Puerta cerrada
Papá siempre nos dice a mi hermana y a mí que podemos jugar por toda la casa, pero que nunca nos acerquemos a la última habitación del pasillo de arriba, y un día se puso furioso, me pegó porque me vio con la oreja pegada a la puerta, pero cuando mi papá duerme recorremos despacio el pasillo y nos agachamos para ver la luz, y esperamos a que se oiga otra vez esa voz rara que susurra, que nos recuerda a la de mamá, pero no puede ser mamá porque papá nos dijo que Dios se la llevó al cielo.