Epílogo
Una vez que estuvieron en casa, las heridas curadas, fueron capaces de hacer el amor igual que animales salvajes. Después, Gwen tenía demasiada energía para dormir. Se incorporó y empezó a saltar en la cama, desafiando a Sabin a hacer algo como eso. Se apoyó contra el cabezal de la cama, observándola a través de unos divertidos y brillantes ojos.
Ella chasqueó la lengua.
—Mírate. Solo ahí sentado, incapaz de seguirle un poco la corriente a una niña que...Ahhhhh.
Le había derribado las piernas desde abajo, haciéndola caer de espaldas. Sonriendo abiertamente, se lazó sobre ella.
—¿Quién está cansado ahora, huh?
Rió mientras giraba sobre él, el pelo cayendo alrededor de ellos igual que una cortina.
—No yo, eso seguro.
—Veamos qué puedo hacer al respecto.
Y lo hizo.
Mucho tiempo después, se encontró acurrucada a su lado, teniendo problemas para respirar.
—Así que, ¿Qué es lo que sigue, huh? —preguntó, más feliz de lo que había estado nunca. ¿Quién había pensado que Gwendolin la Tímida se liaría con el más fiero Señor del Inframundo, lanzándose a si misma en medio de una guerra y de esta forma?
Ella no, eso segura.
Por el momento, sin embargo, las cosas estaban en calma. Todas las parejas estaban a salvo, seguras y reunidas. Las mujeres (y Legión) estaban encontrando nuevas casas para los niños, tanto los que Gwen había capturado durante la batalla en Budapest y los que habían rescatado del Principal Cazador. Anya incluso tenía un favorito, al que llamaba Chico Fantasma, y sospechaba que la diosa le colocaría con una cariñosa familia en Budapest, dónde podría vigilarle.
Torin estaba buscando a la gente en la lista de Cronos, y los otros guerreros estaban barajando maneras de encontrar a Galen—y a Desconfianza. Gideon todavía se estaba curando, eso llevaría un tiempo.
Legión desaparecía periódicamente, y ambos, Paris y Aeron estaban actuando de forma extraña.
—¿Qué es lo siguiente para nosotros? —Preguntó Sabin—. Bueno, después de que mi corazón empiece a latir otra vez, voy a avanzar lentamente mi camino bajando por tu cuerpo y...
—No —dijo con una sonrisa, palmeando la mano para alejarla cuando le hizo cosquillas en el estómago—. Con los Cazadores.
Él se hundió más profundamente en el colchón, los brazos apretados a su alrededor.
—Danika piensa que Galen va a intentar emparejar a Desconfianza con la mujer que vio en el cuadro con él. Si tiene éxito, va a ser una lucha general cuando llegue el momento de la próxima batalla. Ellos no intentarán simplemente herirnos, irán por nuestras cabezas. Querrán liberar a nuestros demonios de modo que puedan emparejarlos con los nuevos anfitriones de su elección.
Ella lo había sospechado, pero todavía se estremecía.
—Brillante de mi... Galen, colocar un fragmento de tu mejor amigo en el interior del cuerpo de tu enemigo.
—Sí, pero no habría esperado nada menos del hombre que te engendró. Tus hermanas no tendrán lidiar con sus poderes o algo, ¿verdad? De ser así, quizás podemos convencerlas de que se queden. —Sabin trazó corazones a lo largo de la columna—. He oído que cada Harpía desarrolla algún tipo de habilidad después de vivir unos cuantos siglos. Una habilidad como la de viajar en el tiempo. Esa nos vendría bien, eso seguro.
—Solo Taliyah. Puede cambiar de forma, como hacía su padre. —Charlar con ella sobre su raza era algo fácil. Quería que Sabin supiese de ella.
—Mejor incluso. —Suspiró—. Tenemos que encontrar los artefactos antes de que lo haga Galen. Si no ha encontrado ya alguno. Ese látigo serpiente... cuanto más lo pienso, más me recuerda a la criatura que guardaba la Jaula de Compulsión. La misma clase de criatura que supuestamente guarda cada artefacto. Como es el guardián de Esperanza, no creo que tenga ningún problema para convencer incluso a un monstruo de que lo ayude.
—Si tiene uno, lo robaremos. Quiero decir, tienes una Harpía y a la diosa de la Anarquía de tu lado. Las probabilidades están a tu favor.
Rió entre dientes.
—Quizás tú y yo podamos visitar el Templo de los Tácitos. Algo nos habló allí sobre Danika, el Ojo Que Todo lo Ve. Quizás—quién quiera que sea—nos ayudará a encontrar algo más.
Gwen paseó el dedo sobre el pecho de él, amando el contraste de los tonos de las pieles.
—Y si encontramos a esa gente anotada en los pergaminos, podemos convencerlos de que nos ayuden. No tienes que preocuparte de que Duda cause problemas. Sabe que le daré una zurra.
—Lo sabe —le besó la sien—. Pero sí, haré cualquier cosa—dentro de lo razonable—para ganar esta guerra, incluyendo convencer a criminales que ayudé a encarcelar que me ayuden. Y realmente, eso debería ser fácil. Después de todo, convencí a la Harpía más feroz de todas de entregarme su corazón.
—¿Y haría cualquier cosa—dentro de lo razonable—para mantener a esa Harpía feliz?
—Como si no lo supieras.
—¿Lo sé? —Le sonrió abiertamente—. Pruébalo.
—Será un placer.
Estuvo de espaldas al instante siguiente, riendo como una colegiala, el cuerpo y el alma de Sabin, justo como le gustaba.