La Historia
Debo reconocer que casi no dormí pensando no sólo en lo que tenía que revelarle a un desconocido sino en él mismo, Ian es… un hombre atractivo. Me levanté del tocador viendo que mi cola de caballo estuviera bien y arreglándome mi atuendo de pantalón de tela negro y mi blusa rosa pálido tejida en lana me preparé para bajar a desayunar, no quería hacerlo esperar, como inglés era muy puntual.
—Buenos días Ian —lo saludé al verlo en la ventana del comedor, vestía de jean de azulón, camisa blanca y chaqueta de cuero café claro, su cabello húmedo lo hacía ver muy atractivo y su aroma... es otro cuento.
—Buenos días Ivonne —sonrió al verme extendiéndome la mano, me miró de pies a cabeza sin disimular.
—¿Durmió bien? —le pregunté respondiendo el saludo e invitándolo a sentarse.
—A pesar de haber dormido poco de manera profunda reconozco que descansé —me sujetó la silla a la cabeza de la mesa para que me sentara primero.
—Hubiera preferido que me dijera que había dormido como un bebé —agradecí el gesto y luego él se sentó a mi derecha.
—La primera noche me es difícil dormir en un lugar extraño, incluso me pasa estando en un hotel, es cosa mía no se preocupe.
Sonreí desenvolviendo la servilleta, él hizo lo mismo, los sirvientes comenzaron a servir.
El momento del desayuno lo intenté que fuera ameno, disfrutó sus hot cakes con cajeta y yo lo acompañé gustosa también con mis tostadas y huevos revueltos, fue un momento de relax tanto para él como para mí que nos sirvió para conocernos un poco más, me preocupaba que no hubiera dormido bien porque estaba segura que esta noche… no iba a poder pegar el ojo en toda la noche. Después de desayunar le pedí que me acompañara a mi habitación, algo que lo sorprendió pero que hizo con mucho gusto. Al entrar observó todo y lo invité a sentarse en un diván cerca de la ventana, obedeció, yo me acerqué al cajón izquierdo de mi cama y saqué un pequeño libro, regresé a él y se lo mostré.
—Este es el diario de mi hermana —me senté junto a él.
—¿Su hermana llevaba diario? ¿Hace cuánto lo escribió? —me preguntó con atención.
—Que yo sepa nunca escribió en uno a pesar de gustarle la literatura, este lo escribió… hace dos años y medio.
—Bueno nunca es tarde para comenzar, estoy seguro que sus memorias serán interesantes.
—Son… bastante interesantes —le dije hojeándolo y mostrándole una de sus páginas, él sacó de la bolsa de su chaqueta unos finos y delicados lentes y se los puso, verlo así me pareció más interesante e intelectual, se miraba muy bien.
Noté su expresión cuando comenzó a leer, obviamente creyó que se trataba de una broma.
—¿Su hermana estaba escribiendo un libro? —me preguntó después de un momento.
—No.
—Entonces no entiendo esto, dice: “no podía adaptarme al corsé, era sofocante, el aro que sostenía el faldón de mi atuendo era muy incómodo, no podía caminar, parecía un bebé intentando dar sus primeros pasos, las que eran mis sirvientas me miraban desconcertadas, no daba un paso, ya tenía tres meses en este cuento y no podía acostumbrarme, estaba haciendo un ridículo y lo peor era que iba a verlo a él, seguramente por él era que no podía moverme, estaba asustada, exhalaba, lo único que podía usar era el abanico y para colmo sin gracia.”
Terminó de leer y me miró quitándose los lentes esperando una explicación.
—Eso fue lo que escribió —me encogí de hombros.
—Y supongo que ha leído todo el diario.
Asentí.
—Ivonne… la verdad no entiendo y por favor le pido ya no más rodeos, su hermana está describiendo aquí otra época es por eso que le pregunté si estaba escribiendo algún libro.
—Es 1,862.
—¿Cómo puede ella escribir sobre 1,862? Sólo puede hacerlo por su gusto por la historia y en una novela que desee escribir basándose en la época, esa es la única explicación. ¿Dónde se sitúa?
—Aquí mismo en Richmond, para esa época era la capital confederada y Abraham Lincoln era el presidente.
—Veo que usted también se defiende, estamos hablando de la época de la guerra civil norteamericana.
—Ian… si usted me pide que no siga con rodeos yo le pido que abra su mente, esto puede parecer increíble pero lo que voy a decirle es la verdad.
—Ivonne ¿Ha considerado ser escritora? —cerró el diario—. ¿Sabe que eso precisamente me ha desvelado?
—¿Qué lo he desvelado?
—Su manera en la que me ha atrapado.
—¿Cómo? —levanté una ceja.
—Sí, en otras palabras me ha enganchado y me ha mantenido en suspenso desde que hablamos ayer que llegué y déjeme decirle que ya no soporto la curiosidad, por favor… —sujetó mi mano otra vez—. Le ruego que me diga de una vez que es todo esto y el por qué estoy aquí.
—Ian no sé cómo decirle las cosas sin que me crea loca —me levanté del diván rodeándolo para acercarme a la ventana y ver el exterior.
—Pues sólo déjelo fluir, hable tranquilamente, le aseguro que por muy fantástico que sea lo que me vaya a decir no voy a dudar de sus facultades mentales, hasta el momento la veo bien.
—¿Fantasías? —me giré para verlo—. Lo que voy a decirle no es fantasía, no es algo creíble pero ha sucedido y si el mundo se entera… tendré reporteros colgando desde el techo de la Balcana y no quiero un escándalo, no quiero cámaras ni gente haciendo preguntas que no voy a contestar.
—Ivonne realmente me asusta —se paró y caminó hacia mí—. Por favor dígame que pasa, tiene toda mi atención.
—En diciembre de 1,861 dice que la obligaron a casarse con un hombre que casi llegaba a los sesenta, era asqueroso para ella, el que fuera muy rico no le valía, a ella le repugnaba pero afortunadamente parecía ser impotente y nunca logró consumar el matrimonio aunque aun así ella no se librara de… que… la manoseara como era su derecho para lograr estimularse como hombre, dice que las noches eran un suplicio.
—¿Su hermana… tenía alguna especie de trastorno de personalidad?
—No.
—¿Tuvo algún extraño sueño?
—Tampoco.
—¿Tenía visiones?
Negué.
—¿Estuvo en alguna consulta con algún especialista en regresiones entonces?
Volví a negar.
—Un caso de reencarnación es la única explicación que encuentro. ¿No hay alguna grabación de ella?
—No, yo soy la única testigo.
—Continúe —me llevó de la mano al diván de nuevo—. ¿Qué pasó con ese matrimonio?
—Días antes del año nuevo enviudó, él murió del corazón —nos sentamos.
—Entonces como viuda heredó los bienes de su marido.
—No tanto así, él en su testamento dejaba estipulado que toda su fortuna la heredaba a su hijo, un hijo que nunca nació, algunos pensaron que tal vez ella había podido quedar embarazada para tomar posesión de todo pero no era así y el problema era que esa situación era su secreto ante la sociedad, se vio obligada a callar que todavía era virgen y que nunca se había consumado el matrimonio.
—Pero como viuda tenía derecho a algo de esa fortuna, al menos a una cuantiosa pensión mensual, ¿o no?
—No era mucho y para colmo… si volvía a casarse iba a perder ese derecho.
—¿Y entonces?
—El presunto heredero llegó o mejor dicho el legítimo heredero al no haber un hijo de este hombre.
—No entiendo.
—Al no tener descendientes directos nombró a su único sobrino varón heredero universal, era inglés así que viajó desde Inglaterra.
—Y supongo que en su ambición y sed de la riqueza de su tío, echó a su hermana a la calle despojándola de todo.
—Ella lo pensó pero no fue así, tuvieron que soportarse —sonreí.
—Y obvio dio inicio algún pleito que hizo cada día de su hermana un infierno.
—Al contrario, el infierno lo vivió con el difunto, con el sobrino el asunto fue diferente —me había ruborizado.
—¿No me diga que se enamoraron?
Asentí. Él exhaló.
—Ivonne si pretende que escriba una historia de romance le diré que no podré hacerlo —se apretó el inicio del tabique cerrando los ojos y quitándose los lentes.
—No es por una historia de amor que lo hice venir.
—¿Entonces? —me miró con cara de sueño.
—Lo hice venir por la historia detrás de ese romance.
—¿Y cuál es la historia detrás de ese romance?
—Un viaje en el tiempo.
Volví a tener su atención aún más, me miró abriendo bien sus ojos claros sin poder creerme.
—Ivonne no juegue conmigo —frunció el ceño.
—No estoy jugando, le pedí que abriera su mente.
—El que a los hombres nos guste la ciencia ficción…
—Esto no es ciencia ficción, ¿quiere acompañarme? —me puse de pie.
—¿A dónde? ¿Qué va a mostrarme ahora?
—Ya lo verá.
Dudó un momento pero exhalando y mostrando valor me secundó. Busqué unas llaves en uno de los cajones de mi tocador y salimos. Bajamos rápidamente, me siguió a la cochera donde esperaba mi Tucson gris.
—¿A dónde vamos Ivonne? —subió conmigo.
—A la cripta familiar —le contesté arrancando, se asustó.
—¿Cripta? —repitió poniéndose el cinturón.
—Voy a darle material para escribir señor Hyde —manejé sin dejar de ver la carretera.
—Ivonne verdaderamente comienza a asustarme.
—Sé que no le interesa el romance pero si el misterio y lo paranormal, pues bien, le advertí ayer que durmiera bien porque hoy estoy segura que no podrá hacerlo —me miró y sentí que retuvo el aire, sólo esperaba que estuviera preparado—. Espero que esté preparado y si no… —miré mi reloj de puño—. Tiene diez minutos para hacerlo.
Mi semblante tranquilo lo asustaba más, no dejaba de mirarme.
—Con que me garantice que saldré vivo es suficiente, soy hijo único y mi madre me necesita —intentó mostrar sentido del humor a pesar del miedo.
—Eso dependerá de usted —sonreí.