8

N

igel miró atentamente la pantalla que tenía frente a él y dijo por el micrófono de garganta:

—Temo no entenderlo yo tampoco. Me parece otra de esas absurdas configuraciones de puntos.

—Sí, absurdas para nosotros —floreció la voz de Nikka metálica y lejana, en su oído.

—Está bien, lo asentaré en el registro pasivo. —Nigel pulsó algunos botones de mando—. Mientras transmitías eso recibí una respuesta del grupo de Kardensky. ¿Recuerdas la rata? Bien, no es una rata ni ningún tipo de roedor conocido por nosotros. Aparentemente no fue retratada en la Tierra y debe de medir por lo menos un metro de altura, a juzgar por la estructura visible de los huesos de sus espolones.

—¡Oh! Entonces es nuestra primera imagen de vida extraterrestre —exclamó Nikka, emocionada.

—Efectivamente. Kardensky la ha enviado a la comisión especial de la National Science Foundation, para que la publique.

—¿No deberíamos consultarlo con el coordinador Valiera? —Hizo la pregunta con tono preocupado.

—No te inquietes por eso, cariño. Estoy seguro de que los Nuevos Hijos controlan estrictamente lo que sale de la NSF. No tienen que depender de Valiera.

—Valiera no es un Nuevo Hijo —protestó Nikka, enfadada—. Estoy segura de que es imparcial.

—No he dicho que es un Nuevo Hijo, pero por otra parte no creo prudente suponer que no lo es. «No elaboro hipótesis», como dijo Newton. Escucha, sea como fuere, tenemos que seguir trabajando.

Nigel cambió de posición, incómodo, en su asiento, y atenuó la iluminación de la parte superior de la consola. La temperatura de la habitación pequeña, atestada, era unos cinco grados inferior a la que él prefería. El Emplazamiento Siete había sido edificado con bastante premura y los constructores habían descuidado algunos refinamientos, como un adecuado aislamiento y un buen sistema de circulación de aire.

Estudió sus notas durante un rato.

—Muy bien, entonces probemos la secuencia 8C00E.

Escribió algo. Al buscar información en la memoria de un ordenador totalmente desconocido, la dificultad consistía en que era imposible saber cómo estaba catalogado. La intuición le decía que las primeras combinaciones de la consola extraterrestre debían de ser de naturaleza más general que las posteriores, como si se tratara de una combinación de números arábigos ordinarios. El problema era que incluso en las lenguas terrestres la secuencia lógica de izquierda a derecha no era más común que las secuencias de derecha a izquierda o de arriba abajo o que cualquier otro encuadramiento que a uno se le pudiera ocurrir. Incluso era posible que los extraterrestres no hubieran utilizado un ordenamiento escalonado.

Hasta ese momento había tenido bastante suerte. Ocasionalmente, combinaciones análogas de la consola generaban en la pantalla imágenes que tenían alguna relación entre sí. Por ejemplo las configuraciones comunes de puntos, incluidos aquellos que se movían. Las secuencias que los producían tenían algunos prefijos coincidentes. Ello demostraba quizá la existencia de un ordenamiento escalonado, y quizá todo era producto del azar. Hasta entonces le había pedido a Nikka que utilizara sólo una parte de los interruptores disponibles en la consola. Ciertamente, algunos de ellos no debían de corresponder a simples números de catálogo para la recuperación de datos. Algunos debían de representar módulos de mando. El tercer interruptor de la derecha de la decimoctava hilera, por ejemplo, tenía dos posiciones fijas. ¿Acaso una era la de «activación» y la otra la de «desactivación»? ¿Acaso una archivaba el dato y la otra lo destruía? Si él y Nikka se circunscribían a un área reducida del tablero, quizá no tropezarían con demasiados módulos de mando antes de obtener alguna información correcta. No debían correr el riego de desactivar totalmente el ordenador mediante la manipulación aleatoria de todos los interruptores.

Nigel estudió un momento la pantalla. Titiló una imagen. Parecía mostrar la imagen rojo oscuro de un pasaje de la nave. En el corredor se veía un recodo, y mientras él miraba apareció en la pantalla una grafía de aspecto persa, que fluctuó del amarillo al azul y después desapareció. Esperó y la configuración reapareció.

—Qué misterioso —comentó Nigel.

—No creo haber visto ese pasaje —dijo Nikka.

—Debe de ser algo parecido a las tres fotos que mencionó el Equipo Número Uno del turno anterior. Proceden de secciones irreconocibles de la nave.

—Deberíamos consultar con los técnicos —manifestó Nikka—. Pero sospecho que todas estas imágenes muestran secciones de la nave que se pulverizaron en la caída.

Nigel frunció los labios.

—¿Sabes una cosa? Se me acaba de ocurrir que el hecho de que esta inscripción aparezca y desaparezca con una periodicidad de varios segundos indica algo. Si nuestros amigos los extraterrestres podían leer esto, debían estar en condiciones de resolver configuraciones temporales a una velocidad mayor de un segundo.

—Cualquier animal puede hacerlo.

—Efectivamente. Pero es probable que quien construyó esta nave no fuera un animal cualquiera. Por ejemplo, los pequeños interruptores de la consola indican la presencia de apéndices semejantes a los dedos, para manipularlos. Claro que sabemos que los animales deben tener la facultad de ver elementos que se mueven a una velocidad mayor de un segundo, porque de lo contrario los atraparían y los devorarían muy pronto. Es interesante comprobar que los extraterrestres se parecían a nosotros por lo menos en esto. De todas maneras sigamos adelante. Lo registraré —pulsó algunos botones—, para que lo verifique el Equipo Número Uno.

Escogió algunas secuencias que diferían de las anteriores sólo en el último «dígito» y no apareció ninguna respuesta en la pantalla.

—¿Estás segura de que ese interruptor sigue funcionando? —preguntó Nigel.

—Hasta donde yo sé, sí. Los indicadores no han revelado ninguna pérdida de energía.

—Muy bien. Prueba esto. —Leyó un número.

Ahora la pantalla cobró vida inmediatamente: una confusa mezcolanza roja de elementos casi circulares.

Una larga línea negra atravesaba la pantalla. Penetraba en una de las burbujas de forma anómala. Dentro de ella había pequeños detalles de sombreado oscuro, que no aparecían en las otras.

—Qué extraño —comentó Nigel—. A mí me parece una microfotografía. Me recuerda algo de mis días de estudiante, algo que vi en el laboratorio de biología. Se lo enviaré a Kardensky.

Marcó la solicitud de línea directa entre el Emplazamiento Siete y Alphonsus, obtuvo la confirmación y entonces despachó el mensaje a la Tierra. La transmisión duró varios minutos. Simultáneamente, la señal quedó registrada en el archivo de grabaciones del Emplazamiento Siete. Alphonsus sólo era una estación intermedia. Nigel garabateó algunas notas y le dio otra secuencia a Nikka.

—¡Eh!

La voz de Nikka le hizo levantar la vista de sus anotaciones. Algo enfundado en un traje resbaladizo, gomoso, apareció en la pantalla contra un fondo de helechos bajos. Parecía tener una base semicircular, en lugar de piernas. Se veían dos brazos, con unas protuberancias romas debajo de ellos, y el cuerpo estaba coronado por un casco parcialmente opaco. A través de este se vislumbraba el contorno vago de una cabeza. Nigel tuvo la convicción de que ese lugar era la Tierra. La forma del follaje era sencilla y hasta cierto punto familiar.

La figura uniformada no dejaba entrever más detalles, pero no fue ella la que atrajo la atención de Nigel. Había algo más, alto y obviamente desprovisto de uniforme. Estaba cubierto por una espesa pelambre oscura y se hallaba oculto a medias por los helechos. Empuñaba algo parecido a una piedra grande en sus manos enormes, redondeadas.

Nikka y Nigel intercambiaron opiniones durante varios minutos. La figura uniformada parecía extraña, como si transgrediera la forma en que un ser debía mantenerse erguido venciendo la fuerza de gravedad. Pero la criatura alta, pesada e hirsuta y amenazante, produjo en Nigel un vago sentimiento de zozobra.

No obstante todos sus esfuerzos, no podía apañar la convicción de que era humana.

Nigel había abierto la boca para agregar algo más cuando una enardecida voz de hombre irrumpió en el circuito.

—¡Desocupen inmediatamente la nave! La sección técnica acaba de detectar una descarga de arco en el pasaje número once. Se registran sobrecargas de energías en otros niveles. Tememos que se trate de una reactivación del sistema defensivo. Evacuen inmediatamente.

—Te aconsejo que salgas enseguida, nena —dijo Nigel insustancialmente.

Él estaba a salvo, sepultado bajo muchos metros de polvo lunar, cerca de los aposentos. Nikka asintió y desconectó el circuito.

Nigel permaneció un largo rato en su asiento, contemplando la criatura reflejada en la pantalla. Estaba vuelta a medias, con una pierna ligeramente levantada. Sin embargo, quién sabe por qué, tuvo la impresión de que lo miraba directamente.