NO TE PREOCUPES POR MÍ

CUANDO NO ESTOY CONTIGO SOY MI PROPIO EMPLEADO

y vivo únicamente de una agregaduría;

¡como la araña pende de un hilo viviría!

ya sólo puedo amar pagándolo al contado.

Igual que abre la boca para morir el pez

se dice una palabra removiendo sus heces,

yo he perdido el contacto del vivir muchas veces,

el contacto del aire solamente una vez.

Lo sé. No me lo digas. La carne es la mortaja;

los ojos que te amaron se te han quedado impresos,

y siento al estrecharte que me crujen los huesos

igual que el montacargas rechina mientras baja.

Tal vez tú y yo seamos los bordes de una herida

y siento un desempleo que nos distancia por

que el ritmo del vivir se adelanta al amor

y el ritmo del amor se adelanta a la vida.

Contigo el mundo entero en las pupilas cabe,

la sangre empuja al cuerpo con vuelo alternativo:

esto es un subarriendo que pago mientras vivo

y hay que decir adiós sin que la frase acabe.

Como el agua al pasar bajo el puente se riza

siento un despojamiento de temor y temblor,

la vida se separa del cuerpo en el amor

y tú eres como un soplo que enciende la ceniza.

Un espejo me llama por las noches. Te veo

y el cristal se desnuda igual que una persona,

cuando no estoy contigo tu cuerpo me obsesiona,

cuando estoy a tu lado se me apaga el deseo.

¡Ay, si sólo quedara la identidad! ¡Ay si

nunca fuéramos dos cuando de ti me alejo!

Lo mismo que la imagen se funde en el espejo

sólo soy cristal tuyo cuando estás junto a mí.

Como el tiempo nos gasta, la vida es un tributo,

y este encadenamiento total codo con codo,

porque a pesar de todo, porque a pesar de todo,

hay algo ya en la flor convirtiéndose en fruto.

Algo hay dentro de mí que aún quiere que le abra

mientras siento en las venas mi sangre tropezar,

pero sé que la espuma no se acaba en el mar

y sé que la saliva se convierte en palabra.

Ni entiendo lo que vivo, ni vivo lo que entiendo,

mas no hay comportamiento que cambie nuestra suerte,

pues el toro en la plaza busca su propia muerte

con la última embestida. Lo sé. Lo estoy viviendo.

Cuando la tarde muere tramonta el sol las lomas,

luego queda el estiércol de la piedad y el lento

saber que nadie vuelve la espalda al sufrimiento

si ha elegido vivir. Pero quedan palomas.

Queda en el Guadarrama una estatua de frío,

y un cáncer de rodillas convirtiéndose en nieve,

y esa mirada tuya como un niño que llueve,

y un cielo que abandona la tierra; y hay rocío,

y hay luz en la caída donde estamos naciendo,

y en la desposesión de vivir al desgaire

como vive la lluvia mientras está en el aire,

como la lluvia vive mientras está cayendo.

Queda este sol de junio que dora las espigas

y la escarcha que tocas y se rompe en pedazos:

como un ala sin pájaro me arrebujo en tus brazos.

Lo sé. Lo estoy viviendo, pero no me lo digas.

22 de marzo de 1978