Capítulo 10

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La vida oculta de Jesús de Nazaret

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En este capítulo

• Errores en el calendario

• El negocio de los lugares santos

• Lo que los evangelios no cuentan

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Al hablar de los misterios que nos esconde la tradición cristiana, no podía dejar de lado la vida y obra de Jesús de Nazaret. La principal fuente que nos ha proporcionado los detalles que hoy conocemos sobre su vida son los cuatro evangelios canónicos, esto es, los aceptados por la Iglesia: los de Marcos, Mateo, Lucas y Juan, que fueron reconocidos como los “oficiales” hacia el año 185 de nuestra era.

RECUERDA.jpgSin embargo, estos evangelios no son los únicos que nos relatan la vida de Jesús. Los llamados evangelios apócrifos, de los que hay más de una veintena, también se hacen eco de las andanzas del hijo de Dios. Los padres de la Iglesia, al considerar que no eran fiables —o que no comulgaban con los planes que tenían para la futura doctrina—, decidieron dejarlos fuera del club de los textos “inspirados por Dios”. Sin embargo, nos ofrecen una visión alternativa a lo que ya conocemos. Algunos de ellos, como el de los Hebreos, nos muestran a un Jesús menos peleado con los judíos; otros, como el de Judas, nos cuentan los sucesos de la Última Cena desde un ángulo bastante distinto.

Ciertos expertos opinan que algunos de estos evangelios apócrifos inspiraron a los oficiales, de manera que son aún más antiguos —y cercanos a la muerte de Jesús— que los canónicos. Lo que sí sabemos es que los evangelios canónicos no fueron escritos hasta mucho después de la muerte de Jesús de Nazaret, por lo que podemos estar casi seguros de que no nos cuentan los hechos tal y como ocurrieron. Así, las imprecisiones sobre la vida del hijo de Dios podrían ser múltiples, y motivadas por muy distintas razones. En el presente capítulo te propongo un repaso personal a la otra vida de Jesús de Nazaret; una visión alternativa de su obra y de los inicios del cristianismo. Una versión que no gustará a los amantes de los dogmas, pero que estoy seguro de que hará volar a aquellos que disponen de una mente abierta.

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Figura 10-1: Jesús de Nazaret, la figura más manipulada de la historia

Problemas de fechas

Son muchos los errores que, a lo largo de la historia, se han acumulado sobre la vida y obra de Jesús de Nazaret. Muchos de ellos parten de la propia redacción de los evangelios canónicos, pero otros se deben a manipulaciones interesadas de los primeros jefes de la Iglesia. Para empezar, la fecha del nacimiento de Jesús, a partir de la cual contamos los años de nuestra era, se basa en cálculos totalmente equivocados. Sólo es el primero de muchos errores.

¿El año cero?

Según cuentan los evangelios, José y María, los padres de Jesús, vivían en Nazaret cuando recibieron la noticia de que Augusto, el emperador romano, había dado orden de que todos sus súbditos debían empadronarse en sus lugares de origen. Como buenos ciudadanos, José y María se montaron en un carro y pusieron rumbo a Belén, su pueblo natal. Corría el año “menos siete” de nuestra era.

Al llegar a Belén, el joven matrimonio no encontró alojamiento, a pesar de que María estaba embarazada. Por lo que vemos, parece que los oriundos de Belén no eran especialmente caritativos. Así, sin lugar donde pasar la noche, no les quedó otra que cobijarse en un establo, en el que María dio a luz a Jesús. Con este feliz e histórico acontecimiento nació también el primer gran error de esta historia. Un error que todavía arrastramos y que ya no tiene solución.

INFORMACION%20TECNICA%20ok_OK.jpgLa cristiandad siempre ha considerado que aquel acontecimiento marca el año cero de nuestra era. Pero la verdad es muy distinta… El cálculo de la fecha lo hizo un monje del siglo VI, Dionisio el Exiguo, que tuvo un pequeño lapsus. En 1582, cuando el papa Gregorio XIII emprendió la necesaria reforma del calendario de Julio César, se fió de los cálculos de este buen monje. De esta forma, el año cero se correspondía con el nacimiento de Jesús. Pero 400 años después, historiadores y astrónomos descubrieron que Jesús había nacido un poco antes.

La clave del error la encontramos si nos fijamos en la vida del rey Herodes el Grande, monarca de la región de Judea en el momento del nacimiento de Jesús. Al estudiar su biografía, los historiadores concluyeron que Herodes había muerto en el año “menos cuatro” de nuestra era. ¿Cómo podía ser que Herodes hubiera muerto, mientras que los evangelios nos dicen que fue coetáneo de Jesús?

La respuesta sólo puede ser una: Jesús no nació en el año cero. Los historiadores afirman con rotundidad que Herodes murió en el mencionado “menos cuatro”, y sabemos por los evangelios que fue el sanguinario rey quien ordenó la matanza de todos los niños varones de Belén, razón por la cual Jesús, José y María tuvieron que salir a toda prisa de su pueblo natal. Esta trágica circunstancia sitúa el nacimiento del Mesías en los años “menos seis” o “menos siete”. En otras palabras, si los cálculos del monje Dionisio hubieran sido rigurosos, hoy tendríamos que sumar seis o siete años a la fecha actual.

El sanguinario Herodes

La teología moderna ha puesto en duda la llamada “matanza de los inocentes” y la ha relegado a la categoría de leyenda. Según los evangelios, el rey Herodes, asustado ante la noticia del nacimiento de un nuevo rey de los judíos, que podría poner en peligro su trono, ordenó matar a todos los niños varones menores de dos años de la zona de Belén. Y yo me pregunto: ¿Por qué dudan de la veracidad de la matanza? ¿Acaso creen que Herodes el Grande no era capaz de perpetrar una atrocidad semejante? Echemos un vistazo al historial del odiado edomita, como lo llamaban los judíos.

En el año 39 a. C. asedió Jerusalén y acuchilló a miles de hebreos. Antígono, el monarca legítimo, fue encadenado y enviado a Antioquía, donde lo decapitó Marco Antonio. A partir del año 37, el gobierno de Herodes se convirtió en una verdadera pesadilla. Ajustició a 45 partidarios de Antígono y a decenas de ancianos del Consejo Supremo. Los recelos alcanzaron incluso a su propia familia.

En Jericó asesinó a su cuñado, Aristóbulo III, que sólo tenía 17 años. Después asesinó a su esposa, Mariamme. Y mató igualmente a su madre y dos de sus hijos. Su crueldad fue tal que, en su propio testamento, llegó a incluir una cláusula secreta en la que ordenaba que, una vez fallecido, se reuniera a miles de dignatarios en el hipódromo y los pasaran a cuchillo. “De esta forma —decía Herodes— el llanto y el duelo por mi muerte serán mucho más notables.” Tras analizar los hechos, vemos que Herodes era capaz de cometer la matanza de los inocentes, y mucho más.

Un cuento de Navidad

En todo el mundo se celebra la Navidad, el día del nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre; da igual que haga frío o calor. Pero cuando se investigan las condiciones meteorológicas de Belén salta a la vista que, entre noviembre y marzo, resultan tan crudas que ningún pastor se arriesga a conducir sus rebaños por las colinas próximas. Las temperaturas pueden descender hasta -5 o -10 °C. El fuerte viento, las lluvias y la nieve son frecuentes en el invierno de Belén.

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Figura 10-2: La matanza de los inocentes, emprendida por Herodes

Falso%20Mito.jpgEn aquellos tiempos, un poco antes del año cero, estos desplazamientos siempre se emprendían en época seca, independientemente de que se hicieran a pie o a lomos de animales. Por precaución y seguridad nunca se hacían en temporada de lluvias. José y María, por lo tanto, tuvieron que llegar a Belén entre mayo y octubre. ¿Qué fue entonces lo que sucedió? ¿Por qué la cristiandad celebra la Navidad el 25 de diciembre?

RECUERDA.jpgMuchos siglos antes del nacimiento de Jesús, los pueblos mesopotámico y egipcio, y también el Imperio romano, tenían la costumbre de celebrar una fiesta llamada Diualia. Arrancaba el 21 de diciembre, y conmemoraba el alargamiento de los días o la “victoria del sol”. A partir de esa fecha, en efecto, el sol vence y los días se alargan progresivamente. Es el solsticio de invierno.

No existen datos concretos al respecto, pero todo parece indicar que fue el emperador Constantino quien cambió la fiesta pagana de la Diualia por la religiosa de la Navidad, sin que tuviera nada que ver la verdadera fecha del nacimiento de Jesús. Simplemente se trató de cambiar una fiesta de origen popular por otra de origen religioso; no en vano se consideraba a Jesús como el verdadero vencedor de las tinieblas y, por lo tanto, el representante de la luz.

La iglesia oriental se negó a admitir tan arbitraria fecha, pero, después de las consabidas presiones, la manipulación fue aceptada. Así, muy pocos saben hoy que este cambio obedeció a una maniobra política destinada a eclipsar una celebración pagana. Constantino, su responsable, fue el primer emperador que instauró la libertad religiosa en Roma, y abrió las puertas a la adopción del cristianismo como doctrina oficial, lo que ocurrió en el año 380.

Una lógica pregunta debería asaltarnos entonces. ¿Cuándo deberíamos celebrar la natividad de Jesús? Hace años recibí una información confidencial en la que se aseguraba que Jesús de Nazaret nació en Belén a las doce del mediodía del 21 de agosto del año “menos siete”. Y yo, en esa fecha, el 21 de agosto, la celebro... aunque reconozco que debo de ser el único.

La otra vida de Jesús de Nazaret

Pocos son los detalles que ofrecen los evangelios sobre la infancia y juventud de Jesús. Por regla general, los textos sagrados se centran en el periodo en que se dedica a predicar entre los hebreos; los tres últimos años de su vida. Más allá de la narración de su nacimiento, los únicos datos que tenemos sobre su infancia y juventud llegan de los evangelios de Mateo y Lucas.

El primero, Mateo, cuenta que, tras recibir la noticia de que Herodes ha ordenado el asesinato de todos los niños menores de dos años en la zona de Belén, José coge a su mujer y a su hijo y se los lleva a Egipto. Por otro lado, Lucas es el único que nos aporta algún dato sobre su adolescencia. En un viaje a Jerusalén, José y María pierden de vista a su hijo, hasta que lo encuentran en el templo predicando entre los sacerdotes. Según las fuentes oficiales, no tenemos más noticias. Aquí no podemos conformarnos con tan poco.

Los años egipcios

Jesús, José y María vivieron en Egipto durante dos años, y poco les faltó para que toda la familia se quedara allí definitivamente. Pero en el año “menos cuatro” decidieron regresar a Belén, donde surgió un nuevo conflicto en el que los evangelistas oficiales no reparan en absoluto.

Falso%20Mito.jpgMaría, siempre pensó que el liderazgo de su hijo, anunciado por el arcángel Gabriel, iba a ser más político que espiritual. Para aquella mujer, Jesús era el Mesías que iba a liberar a los judíos de la opresión romana. En ningún momento pensó que el reino de su hijo no era de este mundo.

Fuertemente influenciada por esta idea, María trató de fijar su residencia en Belén. De esta forma, al estar tan cerca de Jerusalén —unos 7 km—, las posibilidades de Jesús en esa supuesta carrera política serían más sólidas y prometedoras que en la oscura y perdida aldea de Nazaret. Pero José se opuso, y por una buena razón. El sucesor de Herodes el Grande y rey de la zona de Belén, el no menos sanguinario Arquelao, no inspiraba confianza a José, y ese mismo año se instalaron definitivamente en Nazaret. Jesús tenía tres años.

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Figura 10-3: Poco se sabe de los años de Jesús de Nazaret en Egipto

Los hermanos de Jesús

No hay más noticias oficiales sobre los años que Jesús pasó en Nazaret. Nos lo imaginamos yendo a la escuela, aprendiendo el oficio de carpintero… y poco más. Según la Iglesia católica, se trata de los años ocultos de la vida de Jesús. Pero ¿realmente estuvo Jesús escondido, o la falta de noticias se debe a la negligencia y falta de interés de los evangelistas?

EL%20AUTOR%20OPINA%20benitez.jpgSegún mis informaciones, durante los 24 años en los que Jesús vivió en Nazaret, jamás estuvo oculto. Allí vio crecer a sus hermanos. Sí, has oído bien: a sus hermanos. En los cuatro evangelios canónicos se afirma, en un momento u otro, que Jesús tuvo hermanos y que estaban muy cerca de él. La existencia de esos hermanos de sangre atenta directamente contra el dogma católico de la virginidad de María, pero la verdad es que —más allá de la fe— nada se opone a la idea de que José y María tuvieran más hijos. La Iglesia afirma que el uso del término hermano tiene un sentido simbólico, pero, al leer los textos, la sensación que tenemos es otra bien distinta. En concreto, los ocho hermanos de Jesús serían los siguientes:

• Santiago

• Miriam

• José

• Simón

• Marta

• Judas

• Amós

• Ruth

José, su padre, murió cuando Jesús tenía catorce años, por lo que el primogénito se convirtió en el cabeza de una vasta familia. Dadas sus responsabilidades debió de rechazar la invitación para enrolarse en la guerrilla zelota contra los romanos. Suponemos que, en ese momento, su madre empezó a darse cuenta de que su hijo no había venido para encabezar ninguna rebelión política, sino más bien una de tipo espiritual. El mismo Jesús empezó a plantearse quién era realmente y qué había venido a hacer a este mundo. Unas preguntas que empezaría a responderse en el año 25 de nuestra era.

Un plan bien trazado

Jesús sabe que su gran momento se acerca. Que llega la hora de lanzarse a la vida pública y anunciar su mensaje. Atenazado por las dudas, se retira en solitario a la falda del Hermón, la montaña sagrada situada en la actual frontera entre Israel y el Líbano. Allí, en la soledad de los bosques de cedros, Jesús recupera algo que era suyo: la divinidad. En un proceso incompresible para la mente humana, Jesús hace suya la naturaleza divina. Y partir de ese momento se transforma en el hijo de Dios, mitad humano y mitad divino. Por fin, sus dudas desaparecen y ve con claridad cuál es su misión en la Tierra.

Inexplicablemente, ese histórico momento en el monte Hermón ha sido ignorado por la historia y la tradición. Ninguno de los evangelistas acertó a explicar en qué lugar y en qué instante se produjo el reencuentro de Jesús con su naturaleza divina. Como tampoco acertaron a escribir sobre “la cueva de las tentaciones”, una gruta en la que tuvo lugar otro acontecimiento de especial importancia.

Falso%20Mito.jpgOcurrió el 14 de enero del año 26. Jesús caminó hasta el río Jordán, cerca de Pella, y allí fue bautizado por Juan. Y, de inmediato, se retiró al desierto. Durante 40 días y 40 noches, según los evangelistas, ayunó, permaneció en soledad y fue tentado por el diablo. Nada más lejos de la realidad…

Tras ser bautizado por Juan, Jesús se retiró hacia el este, sí, pero no al desierto. El lugar escogido por el Mesías fue un paisaje de suaves colinas, a 4 km escasos de Pella, lleno de huertos y olivos. Pasó esos 40 días en las cercanías de una aldea, Beit-Ids, hoy desaparecida, en compañía de un grupo de humildes beduinos. Y, por lo que sé, tampoco ayunó. Aquellos beduinos le proporcionaron alimento.

Jesús de Nazaret pasó esos 40 días entre la cueva en la que pasaba las noches y los tranquilos olivares en los que reflexionaba. Allí fue donde meditó y planificó las líneas maestras de su inminente vida pública; ése fue el lugar donde decidió lo que debía hacer y lo que debía evitar. Los evangelistas, confundiendo tiempo y escenarios, crearon la fábula de las tentaciones. Un cuento que nunca ocurrió, al menos tal y como lo pintan ellos.

EL%20AUTOR%20OPINA%20benitez.jpgEsa historia de las supuestas tentaciones, narrada por Mateo, Marcos y Lucas, tuvo lugar en realidad en el monte Hermón. Mientras Jesús reflexionaba sobre su vida futura, una vez recuperada su esencia divina, uno de los siervos de Satanás se presentó ante él y lo interrogó acerca de su identidad y sus verdaderos propósitos. Jesús le ofreció el perdón, pero el representante del diablo lo rechazó. Por lo tanto, no hubo ni tentaciones ni desierto… Simplemente el diablo se dedicó a medir las distancias.

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Figura 10-4: Jesús convivió aquí con los beduinos

Juan Bautista, el olvidado

Tras pasarse 40 días en la cueva de Pella, Jesús regresó a Galilea. Mientras tanto, Juan Bautista había seguido predicando en las orillas del Jordán. Quizás éste sea el momento en que debemos recordar que muchos consideran a Juan Bautista el principal precursor del cristianismo. Pariente de Jesús, que lo consideraba el más grande entre los hombres, Juan también había nacido por un milagro —su madre era estéril—, y dedicó su vida a predicar advirtiendo del camino erróneo que estaba tomando el culto a Yahvé. Su sobrenombre le viene del ritual que instauró, el bautismo, que servía para que los fieles expiaran sus pecados. Dicho esto, seguiremos con el relato.

INFORMACION%20TECNICA%20ok_OK.jpgEl 12 de junio del año 26, Juan el Bautista, que ya era muy popular entre los humildes, fue detenido por los soldados de Herodes Antipas. Por lo visto, a Juan, como al resto de los judíos, no le había parecido nada bien que Herodes repudiara a su primera esposa. Juan fue encerrado en las mazmorras de Maqueronte, uno de los palacios de verano del hijo de Herodes el Grande. Allí, en aquel lugar abrasador y desolado, el Bautista permaneció año y medio. Finalmente, el 10 de enero del año 28, Antipas le cortó la cabeza y se la ofreció en una bandeja a Salomé, la hija de Herodías, su segunda mujer.

Hasta aquí la historia conocida. Lo que no sabemos es que, durante ese año y medio en que Juan estuvo en la mazmorra, Jesús recibió las visitas de muchos de los seguidores del Bautista, que le suplicaban que intercediera por él. Entre esos discípulos de Juan figuraba un tal Judas Iscariote, quien más tarde se haría seguidor de Jesús y que pasaría a la historia por ser el traidor que lo entregó a los romanos.

A pesar de las súplicas, Jesús no movió un dedo a favor de Juan el Bautista. Ante la negativa del Mesías, se produjeron choques entre los discípulos de uno y otro. Este conflicto se prolongó, incluso después de la muerte de Jesús. Ésta fue una de las razones que alimentaron el resentimiento de Judas hacia Jesús, y que explica su traición.

EL%20AUTOR%20OPINA%20benitez.jpg¿Y por qué se negó Jesús a ayudar a Juan, a quien tenía en gran estima? Una posible respuesta es que Jesús sabía que, de seguir vivo Juan, el Bautista sería una fuente continua de problemas y enfrentamientos, como finalmente sucedió. En consecuencia, y aunque nos parezca cruel, Jesús dejó que el destino siguiera su curso. Los evangelistas no contaron nada de esto, quizá para no dañar la imagen de Jesús, o quizá la del Bautista.

Los evangelios apócrifos I

Con esta genérica denominación se conoce a una treintena de textos que ofrecen una versión alternativa de la vida de Jesús. Algunos de ellos están dedicados a la vida de María y la infancia de Jesús, misteriosamente omitida por los textos oficiales; otros se centran, en cambio, en la Pasión y Resurrección de Jesús, y están llenos de disquisiciones filosóficas acerca de la propia esencia del cristianismo. Aunque algunos comparten contenido y doctrina con los canónicos, no están reconocidos por la Iglesia católica, que los atribuye a sectas de carácter gnóstico. Conviene recordar que esos grupos cristianos gnósticos, de orientación más mística y dualista —el bien frente al mal y la materia frente al espíritu—, tuvieron cierto peso entre los siglos II y III, y disputaron a la iglesia de Pedro el monopolio de la doctrina. Los más importantes, como el de Tomás, fueron descubiertos en 1945 entre los manuscritos de Nag Hammadi, en Egipto. De esos 30 textos, te resumo a continuación los que han adquirido una mayor relevancia.

El evangelio de Felipe está escrito en copto, y adopta la forma de una colección de dichos y proverbios de Jesús. Se supone que se redactó en algún momento del siglo III, y ha logrado su fama al hacer mención bastante explícita de la relación entre Jesús y María Magdalena. Según el texto, María era la compañera de Jesús, a la que llegaba incluso a besar en la boca. A pesar de lo que pueda parecer, el contenido del texto, lleno de referencias gnósticas, hace pensar que ese “beso” tiene más de conocimiento místico profundo que de amor carnal.

Una doctrina manipulada

Muchos historiadores consideran que la muerte de Juan el Bautista marca el inicio de la vida pública de Jesús; tres años de parábolas, milagros y hechos ejemplares que cambiarían para siempre el devenir del mundo. Según se acercan las fechas decisivas en la génesis del cristianismo, las distintas fuentes que nos hablan de la vida de Jesús de Nazaret empiezan a mostrar puntos de vista más dispares. A diferencia de los sucesos que te he descrito hasta ahora, las mentiras y tergiversaciones sobre la vida pública de Jesús van a ejercer un profundo impacto en la doctrina de la Iglesia y en su posterior influencia en el mundo. Voy a empezar por uno de los puntos más polémicos: ¿Realmente Jesús quiso que se fundara una Iglesia tras su muerte?

Los evangelios apócrifos II

El de Tomás, como el de Felipe, también se redactó en copto y adopta la misma estructura de dichos y proverbios. Existe una fuerte discusión acerca de su fecha de redacción. Algunos teólogos creen que es un típico evangelio gnóstico, redactado en el siglo II; otros, en cambio, consideran que es el primero de los evangelios, anterior incluso a los oficiales. El texto hace especial hincapié en el valor de la sencillez y la humildad, y propone la renuncia a los bienes materiales y una forma de vida austera. Predica el amor al prójimo y la igualdad entre hombre y mujer.

El de Judas, copto del siglo II, rehabilita la figura de discípulo traidor. Hay que entender esta postura desde la tradición gnóstica, que concibe un Dios que es también el responsable de los males del mundo; la postura oficial, por el contrario, sostiene que es el diablo —y con él, el pecado— el culpable de las desgracias de nuestra especie. Judas formaría así parte del plan de Jesús, con quien habría pactado su entrega a las autoridades romanas para poder dar paso a la Pasión. La existencia del traidor sería así parte esencial de la misión de Jesús.

Como decía, hay muchos más. Por ejemplo, el de María Magdalena, que vuelve a incidir en la predilección de Jesús por su discípulo de sexo femenino, o el protoevangelio de Santiago, que subraya la virginidad de la Virgen María ante las acusaciones de paganos y judíos, el de san Juan, el de los egipcios, el de la Verdad, el evangelio de infancia de Tomás, el de los hebreos… Una colección apasionante de obligada lectura para cualquiera que esté interesado en conocer con mayor profundidad la vida y el legado de Jesús de Nazaret.

La Iglesia de los hombres

La versión de los evangelios canónicos no deja dudas. En un bello paraje conocido hoy como Paneas o Cesarea de Filipo, tuvo lugar la fundación de la Iglesia. Según el Evangelio de Mateo: “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella […] A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”.

EL%20AUTOR%20OPINA%20benitez.jpgSegún estas palabras, Jesús fundó la Iglesia, sí. Una idea que nos suena un poco extraña a aquellos que conocemos a fondo la obra de Jesús, su estilo y su pensamiento. Yo creo que fueron sus discípulos y seguidores quienes, después de la Resurrección, manipularon sus palabras. Así justificaron la existencia de una organización que crecía y demandaba orden, jerarquía y unos principios doctrinales.

Las palabras de Jesús en las fuentes del Jordán fueron otras muy distintas. No se dirigió en exclusiva a Pedro, sino a los 12 apóstoles, a quienes dijo: “Yo os declaro que sobre vuestros corazones edificaré la hermandad espiritual del reino de los cielos. Y sobre esta roca espiritual levantaré el templo de las realidades eternas del reino de mi Padre. Ninguna fuerza prevalecerá contra esta fraternidad espiritual”. No hay referencias a ninguna iglesia, organización o estructura. Jesús nos habla de una “hermandad espiritual”, sin llaves ni cerraduras; un concepto que tendría más que ver con una comunión de las almas que con la edificación de una iglesia.

El desarrollo de los acontecimientos tomó otros derroteros. Después de que Jesús resucitara, se eligió a Pedro líder indiscutible de la naciente organización. Y alguien, al redactar los evangelios unos 30 años después de la muerte de Jesús de Nazaret, reafirmó su liderazgo, falseando el pensamiento y las palabras de Jesús. Y así nació la Iglesia, un invento totalmente humano. Fue la primera de muchas manipulaciones, que los padres de la nueva Iglesia no tendrían ningún reparo en cometer. Algunas de ellas, incluso, atentando contra la transparente personalidad del hijo de Dios.

El fraude del templo

Falso%20Mito.jpg¿Quién, en su sano juicio, puede imaginar a Jesús de Nazaret levantando el látigo contra los cambistas del templo de Jerusalén? Eso es lo que nos cuentan los evangelios oficiales, a pesar de que en ningún momento de su vida dio Jesús la menor muestra de ser una persona violenta. Según la historia oficial, Jesús no estaba de acuerdo con que se realizasen negocios terrenales en la casa de Dios, así que cogió un látigo que había por allí y echó a los mercaderes con rotundidad y violencia. Aquel lunes, 3 de abril del año 30, Jesús se hallaba en el templo, sí, pero los hechos fueron muy diferentes.

EL%20AUTOR%20OPINA%20benitez.jpgJesús estaba predicando entre la multitud, pero lo interrumpían constantemente las discusiones y peleas entre cambistas y clientes. Fue entonces cuando Jesús, que estaba harto de que se rompiera el silencio cada dos por tres, se dirigió a los corrales donde se guardaban los animales para los sacrificios. Sin dudarlo demasiado, abrió las puertas de los corrales y dejó que fueran los bueyes, las ovejas y los carneros los que, azuzados por Jesús, derribaran las mesas y provocasen el caos. Un follón, por cierto, que aplaudió buena parte del pueblo judío, que no veía con buenos ojos aquel injurioso comercio en la casa de Dios. Una imagen que no tiene nada que ver con un Jesús violento, tal como reflejan los evangelistas. Jesús nunca utilizó la fuerza.

El fraude del Calvario

Las manipulaciones acerca de la vida de Jesús salpican también los cruciales momentos de su muerte y pasión. Para empezar, la errónea ubicación de la Vía Dolorosa, el camino que supuestamente recurrió Jesús cargando la cruz, y que todos los años recibe la visita de miles de peregrinos venidos de todo el mundo.

Falso%20Mito.jpgJesús, camino del Calvario, no cruzó la ciudad de Jerusalén, tal como hace la Vía Dolorosa. La ejecución de dos guerrilleros zelotas junto a Jesús —los mal llamados ladrones— obligó a los romanos a desviar la comitiva. Por motivos de seguridad evitaron las concurridas callejuelas de Jerusalén —que se podrían haber llenado de simpatizantes de los zelotas, lo que habría causado una revuelta—, por lo que llegaron al Gólgota por el norte y campo a través.

¿Y qué decir del Gólgota, lugar donde supuestamente crucificaron a Jesús, y donde hoy día se alza la basílica del Santo Sepulcro? Cualquier especialista mínimamente informado debería saber que ese lugar no fue el de la crucifixión. La tradición, una vez más, no fue rigurosa con los acontecimientos. El invento arranca en el año 328 y es obra de santa Elena, la madre del emperador Constantino.

INFORMACION%20TECNICA%20ok_OK.jpgSegún la tradición, la mujer encontró tres cruces en el Gólgota y dedujo que se trataba del Calvario. Después, toda una pléyade de sabios y padres de la Iglesia, entre los que se encuentran Sócrates de Constantinopla, san Cirilo de Jerusalén, san Juan Crisóstomo, Ambrosio y Paulino de Nola, bendicen el dudoso hallazgo de Santa Helena. Tres son las razones que me hacen dudar de semejante idea.

• Ni Jesús ni los zelotas cargaron las cruces completas. Sólo los patibulum. Es decir, los maderos transversales donde se fijaban los brazos. Esos maderos se reutilizaban en cada crucifixión, de manera que es imposible que quedaran las tres cruces completas sobre el monte.

• En el año 30, el Gólgota se hallaba extramuros de la Ciudad Santa, lo que invalida la creencia tradicional. Si observamos un mapa de aquel tiempo es fácil comprobar que la ubicación del actual calvario es artificial.

• Por último, cuando los arqueólogos judíos descubrieron los túneles de los Asmoneos encontraron también el pavimento del Jerusalén que pisó Jesús y parte de los muros del segundo templo. Un enlosado situado entre 18 y 20 m por debajo del nivel actual de la tierra. Santa Helena olvidó que Jerusalén fue destruida y vuelta a levantar.

Por lo tanto, la actual basílica se encuentra a 1 km del lugar real de la muerte de Jesús de Nazaret, y unos 20 m por encima de lo que fue el suelo original del año 30. Todo un despropósito.

EL%20AUTOR%20OPINA%20benitez.jpgPero, a la hora de la verdad, parece que estos datos poco importan a los actuales propietarios los Santos Lugares, porque tienen en su explotación una verdadera mina de oro. Como ejemplo, apuntaré que la familia Musseiba, propietaria del Santo Sepulcro, y las confesiones religiosas que lo custodian —griegos ortodoxos, cristianos, armenios, coptos y sirios— reciben cada mes alrededor de un millón de euros en concepto de limosnas y donaciones. Mejor me ahorro los comentarios.

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Figura 10-5: El Santo Sepulcro, una mina de oro para sus custodios

La verdad de la resurrección

A esta interminable sucesión de errores y manipulaciones hay que sumar, por último, el lamentable silencio de los evangelistas con respecto al Jesús resucitado. Los evangelios canónicos apenas relatan cuatro apariciones del Mesías después de su muerte, y obvian los datos que apuntan a que realmente hubo muchas más; en total se cuentan hasta 19. ¿Y a qué debe el silencio de los evangelistas? Bien sencillo… Las palabras del resucitado no encajaban ni resultaban cómodas en la filosofía de la primitiva y naciente Iglesia. Veamos dos ejemplos.

INFORMACION%20TECNICA%20ok_OK.jpgEl domingo 9 de abril del año 30, Jesús aparece en casa de José de Arimatea —el responsable de su entierro— y se presenta ante un grupo de 24 mujeres, entre las que se encuentra María Magdalena. Jesús les dice: “Vosotras estáis llamadas a proclamar la liberación de la humanidad por el evangelio de la unión con Dios”. ¿Mujeres proclamando la buena nueva? ¿Mujeres al mismo nivel de los hombres? Demasiado para una sociedad machista en la que la mujer quedaba relegada a un segundo plano. Los apóstoles, todos varones, no podían aceptarlo.

INFORMACION%20TECNICA%20ok_OK.jpgAcabemos con un último ejemplo. Martes, 18 de abril del año 30. En Alejandría, en la residencia de Rodán, uno de los seguidores de Jesús recoge cómo se aparece Jesús ante 80 griegos y judíos. El resucitado se presenta ante ellos y les dice: “El Padre me ha enviado para establecer algo que no es propiedad de ninguna raza, nación, ni tampoco de ningún grupo especial de educadores o predicadores. El evangelio del reino pertenece a judíos y gentiles, a ricos y pobres, a hombres libres y esclavos, a mujeres y varones, e incluso a los niños […] ¡Prestad atención! Este evangelio no debe ser confiado exclusivamente a los sacerdotes”.

EL%20AUTOR%20OPINA%20benitez.jpg¿Qué más se puede añadir? Jesús concibió una doctrina en la que no habría jerarquías, privilegiados ni escogidos. Una idea que chocaba de frente con la estructura de poder que quisieron construir los padres de la Iglesia, que se plantearon su sacerdocio como una forma de obtener autoridad e influencia. Algo que quedaba muy lejos de las intenciones de Jesús, quien en ningún momento de su vida mostró el más mínimo interés en acumular cotas de poder. Un ejemplo más de la manipulación interesada que ha sufrido la vida y obra de Jesús, y que siempre se ha llevado a cabo con un mismo fin: garantizar el control de los fieles y el poder de los sacerdotes. Los libres de espíritu no necesitamos estructuras ni jerarquías… Nos basta con escuchar con el corazón el mensaje que nos dejó un gran hombre, el mejor de todos: Jesús de Nazaret.