13. Para mí, ésta es la única vida

La gente se muestra aprensiva cuando me conoce, ya que piensan que me los voy a comer. Pero por dentro soy bastante tímido, y muy poca gente sabe cómo soy realmente.

Recuerdo que hubo una época en los primeros tiempos en los que naturalmente quería que la gente me observase, y por lo tanto te vistes de acuerdo con esa idea. Llevaba ropa de Zandra Rhodes y me pintaba las uñas de negro, y llevaba maquillaje y cabello largo. Llevaba blusas de mujer y entonces entraba en una habitación dando un portazo. Ésa es la manera de entrar en los sitios, y es algo que puedes hacer. Esas cosas las puedes hacer si estás en esa situación. Y ahora, tras haber pasado por muchas cosas, quiero mi privacidad.

Odio mezclarme con muchas personalidades del mundillo musical. Podría emular a Rod Stewart y juntarme con ese gentío, pero quiero mantenerme al margen. No soy una de esas personas a las que les gusta hacer ruedas de prensa, porque ante todo quiero mantener mi vida privada al margen. En los primeros tiempos solía gustarme que me reconocieran, pero ahora no. Cuando no estoy en Queen quiero ser un hombre corriente de la calle.

Hay ocasiones en las que me levanto por la mañana y pienso: «¡Dios mío, ojalá hoy no fuera Freddie Mercury!». Me guste o no, estoy expuesto a los ojos del público, pero no quiero que todo lo que haga sea de dominio público. Soy Virgo, soy como Greta Garbo, quiero que me dejen en paz. Soy un tanto solitario, pero no es algo premeditado. Me gusta estar solo y encerrarme con mis amigos, pero odiaría estar en una isla desierta. Lo detestaría. Me gusta estar con gente, pero me gusta tenerla en mi entorno. Hago que mis amigos vengan a verme, y quizá es algo muy egoísta, pero para mí supone un regalo maravilloso.

La gente es lo más importante, pero tengo que rodearme de algo, incluso aunque sólo sean objetos de arte. Así que colecciono muchos, y toda mi casa está llena de piezas de arte japonés y antigüedades. Por eso mismo, también quiero tener muchos peces y muchos gatos. Supongo que es una especie de actitud tímida.

Puedo asumir muchos riesgos en el mundo de la música porque es el mundo en el que vivo y en el que no hay límites. Pero no correré riesgos en lo que a mi vida social se refiere. En una situación social tengo que sentirme totalmente cómodo antes de meterme en ella y eso puede hacerme parecer una persona muy aburrida. Creo que seguramente hago más vida social cuando estoy en distintas partes del mundo, porque me gusta ver cosas diferentes y creo que en Londres no encuentro tantas cosas que ver. Supongo que es porque vivo allí; cuando estoy en Londres me gusta estar en casa. Pero cuando salgo de gira es cuando paso algunos de mis mejores momentos, porque voy a ver lugares nuevos y no me da miedo acudir a nuevos eventos. Soy bastante entrometido. La gente me cuenta cosas y me gusta descubrirlas por mí mismo.

Era un adolescente muy inseguro, seguramente porque estaba un poco sobreprotegido. Mi tío tenía un chalet en Dar es Salaam, a poca distancia de la playa, y por la mañana me despertaba el criado. Con un zumo de naranja en la mano, bajaba literalmente a la playa. En cierto sentido he sido muy afortunado, incluso en los primeros tiempos. Me gusta que me mimen, es algo con lo que he crecido.

También era un niño precoz y mis padres pensaron que meterme en un internado me haría bien. Así que cuando tenía unos siete años, me metieron en uno en la India durante una temporada. Fue una educación convulsa, lo que parece haber dado sus frutos, supongo.

Por supuesto, tuve sentimientos de añoranza al verme alejado de mis padres y mi hermana —sentimientos de soledad, sentimientos de ser rechazado—, pero tenías que hacer lo que te decían, así que lo más sensato era sacar el máximo provecho. Me metieron en un ambiente en el que tuve que arreglármelas solo, por lo que aprendí a ser responsable ya desde pequeño, y creo que eso es lo que me ha convertido en un diablillo.

Una cosa que te enseñan los internados es cómo arreglártelas solo, y lo hice desde el principio. Me enseñó a ser independiente y a no confiar en nadie más. Todo lo que cuentan sobre los internados es más o menos cierto, lo de las amenazas y todo lo demás.

No me gustaba ni el críquet ni salir a correr largas distancias; ¡era un perfecto inútil en ambas cosas! Pero se me daban bien las carreras cortas, era bueno jugando al hockey, y era sencillamente fenomenal en el ring de boxeo… te lo creas o no.

Me acosaba el típico profesor raro, pero no me afectó porque, de alguna manera, en el internado no te enfrentas a eso, tan sólo eres ligeramente consciente. Hubo una época en la que era joven e ingenuo. Perdí la cabeza por un profesor, y hubiera hecho cualquier cosa por él. Es algo por lo que pasan los estudiantes, y yo tuve mi ración de bromas estudiantiles, pero no voy a dar más detalles.

Tuve clases de piano en la escuela y realmente lo disfrutaba. Fue algo que quería mi madre. Se aseguró de que continuaba los estudios de piano y llegué hasta el cuarto curso de conservatorio, tanto práctico como teórico. Al principio, yo seguía con las lecciones porque sabía que ella así lo quería, pero luego me empezó a gustar mucho tocar. Básicamente toco de oído y no sé leer partituras en absoluto. No lo necesito. Eso se lo dejo a otros. No es como Mozart, ¿verdad? De esta manera llegamos a más gente.

Creo que siempre me gustó cantar pero no me lo planteé como una carrera. Cuando era un niño pequeño estaba en el coro y sencillamente me gustaba cantar. Copiaba canciones de Elvis, y entonces de repente me di cuenta de que de hecho podía escribir canciones y hacer mi propia música. Llámalo un don natural, o lo que sea.

Más tarde acudí a la facultad de Bellas Artes de Ealing, el año después de que Pete Townshend la dejara. La música era una actividad suplementaria a cualquier cosa que hiciéramos y la escuela era una cantera de músicos. Conseguí mi diploma y luego pensé que podría trabajar de artista gráfico por mi cuenta. Lo hice un par de meses pero luego pensé: «Dios mío, ya tengo suficiente». No tenía ningún interés. Y el tema de la música fue creciendo cada vez más. Finalmente dije: «Muy bien, voy a arriesgarme con la música». Soy una de esas personas que cree en hacer las cosas que te interesan. Y la música es de lo más interesante, queridos míos.

¿Soy presumido? Hasta cierto punto, sí. Poseo esos ingredientes. Me gusta sentir que tengo buen aspecto en todo momento cuando salgo por ahí. Creo que es una especie de felicidad interior. Ha de salir de dentro. Para mí, la felicidad es lo más importante, y si soy feliz entonces eso se refleja en mi trabajo. Mi felicidad se define de muchas formas. Hacerle un regalo a alguien es maravilloso, pero también me llena mucho actuar delante del público. No estaría en este negocio si no me gustara.

Creo que la mayoría de la gente como yo pasa por diversas etapas, y a veces he tenido malas rachas. Pero no tengo tantos problemas como tenía antes, cuando las cosas me dejaban paralizado. Solía enfrentarme a cada problema según se presentaba. Era algo que tenía metido dentro y tuve que superar ese obstáculo o de lo contrario no hubiese podido sobrevivir, no hubiese podido hacer nada más. Ahora creo que he madurado y he aprendido a enfrentarme a los problemas. No dejo que las preocupaciones me abrumen porque disfruto también de los buenos momentos cuando se presentan y vivo el día a día, de verdad.

Sin duda, soy una persona extravagante, y me gusta vivir la vida. Me lo trabajo y quiero pasarlo bien. Quizá la buena vida no se presente otra vez, así que quiero disfrutar un poco. Ahora no me asusta hacer lo que quiero hacer y no me preocupa si hago un poco el ridículo. No me importa caerme dentro de un cubo de basura, lo cual me ha pasado muchas veces, siempre que me lo esté pasando bien.

El aburrimiento y la monotonía son las mayores enfermedades en todo el mundo, queridos. Nunca podrás decir que la vida conmigo sea aburrida. Los excesos forman parte de mi naturaleza y realmente necesito el peligro y la excitación. A menudo me aconsejaron mantenerme alejado de lo clubes porque son demasiado peligrosos. Pero es algo que me encanta. No me da miedo arriesgarme. No nací para quedarme simplemente sentado y viendo la televisión. Me encanta rodearme de gente interesante y extraña porque me hace sentir más vivo. La gente extremadamente seria me aburre como una ostra. Me encanta la gente extravagante. Soy inquieto y muy nervioso por naturaleza, así que no sería un buen padre de familia.

No hago cosas a medias. Puedo pasar de un extremo a otro con bastante facilidad. No me gustan las medias tintas. El gris no ha sido nunca uno de mis colores favoritos. Cambio día a día como un camaleón. Para mí cada día es diferente y es algo que me hace mucha ilusión porque no quiero ser la misma persona cada día.

No puedo quedarme descansando en la cama todo el día sin hacer nada. Apenas leo libros porque creo que son una pérdida de tiempo. Me relajo de maneras que la gente no puede entender, como dormirme en un avión cuando estoy en un vuelo de veinte minutos. Ése es todo el descanso que necesito. No necesito dormir muchas horas, me las arreglo con tres o cuatro horas de sueño cada noche. Para mí es suficiente. Recargo mis baterías en ese poco tiempo y ya estoy otra vez en pie.

Tengo que hacer algo cada día. Quiero ganarme el sustento. No puedo estar sentado mucho tiempo, y si sabes que necesitas entretenimiento constantemente, te aseguras de tenerlo. Puede que sea ambicioso, pero soy un artista… Lo llevas en la sangre. Soy un actor, así que dame un escenario. Pero, en cierto modo, he creado un monstruo y soy yo el que tiene que vivir con él. Seguramente me volveré loco dentro de unos años. Voy a convertirme en uno de esos músicos dementes.

El trabajo es lo que me impulsa y seguiré así mientras mi organismo me lo permita. Las cosas que más admiro son aquellas que requieren una total dedicación, doce horas de trabajo al día, y noches de insomnio. No soy el único. Creo que Phil Collins es un buen ejemplo, porque también es un auténtico adicto al trabajo.

La gente piensa que soy un auténtico…, empieza por «c», pero no puedo decirlo… ¡y no es cielo, precisamente! Soy alguien difícil de tratar y, para algunas personas, soy una zorra. Me encanta estar rodeado de zorras. Desde luego, no voy buscando la gente más perfecta, porque sería aburrido. Soy como un perro enloquecido en la ciudad y me gusta disfrutar de la vida. Pero ahora, de hecho, presto más atención a conseguir que la gente se dé cuenta de que soy alguien normal. Es una mierda que la gente piense: «¡Oh, Freddie Mercury, seguro que no querrá hablar conmigo!». Pero, ¿sabes?, hay una línea divisoria muy fina, porque cuando la gente se cree que tienes todo ese dinero y ese éxito, pero sigues siendo uno de sus colegas, entonces te pisotean. Es entonces cuando tienes que plantarte y decir: «Aún soy una puta estrella, respétame, pero aún puedo tomar una taza de té y pasarlo bien contigo». Es sólo cuestión de disciplina.

Siempre tienes una cierta idea de lo que eres, y creo que mi personalidad en el escenario es totalmente diferente a mi personalidad fuera de él. Tengo varias facetas. Por lo general, creo que soy agradable, pero puedo cambiar y ser malhumorado y odioso. Creo que cada persona está compuesta de muchas facetas, y yo no soy diferente. Conmigo no van las medias tintas, y eso puede ser peligroso porque alguien puede pisotearme, lo cual ha ocurrido muchas veces. Pero a veces también soy un gran macho y un objeto sexual, y soy muy arrogante. Entonces, nadie puede conmigo.

No soy perfecto, de ninguna manera, pero juego limpio. A veces soy demasiado indulgente, ése es mi problema. Soy una persona muy posesiva, pero también quiero mi trozo de pastel y comérmelo. Una vez he descubierto que alguien me ha traicionado, cambio de repente y me convierto en un ogro. Soy muy duro en apariencia, pero muy blando por dentro, igual que esos bombones de la marca Black Magic.

Esta imagen que he representado a lo largo de los años ha sido en cierto modo fingida. Llevaba disfraces y me metía en diferentes ambientes y personajes, pero por debajo de eso está el auténtico yo. Todo este tiempo he estado fingiendo, llevando plátanos en mi cabeza, adornos baratos y saliendo al escenario a hombros de alguien. Me gusta ridiculizarme a mí mismo y no tomarme demasiado en serio. No llevaría todas estas ropas si fuera serio. Lo único que me hace seguir adelante es que me gusta reírme de mí mismo. Pero todo es fingido. Por dentro sigo siendo un músico.

Tengo todo tipo de paranoias. Estar solo es una de ellas. No puedo ir a ninguna parte solo. Siempre ha de haber alguien conmigo cuando voy de compras, seguramente porque no me gusta que me observen. No me importa quién me mire, pero no me gusta la gente que es un tanto maleducada, que simplemente se me acerca, porque a nadie le gusta eso.

Todo el mundo tiene sus momentos en los que se da aires de superioridad. Quiero decir que, por ejemplo, nunca me ato yo mismo los cordones de los zapatos. Nunca. No es algo propio del rock’n’roll. Queridos míos, soy la criatura más vanidosa que hay. A veces hago ejercicio, aunque no me gusta ir al gimnasio propiamente dicho. Es un poco embarazoso, especialmente cuando hay todos estos tipos enormes mirando a un debilucho levantando unas pesas. Tampoco me gusta cómo sobresalen mis dientes. Me los voy a arreglar, pero aún no he tenido tiempo. Aparte de eso…, soy perfecto. Hablando en serio, soy bastante auténtico por dentro. No me impongo a los demás, odio toda esa mierda, de verdad. Creo que mis mejores amigos saben que, de hecho, pueden tomarme el pelo y meterse conmigo.

Se trata de un proceso de crecimiento. La gente crece, y después de todos estos años has de demostrar que has madurado, para que así la gente que también ha crecido contigo no pueda decir de repente: «¡Dios mío, todavía lleva el cabello largo, y todavía lleva las uñas de negro y una blusa de mujer!». Eso es ridículo, me sentiría ridículo. Hasta hace poco, vestirse de manera informal significaba cambiar de un traje negro de satén a uno azul. Me gusta vestir con cierto estilo.

Siempre he querido ser mi propio jefe y siempre he creído saber lo que más me convenía. Suena muy precoz, pero sabía lo que quería. Y si todo se acabara mañana, lo volvería a hacer todo según mis propias normas. Sé que todo se va a acabar un día, pero eso no me va a quitar el sueño. No es la razón por la que estoy en esto. Estoy en esto por los retos. No quiero que las cosas me resulten demasiado fáciles ni que nadie me las dé en una bandeja de plata. Lo odiaría. Y, de todos modos, lo rechazaría.

Nunca intento autoanalizarme, odio ese tipo de cosas y ni siquiera me gusta que me lean la palma de la mano. Hay gente que me ha llamado y me ha dicho: «Oh, tienes que ir a ver a esta persona, acierta muchas cosas». Pero eso me asusta, si te soy sincero. Me gusta descubrir las cosas por mí mismo. Sería muy aburrido si averiguara lo que me va a ocurrir, porque entonces me pasaría toda la vida intentando evitarlo.

Soy una de esas personas que no mira atrás y se lamenta por los errores cometidos. Si se trata de un error, entonces simplemente pienso: «Ya ha pasado, se acabó». Del mismo modo, no puedes regodearte en el éxito, porque en este negocio sólo eres tan bueno como lo haya sido tu último disco. Y funciona en ambos sentidos, así que si me saliera una auténtica manzana podrida, me importaría un bledo.

Todo el mundo quiere que lo elogien de alguna manera, ya sea en el campo musical o en lo que sea, y así soy yo. Pero sería bastante feliz siendo famoso de una manera completamente diferente. Lo que importa es el éxito y sentir el peso del éxito encima de ti, de cualquier manera, ya sea como un magnate del petróleo o cualquier tipo de ejecutivo. Siempre lucharía por el éxito, así que no me preocupa el hecho de que lo consiga siendo un músico. Es un regalo maravilloso. Aunque…

No creo que pudiera ser un mecánico de coches y, además, soy un negado para hacer sumas y cosas así. En lo que respecta a la ciencia, soy un cero a la izquierda, y tampoco soy un manitas…, oh, no. ¡Soy un puñetero inútil!

Sé como sacar lo mejor de mí mismo, y siempre he tratado de encontrar el talento que tenía y desarrollarlo para intentar conseguir algún tipo de reconocimiento y éxito. Es algo que controlo mucho más actualmente porque sé lo que quiero y lo que no quiero. Vivo para el mañana. Que se joda el hoy, viva el mañana. No voy a escuchar a la gente diciéndome cómo debería comportarme. Nadie me dice lo que tengo que hacer.

No me considero una leyenda. Las leyendas y yo no nos llevamos bien. Sólo soy un encanto de persona…, soy un amor. Para mí una leyenda es alguien como Montserrat Caballé. Ella es la leyenda y yo tan sólo soy una vieja fulana. No quiero compararme con nadie, porque no creo que yo tenga comparación con nadie.