Capítulo 2
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La enigmología
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En este capítulo
• Los enigmas bien ordenados
• Ciencias y otras que no lo son tanto
• Un vistazo al método científico
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Como ya habrás podido comprobar, cada vez que quiero mencionar la disciplina que nos ocupa tengo que utilizar expresiones como investigación tanto de los enigmas como de los misterios. No hay un término como arqueología, historia o zoología, una palabra concreta que defina con precisión lo que quiero decir. A veces se le asocian términos como ciencias ocultas o parapsicología, pero siempre he pensado que se refieren a un universo más espiritual; a los misterios de la mente humana, y no tanto a los del planeta que nos rodea.
Pienso, sin embargo, que algunas áreas de las ciencias ocultas son enigmas, tal y como los entendemos aquí. El estudio del Grial, por ejemplo, tiene tanto de material como de espiritual. Lo mismo ocurre con la Sábana Santa, que no es posible si no creemos en que sea posible la resurrección de un muerto, lo que entraría de lleno en el terreno de lo oculto, de la parapsicología. Sin embargo, el estudio de las civilizaciones perdidas, de las anomalías de la zoología o del fenómeno ovni no encajan con lo que entendemos por ciencias ocultas. Así, no creo que pueda usar estos “términos” para hablar del contenido de este libro.
Sentando cátedra
Con permiso de los
académicos —y me temo que sin él— voy a usar un término que he oído
alguna vez de forma coloquial, casi sin darle importancia:
enigmología. Viene de las raíces
griegas aenigma (adivinanza, acertijo)
y logos (tratado); creo que su
significado queda claro. A partir de estas líneas lo podrás
encontrar cada vez que me refiera al conjunto de los estudios que
tratan lo que ya he definido como enigmas y misterios: los
fenómenos y acontecimientos históricos que no podemos explicar con
los conocimientos actuales.
Tal y como ocurre con otras disciplinas, la
enigmología se divide en varias
especialidades. Si hay historiadores expertos en la Edad Moderna y
otros en la Grecia clásica, dentro de la enigmología también ocurre
lo mismo: hay diversas áreas de estudio. Enseguida hacemos un
repaso, pero antes déjame explicarte por qué me he puesto las gafas
de ver de cerca y me dispongo a hacerte toda una clasificación.
En primer lugar, por la
confusión que siempre envuelve la investigación de los enigmas. Es
como si fuera inevitable que ambas ideas vayan de la mano. Y, como
te comenté en la introducción —y perdón por el juego de palabras—,
la enigmología no tiene por qué ser enigmática. Así que no está de
más aclarar, con unos cuantos ejemplos, qué queda dentro y qué se
va fuera.
Y, en segundo lugar, ¿no tienes curiosidad por saber a qué se dedica la criptobotánica? Si estas leyendo estas líneas, deduzco que sí, de modo que tienes la respuesta unas líneas más abajo.
Con orden y en fila
No hay mejor manera de ver claro que después de poner orden. Si la ciencia establece clasificaciones y jerarquías por doquier, e incluso le dedica una especialidad —la taxonomía—, es porque hay que llamar a las cosas por su nombre. Si no, es difícil que nos pongamos de acuerdo.
Así pues, voy a hacer una pequeña clasificación de los enigmas, ponerle categorías a nuestra enigmología. Hay quien sólo se ha dedicado a una sola especialidad, pero somos mayoría los que nos entregamos al estudio de todas su facetas. Yo mismo he tocado casi todos los palos, porque la curiosidad difícilmente conoce límites. Pero reconozco que es clave el papel de los expertos en una sola materia, de los que los demás aprendemos y, en muchos casos, seguimos los pasos.
Figura 2-1: Las pirámides de Egipto, todavía un enigma sin fin
Caminamos terreno poco explorado, y por lo tanto muchos son los que vendrán detrás y descubrirán una ruta mejor. Propondrán correcciones y añadidos a esta lista. Cualquier observación que me quieras hacer será bien recibida.
Misterios arqueológicos
Arqueología y prehistoria son dos conceptos que suelen asociarse. De manera errónea, claro. La arqueología investiga el pasado humano mediante el estudio de restos materiales, sean éstos de la edad que sean. La prehistoria, en cambio, hace referencia al periodo temporal previo a la aparición de la escritura; es decir, todo lo que viene antes del 3300 a. C. Por lo tanto, la arqueología —misteriosa o no— no investiga sólo la prehistoria, sino cualquier otro periodo; eso sí siempre a partir de sus restos.
Seguramente es a día de
hoy una de las especialidades favoritas de los aficionados a la
investigación, por lo mucho que nos puede aportar sobre nuestros
orígenes e historia remota. Como puedes imaginar, investiga
aquellos restos y mitos que plantean incógnitas que no sabemos cómo
interpretar, lo que abre de forma vastísima nuestro campo de
trabajo. Podemos dividir las áreas de trabajo de la arqueología
misteriosa en dos grandes grupos.
• Descubrimientos arqueológicos. Aquellos enigmas que surgen a raíz del hallazgo de cualquier documento o construcción histórica. Los ejemplos son numerosos. ¿Cómo se construyeron las pirámides? ¿Qué representan las ancestrales líneas de Nazca, sólo visibles desde el aire? ¿A qué se refieren las pinturas rupestres de Tassili, con esos hombres que parecen astronautas? ¿Cuál era la función de las piedras del yacimiento de Stonehenge? La lista es casi interminable. Al tratarse de hallazgos que nos llevan miles de años atrás en el tiempo, es difícil encontrar las respuestas y muy fácil entrar en el juego de las hipótesis.
• Mitos arqueológicos. Podríamos denominar a esta rama criptoarqueología, en cuanto que busca los restos de aquellas civilizaciones que creemos desaparecidas o que, de momento, pensamos que son más mito que realidad. Aquí se recogen algunos de los mayores misterios de la humanidad, que han hecho volar la imaginación de centenares de investigadores. Me refiero a la búsqueda de lugares míticos, como El Dorado o la Atlántida, de los que se tiene noticia por medio de narraciones y testimonios antiguos, pero cuya existencia no se ha podido probar.
El descubrimiento de Troya por parte de un arqueólogo aficionado, Heinrich Schliemann, es un claro ejemplo de las puertas que nos puede abrir la arqueología misteriosa o criptoarqueología. La existencia de la ciudad homérica se consideraba un mito por sus contemporáneos, pero Schliemann se empecinó en su búsqueda, y finalmente la encontró. Lo mismo ocurre hoy en día con la Atlántida o Mu, el continente perdido, que se toman por simples leyendas perdidas en el tiempo. ¿Quién sabe si sus ruinas nos están esperando en el fondo del mar?
El gran problema de la arqueología misteriosa es la dificultad para probar las hipótesis de trabajo. Los testigos han desaparecido, y no hay documentos escritos que nos puedan aclarar el verdadero significado de un descubrimiento. El primer historiador digno de calificarse como tal es Herodoto, quien publicó sus obras en el siglo V a. C., y por lo tanto no podía saber nada de lo que ocurría en la Europa del Neolítico ni el Egipto de los faraones.
¿Cómo encontrar, pues, una explicación a los enigmas que plantea la prehistoria remota? Pues lamento decirte que no hay una respuesta clara. La arqueología convencional se basa en el hallazgo de restos materiales, que nos dan pistas acerca de los hábitos de vida de nuestros antepasados. Pero resulta más difícil averiguar qué pensaban, qué decían y qué preocupaba a los hombres de la prehistoria. No sabemos cuáles eran sus rituales, ni tampoco tenemos una idea clara de su religión. La literatura y la filosofía nos dan las claves que nos abren el alma de nuestros antepasados… y en la prehistoria no existían.
Entonces ¿qué? Ante los enigmas que nos plantean los hallazgos del pasado, como las pinturas de Tassili, la arqueología convencional a menudo da explicaciones como que se trata de “rituales tribales”, “folklore desconocido” y similares. Pero, y ahora soy el que pregunta, ¿cómo podemos afirmar que una pintura rupestre se refiere a un ritual tribal si desconocemos por completo cómo eran dichos rituales? Como ves, la respuestas se nos van a seguir escapando…
Historia oscura
Cuando unas líneas más arriba definía la
arqueología misteriosa, dejaba claras
las diferencias entre los términos arqueología, historia
y prehistoria. Así, la historia
oscura, la que ahora nos ocupa, tratará aquellos enigmas del pasado
que no se investigan a partir de restos ni yacimientos
arqueológicos. En especial, la historia oscura se centra sobre todo
en la huella dejada por determinados personajes enigmáticos.
Caracteres que marcaron su tiempo y el devenir de la humanidad,
pero de los que desconocemos sus verdaderas motivaciones.
Los enigmas de la historia “reciente” suelen
centrarse en la vida de personajes y colectivos polémicos, cuyas
actitudes nos resultan difíciles de entender desde una óptica
contemporánea. Sus vidas y motivaciones se nos escapan, y por ello
se merecen un capítulo aparte. Tomemos el caso de Cristóbal Colón,
por ejemplo. Seguimos sin ponernos de acuerdo sobre su origen. ¿Era
español o italiano? Y si vamos un poco más allá, nos tendremos que
preguntar qué lo empujó a irse hacia las Indias por una ruta
completamente desconocida. ¿Acaso no sería Colón el último de una
larga lista de descubridores involuntarios de América? ¿No podría
ser que Colón supiera muy bien adónde iba?
Enigmas nazis
Durante la primera década del siglo XXI el interés por aquellos pasajes de la historia reciente que aún permanecen ocultos se ha multiplicado, y revistas, libros y canales temáticos mantienen bien surtido al aficionado. De entre los temas habituales, destaca sobremanera todo lo que tenga que ver con la Alemania nazi, que aún parece ejercer un hipnótico y morboso interés en el lector. La bibliografía llena estantes enteros en las librerías, en muchos casos con obras que son mitad verdad y mitad leyenda.
Entre ellas, y por citar algunos ejemplos, la relación del régimen nazi con el esoterismo y las ciencias ocultas, ya presente en los primeros tiempos del movimiento por la influencia de la Sociedad Thule. Otro clásico es la relación entre el bárbaro régimen y el Grial, hasta el punto de que los miembros de las SS se veían a sí mismos como artúricos caballeros andantes del siglo XX. Su fascinación por las reliquias sagradas y los ritos celebrados en su castillo de Wewelsburg apuntan en esta dirección.
La existencia real de la red Odessa también ha sido largamente debatida; una organización que habría ayudado a escapar a centenares de criminales después de la guerra, sin que fuera nunca posible desmantelarla del todo. Incluso se ha especulado con la posibilidad de que los nazis fuera capaces de fabricar platillos volantes; una hipótesis que algunas fotografías de incierto origen parecen probar. Para acabar de rizar el rizo, se ha llegado también a barajar la posibilidad de que Adolf Hitler no se hubiera suicidado. Según esta leyenda, habría podido escapar hasta llegar a América Latina. Por lo visto, parece que los malos de la historia nos siguen atrapando.
La lista es casi interminable: Vlad el Empalador, el mago Cagliostro, los cátaros, los templarios, el conde Saint-Germain, Rasputín, el rey Arturo, Juana de Arco, el indio Juan Diego… Son demasiados para un solo libro. Sobre cada uno de ellos se han escrito centenares de páginas, por lo que te invito a visitar la biblioteca más cercana si sientes curiosidad. Pero ya te advierto que en los libros no encontrarás la respuesta definitiva; las investigaciones desarrolladas hasta la fecha no han conseguido aportar suficiente luz sobre ellos. Terreno abonado, por lo tanto, para nuestra querida especialidad.
Figura 2-2: Interrogantes sobre la vida de Colón
De lugares y mapas
Aparentemente la geografía tiene poco de misterioso. Los contornos de la Tierra son los que son y, si nos quedaba alguna duda, herramientas tan populares y generalizadas como Google Maps han acabado por resolverlas. ¿Pero realmente es así? ¿Podemos afirmar que la geografía y la cartografía no esconden ningún secreto? Imagino que ya has respondido que no, y llevas toda la razón.
A lo largo de la historia, los geógrafos han elaborado un conjunto de mapas que a día de hoy rehúyen cualquier explicación. Se trata de cartas que muestran territorios desconocidos para la fecha en que fueron elaborados, pero que, sin embargo, tienen un detalle y una exactitud que todavía nos deja perplejos. ¿Cómo pudieron elaborarlos si carecían de instrumentos de precisión, como los satélites?
De todos los mapas
misteriosos, no hay duda de que el más célebre es el del capitán
turco Piri Reis. Autor de una abundante y precisa cartografía, Reis
elaboró una carta en el año 1523 que, según sus propias palabras,
“no posee nadie hoy en día”. Y no era para menos. El mapa muestra
los contornos de la Antártida con una precisión inaudita, más
propia de un satélite del siglo XX
que de un marino del XVI. Pero no es
sólo su precisión lo que nos admira; lo realmente sorprendente es
que la Antártida no se descubrió hasta principios del siglo
XVII, ¡casi cien años después del
mapa de Piri Reis!
Los mapas no son los únicos que plantean preguntas sin resolver a la geografía. Un puñado de rincones del mundo, ubicados entre coordenadas bien definidas, parecen poseer un poder inexplicable capaz de hacer desaparecer barcos, aviones y todo tipo de construcciones. El más célebre es, sin duda, el Triángulo de las Bermudas, del que hablaré con más detalle en el capítulo 15. Pero no es el único rincón geográfico que parece esconder una maldición sin respuesta.
El mar del Diablo,
ubicado frente a las costa oriental del Japón, ha sido testigo de
la desaparición de numerosos buques, sin que a día de hoy se haya
encontrado una explicación razonable. Incluso se ha notificado la
existencia en esa zona de extraños fenómenos lumínicos; los
testigos hablan de un resplandor de origen incierto, que parece
surgir directamente del mar. Algo parecido puede decirse de otro
rincón cuyo nombre también tiene un origen demoníaco: el Triángulo
del Diablo, situado frente a la costa occidental de Sicilia, en el
mar Mediterráneo. De nuevo, las noticias de naufragios
inexplicables y de instrumental “que se vuelve loco” se repiten. En
especial, los submarinos de la Armada francesa no han tenido mucha
suerte navegando por esas coordenadas; y ya son varios los buques
que se han dado por perdidos.
Mientras se busca una explicación, la geografía habla de zonas con fuertes corrientes o que tienen una orografía especialmente enrevesada, que pueden confundir a los marineros. ¿Pero cómo es posible que durante el siglo pasado, cuando ya se disponía de modernas herramientas de navegación, las desapariciones hayan sido tan numerosas? Por si acaso, evita pasar por cualquier zona que lleve el nombre del diablo en su toponimia.
Una cuestión de fe
Las diversas religiones que se practican en el mundo son terreno abonado para la recolección de enigmas. Y es que la religión, con su combinación de historia y creencia, de hechos reales y dogmas de fe, nos ofrece un listado interminable de misterios por resolver. Los textos religiosos nos hablan de lugares sagrados, de acontecimientos sorprendentes, de personajes con poderes sobrehumanos… ¿Qué hay de cierto en esas historias? ¿Qué es mito y qué es realidad? La enigmología ya puede ponerse a trabajar.
Los mapas de los prodigios
No sólo el mapa de Piri Reis parece estar fuera del tiempo. Otros muchos colocan a la geografía frente a un sinfín de interrogantes sin respuesta. El de Hadji Ahmet, dibujado en 1559, nos muestra las costas de América con una precisión sin parangón en los mapas de la época. Los navegantes españoles tardarían aún varias décadas en explorar con detalle aquellas costas. Siempre se ha creído que ellos fueron los primeros en llegar; una hipótesis que el mapa desmontaría.
El de Angelino Dulcert, datado hacia 1339, retrata el mar Mediterráneo con una exactitud fotográfica. Miembro de la prestigiosa escuela mallorquina de cartrografía, Dulcert llega a describir también todo el norte marítimo de Europa, desde Irlanda a Rusia, con una gran precisión. ¿Y qué decir del de Ibn Ben Zara, de 1487, que nos revela cómo eran el Mediterráneo, el Adriático y el Egeo antes de que terminara la última glaciación? Sólo una civilización con conocimientos sobre geología más propios del siglo XX sería capaz de hacer algo así. La ciencia no tiene una respuesta clara, y habla de otros mapas perdidos, de copias, de información privilegiada… La enigmología no puede conformarse con tan vagas respuestas.
Todas las religiones del mundo tienen sus enigmas. Sin embargo, por formación y tradición, yo me he limitado al estudio de las creencias cristianas. Es la religión que, por decirlo de algún modo, nos pertenece: su cosmología ha marcado la historia de Occidente y no podemos entender nuestro pensamiento sin su presencia. Es la que, además, conozco con una mayor profundidad. Así que dejo el estudio de los enigmas de otras religiones a expertos mejor formados que yo. Por lo que respecta a la tradición cristiana, algunas de las áreas de trabajo propias de la enigmología son las que vas a ver a continuación.
• Reliquias perdidas. Se trata de objetos que aparecen en las escrituras sagradas y que, por su significado original, han adquirido un poder simbólico capaz de traspasar generaciones y creencias. Algunos de los más célebres son el Grial, la lanza de Longinos, que atravesó el costado de Jesús de Nazaret, o los restos de la cruz.
• Lugares sagrados. El lugar exacto del nacimiento de Jesús o la ubicación del monte Calvario aún suscitan los más enconados debates entre historiadores, teólogos y geógrafos. Hoy sabemos por ejemplo que la basílica de la Natividad, situada en el lugar en el que —según la tradición— nació Jesús de Nazaret, está en el lugar equivocado.
• Personajes míticos. ¿Quién fue exactamente María Magdalena? ¿Fue una vulgar prostituta, tal como recoge la versión oficial, o llegó a ser la compañera sentimental de Jesús? ¿Tuvo Jesús hermanos de sangre, tal y como parecen insinuar algunos versículos de los evangelios? ¿Fue Judas un traidor o, por el contrario, se limitó a seguir las órdenes de su maestro?
• Textos apócrifos. La Iglesia católica considera que sólo hay cuatro evangelios que recojan con fidelidad la vida de Jesús de Nazaret, y que puedan tomarse por lo tanto como “palabra de Dios”. Pero lo cierto es que hay muchos más, los llamados apócrifos, contemporáneos de los anteriores y que nos ofrecen una visión algo distinta de la vida e intenciones de Jesús.
• Visiones y profecías. La Biblia está repleta de profecías sobre el futuro, algunas de ellas pendientes de resolución. Más tarde algunos santos, como san Malaquías, primado de Irlanda, se aventuraron a adivinar el futuro… acertando de pleno unos siglos más tarde. Malaquías, en su Profecía sobre los papas (del año 1139), adivinó los orígenes y las biografías de los papas, especialmente los de los siglos XIX y xx. Y no ha sido el único.
• Apariciones marianas. Son muchas la personas que dicen haber visto a la Virgen María y que incluso afirman haber hablado con ella. Según mis archivos, pueden contarse unos 21 000 casos en todo el mundo. Quizá la aparición más famosa sea la de Fátima, en Portugal, acaecida en 1917, pero tampoco pueden olvidarse los casos de Lourdes (Francia) y el misterio que envuelve a la Virgen de Guadalupe (México). ¿Fantasía, realidad o delirio?
Como ves, los misterios asociados a la religión parecen no tener fin. Sin embargo, y a pesar de las múltiples líneas de investigación abiertas, el estudio de estos enigmas siempre encuentra un mismo obstáculo: la Iglesia católica, representada por el Estado Vaticano. Cualquier investigación que ponga en duda el dogma oficial, aunque esté apoyada por pruebas concluyentes, va a ser rechazada por la Iglesia de forma sistemática. ¿La razón? Algunos dogmas de fe son de obligada creencia para los fieles, por lo que su cuestionamiento se interpreta como un ataque directo a la doctrina cristiana… aunque digan la verdad. Así pues, ¿cuál es la solución? Por lo que sabemos de la Iglesia, sólo hay una opción: dejar pasar unos cuantos siglos.
Figura 2-3: Jerusalén, ciudad sagrada
De platillos volantes
A grandes trazos, se podría decir que la ufología es la investigación del fenómeno ovni y de todos los relatos que de ahí se derivan. Si existen, ¿qué son?, ¿quién los ha fabricado?, ¿quién los envía?, ¿qué quieren de nosotros? Aunque casi todo el mundo piensa que un ovni es un platillo volante tripulado por extraterrestres, la realidad nos demuestra que sólo de vez en cuando puede formularse esa hipótesis. Si cada ovni del que se tiene noticia fuera una nave extraterrestre, la Tierra sería el puerto de recreo favorito de las civilizaciones alienígenas. Algo así como el Benidorm cósmico.
Para empezar, la
ufología trataría las noticias de avistamientos de objetos de variada procedencia y
emprendería su posible identificación. Un labor que suele basarse
en la recogida de testimonios y en entrevistas personales con
testigos. En muchos casos puede atribuirse a los avistamientos una
explicación razonable; pueden ser objetos de fabricación humana,
como sondas meteorológicas, o fenómenos atmosféricos de la más
variada índole. En el caso de no poder identificar su origen, se
entra entonces en el terreno de la hipótesis, siempre y cuando el
ovni no haya dejado pruebas de su presencia. Si fuera así, si el
ovni nos deja un souvenir, es ahí
cuando pasaríamos a un segundo nivel.
Este segundo escalón pasa por la recogida de pruebas, como fotografías o señales de un aterrizaje, y su posterior certificación. Una vez que se ha probado que no existe manipulación, se puede verificar el avistamiento y añadirse a la numerosa lista de expedientes que hay abiertos en todo el mundo.
Es en este punto donde se quedan la mayoría de investigaciones, pero en algunos casos se puede ir más allá. Si el testigo afirma que ha visto a los ocupantes del ovni, hablamos de un contacto. Éste puede limitarse a un simple cruce de miradas, pero es posible que vaya más allá: hay testimonios que hablan de intercambios de símbolos y objetos. Por último, si el testigo entra dentro del ovni y establece contacto cercano con sus ocupantes, de forma voluntaria o por la fuerza, estamos ante una abducción.
Figura 2-4: Ovni sobre San José de Valderas (Madrid) 1967
La ufología trata estas cuatro fases de la investigación, pero hay quien quiere ir más allá. La exopolítica, por ejemplo, se dedica a estudiar las relaciones entre la especie humana y las distintas civilizaciones extraterrestres. Considera que la Tierra es sólo una pieza más dentro del juego de intereses cósmico y que, desde hace siglos, humanos y extraterrestres tienen relaciones diplomáticas al más alto nivel.
Otra vertiente de la ufología, que ha conseguido atraer a infinidad de curiosos, es la cerealogía. Se dedica al estudio de los extraños dibujos que han aparecido en campos de cultivo de todo el mundo, normalmente con forma de círculos, y que sólo pueden contemplarse desde el aire. Si bien muchos de estos fenómenos tienen un probado origen humano, no puede decirse lo mismo de todos. Hay quien considera que son obra de extraterrestres, y que esconden mensajes ocultos. Nosotros, por el momento, suficiente tenemos con encontrarle al fenómeno ovni una explicación definitiva.
En el jardín del misterio
Los humanos nos creemos los amos y señores de la Tierra, y a menudo olvidamos que compartimos el planeta con miles de especies que estaban aquí mucho antes que nosotros. A la hora de la verdad, nuestra querida Tierra no entiende de diferencias entre razas y especies; todos estamos sujetos a sus caprichos. La enigmología, por lo tanto, no puede olvidarse de esos compañeros de planeta: criaturas mitológicas, especies perdidas en el tiempo, plantas con propiedades mágicas… Los enigmas no son una exclusiva de la especie humana.
La soga del muerto - Una presentación
Culturas indígenas de todo el planeta reconocen que sólo es posible acceder a algunos rincones oscuros de nuestra propia mente con la ayuda de sustancias psicoactivas, de drogas que ponen en contacto estructuras del cerebro que permanecen aisladas las unas de la otras; todo sea dicho, en beneficio de nuestra cordura y sensatez. En América Latina, la ayahuasca, el peyote o el hongo mazateco se cuentan entre las sustancias más utilizadas; todas ellas causantes de potentísimos efectos alucinógenos que llevan a los consumidores a insospechados niveles de conciencia.
El 28 de noviembre de 1989 me encontraba en Brasil grabando el programa En busca del misterio, que dirigía el doctor Jiménez del Oso. Durante el rodaje, entramos en contacto con una comunidad llamada Cielo del Mar, que había hecho de la toma de ayahuasca —de la “soga del muerto”— el centro de sus vidas. Tras largas conversaciones, mi colega y yo pudimos experimentar en carne propia los efectos de la droga, sujeta a un estricto ritual y a una meticulosa preparación, en especial en lo referente a las dosis, tomas y las condiciones del entorno.
Dos disciplinas se
encargan del estudio de los animales y plantas misteriosos. En
primer lugar nos encontramos con la criptozoología, que se dedica a estudiar los
animales que no se incluyen en las clasificaciones oficiales. Entre
ellos tendríamos a aquellos animales mitológicos que quizá no lo
son tanto, así como las especies que se creen desaparecidas y que,
en cambio, es muy posible que sigan entre nosotros. La lista es
casi interminable: unicornios, chupacabras, serpientes marinas,
monstruos lacustres, medusas gigantes… pero también otros que han
resultado menos míticos, como el calamar gigante o el celacanto,
que se creían extintos y que aún pueblan los mares. Por supuesto,
no cuentan algunos miembros de la especie humana que, por
desgracia, tienen bastante en común con algunas especies de
animales.
El término criptozoología empezó a usarse a partir de la publicación de Tras la pista de los animales desconocidos, libro escrito por Bernard Heuvelmans en 1955 en el que se definía también el concepto de críptido, o animal que se escapa de las taxonomías oficiales. A pesar de que la ciencia es muy crítica con la criptozoología, lo cierto es que cada año se descubren nuevas especies de animales, lo que justifica por completo su existencia y su desarrollo, muy notable en los últimos años, por cierto.
Si tienes claro lo que es la criptozoología, no te costará imaginar qué es la criptobotánica: el estudio de aquellas especies de plantas no catalogadas, bien porque se las considera míticas o bien porque son aún desconocidas. Si tenemos en cuenta que cada año se descubren centenares de plantas no clasificadas hasta la fecha, es fácil entender que la criptobotánica ofrece un campo de trabajo casi ilimitado.
La Wollemia, un género de coníferas que se creía
extinto desde hace millones de años, fue redescubierto en Australia
en 1994. Pasó de ser un fósil, un mito, a una realidad. Más allá de
las especies desconocidas —hay desde especies de orquídeas hasta
árboles de la sabana—, me interesan especialmente aquellos
ejemplares que forman parte de la mitología o la leyenda, sobre
todo porque en muchas ocasiones se refieren a especies reales. La
Fuga daemonum, por ejemplo, que se
utilizaba en el medievo para ahuyentar al demonio, no es otra que
el hipérico (Hypericum perforatum),
una hierba de reconocidas propiedades antidepresivas.
No hay que confundir la
criptobotánica con el estudio de las propiedades psicoactivas de
algunas plantas. Por más misteriosos que sean los efectos de la
ayahuasca, que probé una vez personalmente —puedes leer más
información en el recuadro gris—, sus características botánicas
están bien definidas desde su catalogación como Banisteripsis caapi. A pesar de que la
criptobotánica busca plantas capaces de engullir mamíferos, incluso
seres humanos, su estudio me parece bastante menos arriesgado que
el de la ayahuasca o el peyote. Así que toma nota.
La soga del muerto - La experiencia propia
Los primeros efectos fueron horribles. Fortísimas náuseas que se prolongaron durante horas, acompañadas de un sudor frío y de un malestar general muy acusado. Pero a las dos horas, me empezó a invadir una cierta paz. Me elevé y salí de mí mismo. Mi principal propósito era comprobar los supuestos efectos telepáticos de la planta, y por ello había programado varios experimentos. En el primero de ellos intentaría viajar mentalmente desde Brasil a Bilbao, colarme en la vivienda de unos amigos y descubrir un objeto que ellos habían dejado en el suelo. Más tarde haría lo propio en un domicilio de Madrid.
Dicho y hecho. Volé, llegué a Bilbao y fui capaz de introducirme en la casa elegida, hasta dar con un retrato fotográfico que estaba en el suelo. Después, en Madrid, pude comprobar cómo era capaz de llegar a mi destino sin saber la dirección de la casa de mis amigos. Unas cinco horas después de la toma, noté una mano en mi hombro y me percaté de que la experiencia había terminado. Estaba exhausto y agotado. Al regresar a España, comprobé si las visiones que había tenido durante mi “viaje” se correspondían con la realidad. Y la respuesta fue un rotundo sí; tal como confirmaron mis amigos y colaboradores, había vivido una experiencia telepática completa. Con una vez, por eso, tuve más que suficiente.
El poder de la mente
La parapsicología es una disciplina con un
carácter y una tradición tan singulares que merece una mención
aparte. Es la más popular de las especialidades relacionadas con la
enigmología, y se ocuparía del estudio de aquellos fenómenos del
cuerpo y la mente humanos que la ciencia no ha reconocido. Entre
ellos enumeraré a modo de ejemplo los que siguen a
continuación:
• Telepatía. La comunicación de pensamiento entre dos personas, sin mediar palabra ni signo entre ellas.
• Telequinesia. La capacidad de mover objetos con el pensamiento, sin utilizar elemento físico alguno.
• Visión remota. La contemplación de acontecimientos que ocurren a kilómetros de distancia.
• Precognición. Lo que conocemos como adivinación, o la posibilidad de ver acontecimientos del futuro.
• Retrocognición. Opuesto al anterior, se refiere al conocimiento de experiencias del pasado sin haberlas vivido o conocido a través de terceros. En algunos casos, se habla de experiencias fruto de una reencarnación.
• Vida después de la muerte. Su nombre lo dice todo, e incluye fenómenos como la resurrección de los muertos y el ritual vudú que convierte a un fallecido en un zombi. Podríamos añadir aquí también las experiencias cercanas a la muerte.
• Experiencias extracorpóreas. Fenómenos en los que la mente es capaz de abandonar el cuerpo y viajar libremente, como en los viajes astrales o bajo el efecto de algunas drogas.
• Fantasmas y espectros. El contacto con espíritus de personas fallecidas, que puede realizarse a través de instrumentos (la tabla de ouija), de personas (médiums) o directamente (visiones, psicofonías).
Debo apuntar que con la definición de enigmología en la mano, que hace referencia a fenómenos tangibles, la parapsicología seguramente se quedaría fuera del club. Es difícil considerar la telepatía o los viajes astrales como hechos mesurables, como pueden serlo una enigmática pintura rupestre o la desaparición de un barco en alta mar. Como he apuntado en las primeras líneas de este capítulo, la parapsicología se refiere a los misterios de la mente, mientras que la enigmología se dedica a los interrogantes que nos plantea la Tierra y el paso que han dejado en ella los seres humanos.
Es frecuente que las
publicaciones especializadas en parapsicología hablen de ovnis y
extraterrestres en sus páginas. Desde mi punto de vista no tienen
mucho que ver… pero no puedo negar que son disciplinas que suelen
ir cogidas de la mano. Aunque creo que hay notables diferencias
entre ver un objeto extraño en el cielo y contemplar el fantasma de
un ahorcado. Mi criterio me recomienda dejar la parapsicología para
otro momento, y centrarnos aquí en los misterios que nos están
esperando bien cerca, justo aquí fuera.
¿Y qué dice la ciencia?
Cada una de las especialidades en las que he dividido la enigmología está asociada a una disciplina científica. La criptozoología bebe de la biología; la historia oscura, de la historia a secas; la parapsicología, de la psicología y la psiquiatría; la ufología, de la física, y los enigmas cartográficos, de la geografía. De hecho, cada uno de estos pares asociados suelen compartir técnicas de investigación, por lo que resulta fundamental conocer a fondo la disciplina “oficial” antes de profundizar en su enigmática pariente.
Hemos visto que cuando la criptozoología consigue reunir pruebas suficientes, sus hallazgos pasan a formar parte de las clasificaciones “oficiales” de la biología. Y lo mismo ocurre en el campo de la arqueología o de la historia. Entonces, si esta relación es tan estrecha, ¿qué dice la ciencia sobre la enigmología, con la que comparte tantos métodos e intereses?
La ciencia no considera la enigmología, ni
ninguna de sus especialidades, como una hermana de sangre. En el
mejor de los supuestos, se trataría de una prima lejana. Al
trabajar a menudo sobre hipótesis, y no sobre patrones regulares —a
partir de hechos refutados y experimentos repetidos en
laboratorio—, la ciencia establece que la enigmología es una
seudociencia. Antes de que me
preguntes qué es una seudociencia, te
diré, simplificando un poco, que se trata de una disciplina del
conocimiento cuyas teorías no pueden comprobarse en el laboratorio,
de forma regular y sistemática. Añadiré también que el término
seudociencia tiene a menudo un
carácter peyorativo.
Pero resulta que la enigmología no es la única seudociencia. Son numerosas las disciplinas que se han ganado el prefijo seudo y que quedan fuera de los límites impuestos por la ciencia tradicional, a menudo muy celosa a la hora de incorporar nuevos conocimientos e interpretaciones de fenómenos universales. Algunas de las seudociencias más populares son las siguientes:
• Astrología. La influencia que la posición de estrellas y planetas ejerce sobre la personalidad, hasta el punto de determinar las épocas del año más propicias para determinados comportamientos.
• Frenología. A partir de la forma y tamaño del cráneo, establece que se pueden definir rasgos de conducta y características de la personalidad.
• Grafología. Estudia cómo la forma de nuestra escritura revela los rasgos de nuestro carácter. Muy utilizada en la actualidad en procesos de selección de personal.
• Homeopatía. Práctica medicinal alternativa que propone el uso de sustancias que provocan los síntomas del enfermo, pero a dosis muy pequeñas.
• Numerología. Propone una interpretación del mundo a partir de los números. De hecho establece que hay números que poseen propiedades especiales, casi mágicas. Pitágoras fue su fundador.
• Psicoanálisis. Inventado por Sigmund Freud, establece un modelo para entender e interpretar el origen de las emociones humanas. De él se deriva un método terapéutico destinado a tratar personas con problemas psicológicos y emocionales.
Como puedes ver, muchas de ellas forman parte de nuestro día a día y ejercen una notable influencia en nuestra sociedad. La bibliografía dedicada a estas disciplinas, que puedes consultar en cualquier librería, es abundante y suele contar con las firmas de autores de reconocido prestigio.
Pero, sobre todo, lo que me
parece digno de mención es que algunas de estas seudociencias han
ayudado a mejorar las vidas de millones de personas en todo el
mundo, a pesar de no estar bien vistas. Muchas personas, tras pasar
por las manos de la psiquiatría convencional y sus cócteles de
pastillas, encontraron la ayuda y el bienestar que necesitaban
gracias al psiconálisis. También sé de mucha otra gente que recurre
a la homeopatía ante cualquier enfermedad leve, y les funciona una
vez tras otra. Y conozco a unos cuantos jefes de personal que usan
la grafología en sus procesos de selección, con excelentes
resultados.
¿Adónde quiero llegar? Bien sencillo. Visto
lo visto, no me parece que las seudociencias sean algo tan malo,
por lo que rechazo de pleno el carácter peyorativo que a veces se
le quiere dar a la palabra. Muchas de las disciplinas que he
enumerado más arriba comparten con la ciencia buena parte de sus
métodos, y sólo se apartan del camino oficial cuando no queda más
remedio.
Echa un vistazo rápido
a las distintas etapas del método científico y lo verás por ti
mismo.
• Observación. Se examina el fenómeno y se toman todos los datos relevantes.
• Organización. Es el análisis de los datos obtenidos y su comparación con otros resultados anteriores.
• Hipótesis. Se lanza una explicación que dé respuestas al fenómeno observado.
• Verificación. Aquí se somete la hipótesis a repetidas pruebas, que deben ratificarla.
• Tesis. Tras probar la teoría, se establece una ley universal.
Como ves, el enigmólogo comparte con el científico las tres primeras etapas del método. Sólo lo abandona en el momento de la verificación, porque en la mayoría de casos no hay forma de llevar la hipótesis al laboratorio. ¿Hay alguna forma de saber a ciencia cierta cuál era la función del candelabro de Paracas? Me temo que no… porque no hay forma de meternos en la cabeza de los hombres que lo construyeron; vivieron hace siglos y no nos dejaron testimonios escritos que puedan revelar sus pensamientos.
En otras situaciones, la verificación sólo ha podido realizarse de forma parcial. O sea, sí hay pruebas materiales del fenómeno, pero o bien no son definitivas o bien se contradicen con otros estudios. Es el caso de la Síndone de Turín: algunos trabajos datan la tela en la Edad Media, mientras que otros la sitúan en la Palestina de Jesús. Y algo parecido ocurre con los hombres de las nieves que se reparten por todo el mundo: tenemos huellas y testimonios que afirman haberlos visto, pero no hemos conseguido capturar el cuerpo de ningún ejemplar.
Entonces ¿es la enigmología una
seudociencia? Seguramente… pero no por voluntad propia. En el ánimo
de todo investigador debe residir la voluntad de probar las
hipótesis que plantea, y además de una forma incontestable. En
muchas ocasiones nos será imposible hacer esa verificación, por la
propia naturaleza del fenómeno, y no tendremos otro remedio que
aceptar la etiqueta seudo. En otras,
las pruebas nos demostrarán que estábamos equivocados; en ese
momento deberemos abandonar nuestra hipótesis, por atractiva que
nos resulte, y buscar una explicación mejor.
Figura 2-5: El candelabro de Paracas, un ejemplo de enigma que tratamos en el capítulo 4
Pero si somos capaces de someter nuestra teoría a los test de laboratorio, y conseguimos superarlos con éxito, entraremos de lleno en el terreno de la ciencia. Poco importa que vengamos de una disciplina de reputación “dudosa”; los resultados serán siempre los que hablen por nosotros. Y no sería la primera vez que una de las tan vapuleadas seudociencias abre una puerta desconocida al conjunto del conocimiento, en beneficio de toda la humanidad.