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-¿Nuestra relación? Teníamos pocas cosas en común, aparte de ser hermanas; cada una iba por su lado. Ella era solitaria; yo siempre tuve muchas amigas. Me interesaba por cosas que ella consideraba frívolas. De adultas nos distanciamos más. Cuanto más feliz era yo, más desgraciada era Amy.
-¿Y el marido?
Sandy emitió un sonido de disconformidad.
-Ese bruto no estaba a su altura. Intenté disuadirla, pero no escuchaba a nadie cuando se le metía algo en la cabeza. Se tiró al precipicio con los ojos vendados. Luego le ofrecí dinero; estaba con el agua al cuello. Yo nunca he pasado apuros, ¿entiende? Mi marido es productor de cine y gracias a Dios no nos falta de nada. Habría podido mantener a Amy y Emily, pero se negó a que lo hiciese. Estaba empeñada en vivir de sus cómics y que el mundo reconociese su talento. Aceptar mi ayuda equivalía a prostituirse. ¡Mantenía un pulso suicida con su destino!
El auto-malditismo destruye a las personas, se dijo Coleman. ¿Quizá Amy había adoptado una actitud fatalista desde niña que atrajo las desgracias? En cambio Sandy irradiaba optimismo y energía positiva.
El misterio de la buena y la mala suerte no era inexplicable. Somos lo que parecemos, solía decir su padre. Y estaba en lo cierto.
Sandy secó la lágrima furtiva que se deslizaba por su mejilla.
-¿Su hermana tenía alguna enemistad?
-¡Si no hizo mal a nadie! La conocían bien en las tiendas de cómics, pero no creo que esos comerciantes albergasen malas intenciones. Y dudo que un psicópata se encaprichase de ella al verla deambular por la calle cargando con sus obras en una mochila.
***
-El liderazgo femenino es decisivo para la revolución mundial.
Emily no se podía creer que compartiese con un hombre aquello. Lazarus había conseguido que le abriese su corazón y se expresase con naturalidad.
Ya estaba hecho. Se había descubierto. ¿La tomaría por una chiflada? ¿Qué pensaba de ella?
Nunca era inocuo mencionar a RW, un movimiento peligroso para el sistema. Al poner en Google Radical Women los enlaces de las webs oficiales aparecían vetados con el mensaje: Este sitio puede dañar tu ordenador. Y si insistías saltaba una enorme advertencia recordándote que tu ordenador podía resultar gravemente dañado si accedías a la página solicitada.
-¡Yo soy una guerrera RW! –dijo con firmeza, en un ejercicio de autoafirmación.
Y yo un agente del Caos, se dijo con sorna Lazarus F. Es decir, un peón indirecto del elitista grupo que gobierna el mundo, ese puñado de zorros que no superan en número a los apóstoles de Jesús. Los Perfectos, o los Invisibles. Nadie conoce sus nombres. Aunque poseen la mitad de la riqueza del planeta no figuran en la lista Forbes.
Pero sentía curiosidad por esas amazonas modernas.
-¿Dónde surgieron las RW?
-En la Free University de Seattle, en la asignatura Women and Society que impartía Gloria Martin, una veterana comunista que defendía los derechos civiles de las mujeres. En 1967 Martin y sus alumnas crearon el grupo para luchar contra el abusivo sistema patriarcal.
-Un propósito muy loable.
-Las otras tres fundadoras eran Clara Fraser y Melba Windoffer, del Freedom Socialist Party, y Susan Stern, de la asociación Students for a Democratic Society. Martin, como ideóloga, sentó las bases de acción. Dijo: Debemos demostrar que las mujeres podemos establecer unos principios teóricos de igualdad social, actuar políticamente, administrar una organización y potenciar el liderazgo indígena, protagonizado por mujeres africanas, herederas de nuestra sabiduría ancestral, para propiciar la necesaria liberación de la mujer tras los milenios de esclavitud a los que nos han sometido los hombres y materializar una revolución global que transforme la realidad, recuperando los principios de paz, justicia y equidad de los que disfrutamos en el pasado, y que podemos lograr todo eso por nosotras mismas, sin la colaboración de ningún hombre.
Lazarus F. sonrió. Emily se expresaba con un ardor impresionante. La mutación era pasmosa. La loba emergía de las cenizas de la joven anodina. Su cara ahora tenía carácter gracias a esa expresión apasionada.
-¿Cómo se concretó todo eso?
-Las RW se opusieron a Vietnam y a las intervenciones militares de los países occidentales fuera de su territorio.
-Le habría ido mejor a Martin con una sociedad secreta.
Emily esbozó un gesto de indignación.
-¿Estás loco? Las sociedades secretas son un perverso invento masculino como las religiones y las ideologías políticas.
-Vaya, qué sentencia lapidaria.
-Llevamos demasiado tiempo condicionados fatalmente por una sarta de mentiras.
-¿Algún logro reseñable?
-La marcha que organizamos en el sesenta y nueve por las calles de Washington para reivindicar nuestro derecho al aborto fue un éxito. En el setenta hicimos una huelga sin precedentes para que los salarios de las trabajadoras negras de la Universidad de Washington se equiparasen a los de los hombres. Las acciones lideradas por Clara Fraser provocaron que la compañía eléctrica pública Seattle City Light capacitase a las mujeres para ejercer como electricistas profesionales. Y la desobediencia civil promovida por la Asociación de Trabajadoras de la Construcción Unidas permitió que las mujeres fuesen aceptadas en muchos oficios que hasta entonces habían desempeñado exclusivamente los hombres.
-Así que el enemigo a batir es...
-La estructura capitalista de producción y distribución de productos se origina en postulados sexistas, clasistas y racistas. Legitima, promueve y cronifica las desigualdades sociales.
-Y la alternativa es…
-El socialismo, no el nominal de los partidos políticos neo-liberales liderados por los hombres, sino uno de hecho, integrador, multi-racial, multi-cultural y horizontal, en contraposición a la estructura de poder capitalista piramidal, elitista y excluyente.
-¡Uff!
***
-Perdóname por amargarte con mis obsesiones.
Don la chistó mientras introducía las manos debajo del camisón para acariciarle los senos, aun sabiendo que ella reaccionaría mal. Al principio se ponía rígida. Asociaba el sexo a los malos tratos.
Paciencia.
Poco a poco conseguía que se liberase de la tensión acumulada a lo largo de veinte años.
Amy debe respirar. Necesita reencontrase con su naturaleza femenina, comprender que el sexo es placentero si se practica con amor.
Siguió acariciando su cuerpo aunque ella no reaccionase. El vientre, los muslos, el trasero, la espalda.
Tardaba un rato en renunciar a esa condición de aterrorizada estatua.
***
Sacó una fotografía de la cartera para mostrársela al dependiente.
-Son preciosas. Se nota que tienen rasgos de su abuela.
Madison se sentía en la gloria. ¡Aquel argentino apuesto y gentil había desbaratado el sopor de sobremesa!
Oliver, al margen de la conversación, curioseaba distraídamente las joyas expuestas en los estantes. ¡Maldita complicidad entre su mujer y ese hispano presumido!
-¿Qué tipo de perlas prefiere?
-Las de los mares del Sur, que son más grandes.
Horacio asintió.
-Las australianas, imagino, pero las de Tahití son igual de grandes y presentan una gran variedad de colores: azul cobalto, gris, negro.
-Las pocas perlas de Tahití perfectas son carísimas –objetó Madison.
-En efecto –convino Horacio, sorprendido, y tomó unos pendientes del expositor-. Mire éstas japonesas. Se cultivan en una ostra especial llamada akoya.
-¿En el mar?
-Sí.
-Su redondez es perfecta.
-Como son pequeñas podrían ir bien para el collar de sus nietas.
-Dicen que las perlas japonesas no son completamente naturales.
-Así es, debe introducirse un núcleo sintético en la ostra para que reaccione cubriéndolo hasta formar la perla.
-Las prefiero naturales, como la vida misma.
Sintiéndose desplazado, Oliver enseñó un collar a su mujer.
-¿Qué te parece, querida?
Horacio fingió mirarlo admirativamente.
-¡Buena elección! –dijo-. Perlas Mabe. Su blancura es exquisita.
-Las perlas Mabe no son completamente naturales –objetó Madison.
Horacio se dijo que esa señora era una experta en la materia.
¡Compartía su obsesión por las perlas naturales!
-También se obtienen introduciendo un núcleo artificial, preparado para provocar una reacción química en la ostra, que segrega nácar y forma la perla alrededor del núcleo –dijo, dirigiéndose a Oliver, que tenía la mirada fija en su mujer.
-Descartado. Déjalo en su sitio, papi –dijo Madison.
Horacio temía que su exigente clienta se fuese con las manos vacías. Pearl Factory no era Tiffany. Los clientes que salían de allí insatisfechos se iban a una de las tres tiendas Tiffany que había en lugares estratégicos, en Post, Montgomery y Leavenworth.
-Sólo nos queda la variedad Freshwater, cultivada en agua dulce –en seguida añadió enfáticamente-: ¡Están formadas totalmente de materia orgánica y las produce una variedad exclusiva de moluscos!
-Las conozco. Tienen un problema. Al no poseer núcleo es difícil que salgan completamente redondas –dijo Madison.
Horacio apretó los dientes, contrariado. No le quedaban más opciones.
-¿Dónde se cultivan? –preguntó Oliver, que había dejado el collar de perlas Mabe en su sitio y estaba de vuelta para evitar que Madison se comiese al dependiente con la mirada.
-En los lagos y ríos de China –dijo Horacio, agradeciendo la intervención del marido, un potencial aliado.
-Entonces no pueden ser buenas –apuntó rápidamente Oliver-. Lo que viene de China no es de calidad. Allí hacen artículos de saldo, muy baratos pero malísimos. Su mano de obra está tirada por los suelos y la materia prima no ofrece garantías.
A Horacio se le cayó el alma a los pies. ¿Aquel matrimonio de venerables ancianos se había propuesto tomarle el pelo?
-Ustedes verán –dijo, reprimiendo su frustración.