EN LA NOCHE FINAL DE LA AUSENCIA EL POETA PIENSA EN LA AMADA Y LA LLUVIA LOS UNE

NADA TENGO SIN TI, SÓLO UNA LENTA

comunidad de sombra en la mirada,

y esta necesidad desesperada

que crece sin vivir muerta y violenta.

Dura la sombra hasta que viene el día

y el sol entre los hombres se reparte,

¡qué color tendrá el ojo al contemplarte

si así lo enciende ya tu cercanía!

Mis ojos que en el viento están impresos

miran la noche y a crecer empieza

este quieto empujón de la tristeza

que gasta el andamiaje de mis huesos.

El alba es la inocencia de la aurora,

cuando venga la luz vendrá contigo,

la lentitud del cielo es un castigo

y una habilitación que siento ahora.

Si el sol andando a pie viene en mi ayuda,

aún le falta su luz a la mañana,

no puedo verte y la memoria es vana,

no puedo hablarte y la palabra es muda.

La ausencia tiritante y aleada

se acorta convirtiéndose en espera,

si ceniza de ayer es la ceguera,

ceniza de esperar es la mirada.

La noche que es inútil y es un ruego

va maniatando al mundo en su atadura,

y deja en el mirar la quemadura

de ti que me hace verte o me hace ciego.

Para que vuelvas tú sólo es preciso

que el lucero del alba empiece el vuelo

sobre La Golondrina, y en el cielo

haya un lento deshielo circunciso.

Tengo la sangre convertida en plomo

y la esperanza convertida en fe,

vivir para mirar sin saber qué,

mirar para temblar sin saber cómo.

Si el cielo dice que la luz vendrá

el sol está esperando todavía…

¡qué fuerza le da al hombre la alegría!

piso tu sombra que en el suelo está.

Los ojos viven lo que están buscando

y hablo en voz alta para estar contigo;

puedo decir: Vendrás, y si lo digo

mañana es sólo una palabra andando.

¿En la lluvia mis manos reconoces?,

tal vez nos está uniendo en sus extremos,

y en este mismo instante ya tenemos

un solo corazón que habla a dos voces.

No puedo más, no puedo más, la cita

que hace girar al cielo ya no ceja,

y vienes con la luz como se deja

una palabra en el papel escrita.

El tiempo lañador y transitivo

va dejando en el aire tu traslado;

ya nos empieza a unir y ya ha empezado

la extraña gloria de sentirme vivo.

La ausencia es una luz interrumpida;

el cielo palidece y azulea,

y el sol que nos alumbra, nos recrea;

la espera terminó; llega la vida.

22 de agosto de 1977