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Jueves, 22 de julio de 1999, 4:31 h
Una gruta subterránea, ciudad de Nueva York
Calebros se movió en la silla de oficina. Era muy difícil encontrar una postura cómoda, teniendo en cuenta la peculiar curvatura de su espina dorsal. Devolvió una hoja de papel —un breve informe con sus sospechas acerca de cierto Setita; Calebros había añadido un comentario acerca de otro asesinato de un Tremere en Washington, la base de operaciones del Setita— a una de las precarias pilas de libros y carpetas sobre su maltrecho y abarrotado escritorio.
Hojeó otro informe —el último procedente de Washington— y después se giró e introdujo un trozo de bolsa de papel marrón en su máquina de escribir[5].