interponer,

mataron a otra especie.

Por las colinas llenas de niebla,

siguió las bandadas de gorilas

y logró que en su amor confiaran

y que tomaran su mano.

Los fuertes y tímidos gigantes

ella agarró con manos valientes;

los protegió con grandes desvelos

para salvarlos del daño.

Amiga y pariente para ellos,

en torno a ella se divertían;

mas llegaron de noche asesinos

y allí mismo la mataron.

¡Eran muchas las manos violentas!

Muy pocos hay como tú, Dian.

Cuando una especie muere en la tierra,

también morimos un poco.

En las colinas llenas la niebla,

que habitaban tímidos gorilas,

sigue vagando tu dulce espíritu,

vigilante para siempre.

Del Libro Oral de Himnos

de los Jardineros de Dios

El año del diluvio
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Sec0000.xhtml
Sec0001.xhtml
Sec1.xhtml
Sec2.xhtml
Sec2-1.xhtml
Sec2-2.xhtml
Sec3.xhtml
Sec4.xhtml
Sec0008.xhtml
Sec0009.xhtml
Sec0010.xhtml
Sec0011.xhtml
Sec0012.xhtml
Sec0013.xhtml
Sec0014.xhtml
Sec0015.xhtml
Sec11.xhtml
Sec0017.xhtml
Sec0018.xhtml
Sec0019.xhtml
Sec0020.xhtml
Sec0021.xhtml
Sec0022.xhtml
Sec0023.xhtml
Sec0024.xhtml
Sec0025.xhtml
Sec0026.xhtml
Sec0027.xhtml
Sec0028.xhtml
Sec0029.xhtml
Sec0030.xhtml
Sec0031.xhtml
Sec0032.xhtml
Sec0033.xhtml
Sec0034.xhtml
Sec0035.xhtml
Sec0036.xhtml
Sec0037.xhtml
Sec0038.xhtml
Sec0039.xhtml
Sec0040.xhtml
Sec0041.xhtml
Sec0042.xhtml
Sec0043.xhtml
Sec0044.xhtml
Sec0045.xhtml
Sec0046.xhtml
Sec0047.xhtml
Sec0048.xhtml
Sec0049.xhtml
Sec0050.xhtml
Sec0051.xhtml
Sec0052.xhtml
Sec0053.xhtml
Sec0054.xhtml
Sec0055.xhtml
Sec0056.xhtml
Sec0057.xhtml
Sec0058.xhtml
Sec0059.xhtml
Sec0060.xhtml
Sec0061.xhtml
Sec0062.xhtml
Sec0063.xhtml
Sec0064.xhtml
Sec0065.xhtml
Sec0066.xhtml
Sec0067.xhtml
Sec0068.xhtml
Sec0069.xhtml
Sec0070.xhtml
Sec0071.xhtml
Sec0072.xhtml
Sec0073.xhtml
Sec0074.xhtml
Sec0075.xhtml
Sec0076.xhtml
Sec0077.xhtml
Sec0078.xhtml
Sec0079.xhtml
Sec0080.xhtml
Sec0081.xhtml
Sec0082.xhtml
Sec0083.xhtml
Sec0084.xhtml
Sec0085.xhtml
Sec0086.xhtml
Sec0087.xhtml
Sec0088.xhtml
Sec0089.xhtml
Sec0090.xhtml
Sec0091.xhtml
Sec0092.xhtml
Sec0093.xhtml
Sec0094.xhtml
Sec0095.xhtml
Sec0096.xhtml
Sec0097.xhtml
Sec0098.xhtml
Sec0099.xhtml
Sec0100.xhtml
Sec0101.xhtml
Sec0102.xhtml
Sec0103.xhtml
Sec0104.xhtml
Sec0105.xhtml
autor.xhtml