LO QUE NUNCA SE ESPERA TE DEFIENDE
EN LA ESPALDA DEL VIENTO DONDE NACEN LAS ALAS,
se hace el último nudo
que nos emplaza desde ahora como si fuera una crucifixión,
en la que ardemos juntos
con madera apagada y tenacísima.
Sin embargo, conviene recordar que al llegar el amor se hace el verano,
la vida entera se convierte en playa,
y en todos los hoteles de la tierra no hay más que un solo día
cuyas alas se tocan entre sí, pues lo esencial es siempre mutuo,
y el corazón crece continuamente,
crece comunicándose
como el olor recoge cuanto encuentra a su paso
y siendo lo más leve lleva al mundo en el aire.
Cuando llega el amor todo está abierto,
y las palabras que dijimos hace ya mucho tiempo se vuelven a encender,
en esa hora
en que la vida encuentra el filamento oscuro donde el cuerpo al quemarse nos alumbra.
Las cosas son así,
suceden cualquier día,
pues esa espalda que no vemos,
que no podemos ver,
suele ser la bisagra donde el cuerpo y el tiempo siempre se están solidarizando.
Y ESTO ME HACE PENSAR QUE EL LUTO ES LO MÁS NUESTRO,
lo más perteneciente,
lo que siempre se queda a nuestro lado
para hacernos sentir su desmedulación y su juntura fría,
pues en el luto estriba nuestra imposible totalidad.
Por eso algunas veces cuando nos disgustamos se queda
el luto con nosotros,
esto es lo consabido,
amiga mía,
cuando todo se acaba queda su aprendizaje mutualizándonos aún,
con ese asentamiento que es lo más propio del amor,
y siempre llega a tiempo,
y siempre llega en ese instante en que la vida entera cabe dentro de un no,
y empezamos a vivir nuestro luto como si lo estrenáramos.
Es curioso pensar hasta qué punto lo inesperado nos defiende,
el arranque es la forma del vacío
como el vacío es la forma de la sed,
y el luto es lo más mutuo que existe en los amantes,
lo más asistencial,
y todo estriba en encontrar el agua,
para que pueda producirse esa lentísima transminación que hace poroso el barro.
TODOS LOS SENTIMIENTOS QUE CAUSAN EL AMOR SON POSESIVOS,
menos el luto
donde no hay más querencia que la entrega;
todos los elementos del amor son egoístas,
menos el luto
que nos deja su préstamo de agua,
y hace poroso el cuerpo
desde ese hueco mutuo que es la memoria en blanco del amor.
Y cuando llegue el fin,
amiga mía,
cuando llegue la noche transitable,
podrás quedarte sola y no viuda sintiendo un luto precursor,
un luto ya en deshielo,
y seguirás abierta a todo desde mi cesantía,
con los brazos abiertos,
disponibles,
donándote.
Y ésta será mi herencia:
con ella quiero darte lo más mío;
si no queremos separarnos ésta será nuestra mutualidad en carne viva aún.
10 de agosto de 1978