XXXVII
LA BARONESA DE MACUMER A LA VIZCONDESA DE L’ESTORADE
Génova.
Hermosa querida, he tenido el capricho de ver un poco de Italia y estoy encantada por haber arrastrado hacia este país a Macumer, cuyos proyectos sobre Cerdeña han sido aplazados.
Este país me cautiva y me entusiasma. Aquí las iglesias y, sobre todo, las capillas tienen un aspecto amoroso y coquetón que a una protestante deben darle gimas de hacerse católica. Han hecho grandes agasajos a Macumer. Si yo quisiera, Felipe obtendría la embajada de Cerdeña en París, ya que la corte se muestra encantada conmigo. Si me escribes, mándame tus cartas a Florencia. No tengo tiempo para escribirte más detalles; ya te contaré mi viaje cuando vayas a París. Sólo estaremos aquí una semana. Iremos luego a Florencia, pasaremos un mes en Toscana y otro en Nápoles con objeto de estar en Roma en noviembre. Regresaremos por Venecia, donde permaneceremos la primera quincena de diciembre; luego iremos, por Milán y Turín, a París en el mes de enero. Viajamos como dos amantes. La novedad de los lugares renueva nuestra hermosa luna de miel. Macumer no conocía Italia y hemos comenzado por ese magnífico camino de la Corniche, que parece construido por las hadas. Adiós, querida. No me guardes rencor si no te escribo; me es imposible encontrar un momento para mí misma cuando estoy de viaje; no tengo tiempo más que para ver, sentir y saborear mis impresiones. Para hablarte de ellas aguardaré a que se hayan revestido de los matices del recuerdo.