Lo primero: no es el autocontrol
No dar salida a la rabia a las hormonas del estrés te convertirá en una olla a presión. La interiorización de los sentimientos no es algo bueno, retener los sentimientos vuelve loco. Puede parecer admirable a primera vista, mantenerse frío es “cool”, pero tienes que canalizar los sentimientos o explotarás.
Por eso se equivocan los que se enorgullecen del autocontrol. No se dan cuenta que necesitan un escape. Pero como el autocontrol es algo socialmente aceptable, aguantan todo y se convierten en una bomba de relojería. En reuniones sociales o en el trabajo se controlan, pero de puertas para adentro bajan la guardia y lo pagan con el primero que ven. Entonces cuando se sienten a salvo en casa, en el coche o con su droga preferida, explotan.
Es el caso de la "bellísima" persona con reputación de ayudar y sin salidas de tono. Al de unos años salen a la luz sus monstruosidades. De puertas para adentro se quitaba la máscara social y era un egoísta que no ayudaba nada a su familia, se quejaba todo el día y aterraba a sus hijos con un temperamento explosivo.
No hubiera ocurrido esto canalizando su estrés.