20

 

 

 

 

 

Sasha se despertó por la mañana junto a Liam y esta vez no pudo más que reír.

Dime que estoy soñando. Debo de estar drogada. Estamos locos, mira que intentarlo otra vez...

convino Liam, dándose la vuelta con una amplia sonrisa.estamos locos y me encanta. Piensa lo aburrida que sería sino la vida.

Sí, podría ser hasta normal. Vete tú a saber qué se siente. Yo ya no me acuerdo.

Es aburrida contestó Liam, sonriendo.

No me digas eso, por Dios.

¿Qué vamos a hacer hoy?

Tú, no sé, don Artista Chiflado. Pero yo tengo que trabajar para vivir. Tengo hijos y artistas que mantener.

A mí no. Lo he vendido todo repuso él con alegría mientras se acercaba a besarla. Volvían a ser felices. La vida era una delicia .Volveré después de Vermont. Tenía pensado regresar a Londres desde Boston, pero en aquel momento, en un abrir y cerrar de ojos, había cambiado de planes. Puedo volver contigo a París, si quieres. No quiero inmiscuirme en tus Navidades con Xavier. Podría pasar unos días en Londres.

No. Quiero que vengas. Xavier estará encantado. De todos modos Tatianna no pasaría la Navidad con ellos. Sin su padre le deprimía pasar las fiestas con su madre y su hermano. Xavier era más leal y nunca la habría dejado sola. Liam dijo Sasha, sentándose en la cama. Parecía que tenía algo serio que anunciar. Esta vez no voy a perderte. No importa qué tenga que hacer. No quiero volver a fastidiarla. Y si sales corriendo, iré tras de ti. Quiero que lo sepas. O conseguimos que funcione o morimos en el intento. No podría perderte otra vez.

A sus órdenes, señora. Saludó y fue hacia la ducha. Era maravilloso volver a tenerle en casa, ver su bello y alto cuerpo desnudo y su larga melena rubia.

¡En serio! le gritó Sasha a la espalda. Hoy mismo se lo cuento a Tatianna. El comentario iba dirigido a ambos. Sabía que esta vez Tatianna no opondría resistencia. De todas maneras, era su vida, no la de su hija.

Te quiero le respondió él a gritos. Para él el tema estaba zanjado.

Sasha preparó huevos con beicon y magdalenas para los dos. Al cabo de una hora, Liam estaba de vuelta en la cama leyendo el periódico y Sasha arreglándose para ir a trabajar. Daba la impresión de que él nunca se hubiera marchado.

La asistenta llega a mediodía le recordó Sasha sonriéndole con el maletín en la mano.

Lo sé. Me acuerdo. Me habré levantado. Hoy se te ve muy madura comentó, divertido.

Lo soy.

No tanto. No me mientas, Sasha. No eres más madura que yo. Si lo fueras no estaríamos metidos en esto.

Sasha se alegraba de ello. Mucho. Igual que él. De hecho, estaban en éxtasis. Sasha tenía la impresión de haber recuperado la vida cuando lo que había recuperado era a él. La verdad era que ella le ayudaba a madurar y él a mantenerse joven. En algún punto intermedio radicaba el reino de lo posible que habían buscado durante un año y que por fin parecían haber hallado. El secreto estaba en conservarlo. Sasha y Liam estaban preparados para afrontar el reto. Ambos sabían que no sería fácil pero valía la pena intentarlo.

¿Almorzamos juntos? -propuso Liam.

Sasha asintió.

Pasaré a recogerte a la una. Antes tengo que hacer algunos recados. Quiero comprar los regalos de Navidad de los niños. ¿Qué crees que querrán? Ni siquiera les conozco, Liam contestó, riéndose de él. Liam acababa de regresar y ya estaba en la cama como un rey. Eso cambiará pronto. La próxima vez que vengas a Nueva York iremos juntos a verlos.

Trato hecho.

Ahora la relación no tenía secretos. Si iban a intentarlo, tenía que ser en serio, sin restricciones. Ambos estaban preparados. Les había costado un año sincronizarse, pero podría haber sido peor. Los cuatro meses sin él le habían demostrado cuánto significaba para ella. Liam había descubierto lo mismo. Sasha le besó antes de irse y, al poco, Liam saltó de la cama. Quería comprarle un regalo de Navidad a Sasha. Lo haría por la tarde. Esta vez no bastaba con una pulsera de oro, quería algo mejor. Esa semana había ganado mucho dinero y no veía el momento de gastarse parte de él en Sasha.

Pasó a recogerla por la galería a la una en punto. Fueron a almorzar a Gino’s y Juego la acompañó al trabajo paseando antes de ir a ocuparse de sus recados. A última hora de la tarde volvió la galería y estuvo entreteniéndose con Marcie mientras Sasha terminaba de atender a un cliente. Ella se lo presentó antes de que se fuera; le dijo al cliente que Liam era el artista joven con más futuro de la galería. Entonces besó a Liam en la mejilla para dejar claro que para ella era mucho más que eso. Ya no era un secreto. Cuando se marcharon de la galería Liam estaba exultante.

Ha sido muy bonito lo que acabas de hacer.

¿El qué? ¿Presentarte a un cliente? Sabía a qué se refería y se alegraba de que le hubiera gustado. Ahora comprendía cuánto significaba para él sentirse aceptado y que, en ocasiones, alardeara de él. Liam lo necesitaba y si eso era lo que hacía falta para que fuera feliz, Sasha lo haría con gusto. Más que con gusto. Porque también ella quería, porque le amaba y sabía que él la amaba.

A ambos les sorprendió la rapidez con la que la relación volvió a normalizarse, como si nunca se hubieran separado. Liam dejó el piso de sus amigos en Tribeca y se mudó con Sasha. Ella se lo contó a Tatianna y esta telefoneo a su hermano. Esta vez no montó ningún numerito. Recelaba de Liam, pero aceptaba la decisión de su madre e incluso estaba dispuesta a darle una oportunidad a su novio. Por fin había comprendido lo mucho que lo quería su madre.

Todo había vuelto a su sitio, incluso parecía mejor que antes. Era como si al volver a juntarse después de cada separación el nexo que los unía se reforzara todavía más y se sintieran más unidos que nunca. Esta vez Sasha casi se sentía casada; también Liam lo comentó. Ella se preguntó si algún día se casarían de verdad, pero carecía de importancia. Lo único importante era que estaban otra vez juntos. Su relación nunca había parecido más posible que en ese momento y Sasha estaba plenamente convencida de que esta vez vencerían, lo conseguirían . Eso mismo le había dicho por la mañana a Marcie, que se alegró mucho por ella.

Durante los dos días siguientes salieron a almorzar y a cenar, y fueron de compras; Liam vagaba por la galería cuando ella estaba ocupada y acabaron retomando su ritmo habitual de hacer el amor por la noche y por la mañana y, de vez en cuando, alguna otra vez. Liam salía para Vermont a la mañana siguiente, los regalos de sus hijos ya estaban envueltos. Además había escondido el regalo de Sasha en un cajón del dormitorio de Xavier. Le había comprado una fina esclava de diamantes, similar a la de oro de la otra vez, pero brillante y más «madura». Ahora podía permitírselo. En mayo no había sido posible. La exposición lo había cambiado todo. Por fin ganaba dinero y estaba ansioso por regresar al trabajo.

El móvil de Liam sonó en plena noche cuando ya estaban acostados, aunque al principio no lo oyeron. Estaba cargándose en el baño, pero insistieron tanto que Sasha terminó por oírlo y despertó a Liam. Le llamaban por teléfono. Liam se dirigió a trompicones al cuarto de baño preguntándose quién podría ser. Era Beth. En cuestión de segundos Liam se despertó del todo y clavó la mirada en Sasha con expresión de pánico.

¿Es muy grave? preguntó Liam al teléfono, y permaneció un rato en silencio mientras escuchaba las explicaciones. Sasha seguía sin saber quién había llamado. Pero por la palidez de Liam no prometía nada bueno. Cuando por fin Liam colgó el teléfono, las lágrimas llenaban sus ojos.

¿Qué ha pasado? Sasha estaba preocupada. Las llamadas a esas horas y con aquellas preguntas nunca eran buenas. Intuía que algo le había pasado a alguno de los hijos de Liam.

Es Charlotte. Era Beth. Han ido a ver la casa nueva que está construyendo para ellos el prometido de Beth, todavía no está terminada. Charlotte ha pisado una lona que tapaba un agujero y ha caído desde la altura de un primer piso sobre un montón de materiales de construcción.

Dios mío.

Sasha estaba tan horrorizada como él. Temblando, Liam dejó el teléfono y buscó la mano de Sasha. La estrujó con tal fuerza mientras le contaba el resto que le hizo daño.

Se ha roto la espalda pero todavía no saben cuál es la gravedad. Es posible que vuelva a andar pero también podría quedar paralítica de cuello para abajo. No lo saben. También se ha lastimado la cabeza, pero la herida no es tan grave como la de la espalda. Ahora está consciente y le duele muchísimo.

Liam se echó a llorar entre los brazos de Sasha. Tenía que marcharse inmediatamente. No podía esperar al día siguiente. Sasha alquiló un coche por teléfono y, aunque quería acompañarle, pensó que quizá a Beth y los niños no les gustaría recibir a una desconocida en tales circunstancias. Sin embargo le habría gustado poder estar con él. Sabía que Liam la necesitaba.

En menos de diez minutos estaban en la calle. Liam llevaba su bolsa de viaje. Cogieron un taxi hasta donde estaba el coche que Sasha había alquilado. Al cabo de media hora Liam estaba listo para salir hacia Vermont.

Ojalá pudiera acompañarte dijo Sasha de corazón, pero Liam estuvo de acuerdo con ella. Su presencia resultaría incómoda. Velarían a Charlotte en la unidad de traumatología y a Beth le molestaría que Sasha le acompañara.

Te llamaré en cuanto sepa algo le prometió, y la abrazó fuerte un último instante. Necesitaba toda la fuerza que Sasha pudiera transmitirle. Era la una de la madrugada y tenía por delante un viaje de seis horas en coche, tal vez un poco menos si el tiempo era clemente o un poco más en caso contrario. Beth le había dicho que allí nevaba.

Estaré pensando en ti todo el tiempo.

Sasha le besó por la ventanilla y le despidió con la mano mientras el coche se alejaba. Un minuto después paró un taxi. Llevaba el móvil con ella y Liam la telefoneó sin darle tiempo siquiera a llegar al piso. Estaba muy afectado y le hablaba entre sollozos.

Te quiero, Sasha... Gracias por apoyarme cuando te necesito...

No te preocupes, cariño. Estaré siempre que me necesites, rezando por ti. Pobrecita Charlotte. Era un milagro que no se hubiera matado. Sasha confiaba, como Liam, que el daño no fuera tan grave como temían-, Conduce con cuidado, corazón... Y, si puedes, llámame cuando llegues.

Liam telefoneó varias veces esa noche con la información que recibía de Beth acerca de Charlotte. La niña estaba en estado crítico, peor aguantando. La operarían por la mañana, en cuanto llegara su padre. Sasha se sentía enferma solo de pensar en lo que les esperaba. Era una pesadilla. No imaginaba nada peor que un niño malherido. Liam llegó a su destino a las nueve de la mañana; Sasha seguía esperando noticias suyas. Había pasado toda la noche en vela con él, hablando cada media hora. No le había dejado solo ni un minuto. Y cuando él no la llamaba, le llamaba ella. Al menos, ahora que volvían a estar juntos podía ayudarle a pasar por esa dura experiencia.

Después no volvió a saber de Liam hasta la hora del almuerzo, mientras intervenían a Charlotte. No saldría de quirófano hasta la tarde noche. Liam le describió entre llantos el estado en que se encontraba su hija. La propia Sasha no podía controlar las lágrimas mientras esperaba en la galería a que llegaran nuevas noticias. La situación no era tan alarmante como se habían temido, pero sí preocupante. Cuando por fin tuvieron oportunidad de hablar, Liam le contó que al prometido de Beth le consumía la culpa y el dolor. Charlotte estaba con él viendo la habitación que iba a ser la suya; él se giró un momento para mostrarle algo, y justo en ese instante la niña cayó. Liam le contó que Beth culpaba a su prometido de lo ocurrido, aunque no más de lo que lo hacía él mismo. La situación era terrible para todos. Tom, el primogénito, volaba de regreso de la universidad para estar junto a su hermana. Al menos la familia estaba reunida. Sasha lamentaba no poder acompañarlos. Pensó en volar hasta allí e instalarse en algún hotel próximo al hospital para poder consolar a Liam, pero por lo visto estaban durmiendo en la habitación de Charlotte y en colchones dispuestos por el pasillo. No habría podido ver a Sasha. De modo que se quedó en Nueva York, aunque llevaba consigo el teléfono en todo momento.

A las siete salió de la galería y permaneció pegada al teléfono del piso. Liam telefoneó varias veces esa noche. Las noticias fueron algo mejores por la mañana, tras otra noche en vela para todos. Beth se mostraba tensa con él, pero correcta. Estaba fuera de sí. Habían tenido que cancelar la boda, prevista para al cabo de tres semanas. Iban a retrasarla a enero; entonces sabrían cómo estaba Charlotte. De repente la vida, de todos estaba patas arriba y la de Charlotte pendiente de un hilo. Todavía le quedaba un largo camino para salir del peligro.

Los días se hacían interminables. Hacia final de semana les informaron de que Charlotte no se quedaría tetrapléjica, aunque todavía no estaba claro qué pasaría con sus piernas. Todo dependía de cómo evolucionara la médula espinal. Existía una posibilidad clara de que la niña volviera a caminar, pero no había nada seguro; en cualquier caso, tardaría meses o incluso años en volver a ponerse de pie y todavía le esperaban varias intervenciones más. A Sasha le costó horrores preguntarlo, pero fue un alivio enterarse de que la familia tenía un buen seguro médico, porque de lo contrario la tragedia hubiera significado además una catástrofe financiera. Harían falta años y una fortuna para que la pobre niña se restableciera; le esperaban tiempos difíciles. Como a Beth, que cuidaría de su hija. Liam se sentía culpable. Pero alguien tenía que ocuparse de Charlotte, y Liam no podía estar con ella. Vivía en Londres, o quizá se mudaría a París con Sasha. Le preocupaba también perderse las Navidades con ella, pero ese era el menor de sus problemas. Mientras le escuchaba, Sasha decidió pasar las fiestas en Nueva York. Si surgía la ocasión de que Liam pudiera escaparse un día a compartir la Navidad con ella, resultaría mucho más fácil si ella se quedaba en Nueva York en lugar de marcharse a París, donde tenía previsto pasar aquellos días. Gracias a Bernard, en la galería de París se las sabían apañar sin ella, siempre lo hacían.

Telefoneó a Xavier y le contó lo ocurrido. Este lo sintió muchísimo por Liam, igual que Sasha. Su hijo conocía a Charlotte, la había visto varias veces antes de que Beth se marchara. Le rompía el corazón pensar que pudiera quedar paralítica y confiaba en que se salvaría. Le pidió a su madre que transmitiera sus mejores deseos a Liam y que le dijera que iría a la iglesia a rezar por su niña. Sasha había encendido un cirio por ella esa misma mañana y había asistido a misa, algo que no hacía a menudo.

Xavier se ofreció a pasar las Navidades en Nueva York con su madre, pero obviamente prefería quedarse en Londres con su novia, que además le había invitado a ir a esquiar, de modo que Sasha se lo puso fácil. Sin duda Xavier lo pasaría mucho mejor en Londres. Xavier le dio las gracias y le prometió que la Navidad siguiente estarían juntos. Con un poco de suerte, para entonces Tatianna y Liam se unirían a ellos. Pero las circunstancias actuales no permitían preocuparse por las Navidades.

Los informes de Liam continuaron durante las dos semanas siguientes; para entonces faltaban pocos días para Navidad. Sin embargo, la Navidad había dejado de existir para todos los que estaban en el hospital, preocupados por Charlotte y a la espera de nuevos pronósticos, que aunque iban mejorando, nunca eran definitivos. Todos vivían sujetos una constante tensión. Liam estaba tan cansado que empezaba a mostrarse irritable con Sasha y la llamaba menos a menudo porque hacia turnos de cuarenta y ocho horas junto a su hija para que la madre descansara un poco. Al acabar, a veces caía rendido en el colchón antes de poder llamarla. Sasha comprendía la presión a la que estaba sometido, o al menos lo intentaba. También estaba agotada, aunque ella lo vivía en la distancia, así que imaginaba lo duro que debía de ser para todos ellos, día y noche en la unidad de traumatología, apoyando a la pobre niña. Liam decía que Charlotte sufría muchos dolores y él se moría de verla así. Era una pesadilla para todos. A Sasha se le rompía el corazón cada vez que hablaba con Liam. Él no dejaba de prometerle que iría a verla a Nueva York en cuanto pudiera. Sasha no sabía cuándo seria, pero no se atrevía a preguntar. Quería aligerar la carga de Liam, no añadir un peso más.

Dos días antes de Navidad los médicos ofrecieron a Charlotte y a su familia el mejor de los regalos. Les comunicaron que tardaría mucho, muchísimo tiempo, pero que volvería a caminar. Tal vez con paso algo vacilante, quedaría una leve cojera o necesitaría la ayuda de algún aparato ortopédico, pero caminaría. La espina dorsal había escapado a la destrucción total aunque no saldría indemne del accidente. Charlotte tenía por delante un camino largo y difícil, pero también un destino mejor del que todos habían temido. Pasaría un mínimo de tres meses en el hospital, tal vez más, pero creían que la recuperación se completaría bien y no le quedarían secuelas mentales. Tenía que encarar las operaciones con valentía, pero todos se mostraban optimistas. Ese mismo día eliminaron su nombre de la lista de enfermos en estado crítico. Sasha recibió llorando la llamada de Liam. Y siguió llorando con él. La situación continuaba siendo terrible, pero por fin llegaba una buena noticia. Podría haber sido mucho peor y de hecho, durante semanas, había parecido que lo seria.

Quiero ir a verte dijo Liam, exhausto.

¿Por qué no voy yo? No quiero que conduzcas en tu estado.

Estoy bien aseguró él, aunque a Sasha no le pareció una valoración acertada. Liam llevaba más de dos semanas completamente agotado, al borde del colapso. No quería ni pensar en que saliera a la carretera.

Pero él insistió en viajar ese mismo día para pasar juntos la Nochebuena; luego tendría que regresar al hospital. Todavía hacia turnos con Beth y Becky, cosa que a Sasha le sonó rara. Pero ante semejante crisis no habían tenido más opciones. Siempre había alguien con la niña y los abuelos colaboraban en lo que podían, igual que el prometido de Beth. Charlotte disponía de un ejército de personas que la querían y la apoyaban y también contaba con las oraciones de Sasha y Xavier. Esta también le había contado lo ocurrido a Tatianna, que, horrorizada, le había pedido que le comunicara su pesar a Liam. Ella le transmitió el mensaje y Liam contestó conmovido que le diera las gracias. Tatianna era una niña mimada y difícil, pero tenía buen corazón.

Sasha estuvo inquieta durante todo el trayecto por carretera de Liam desde Vermont. Le llamó cada hora y siempre lo encontró alerta y despierto. Había dormido un poco la noche previa. Sasha se moría de ganas de verlo y se sentía agradecida de que, pese a todo lo ocurrido, fuera a pasar con ella el día festivo.

Había montado un árbol de Navidad mientras Liam estaba en el hospital y lo había decorado. Había colocado algunas cosas para él en el árbol: una camisa divertida, una gorra de béisbol nueva, un libro de arte que había pertenecido a su padre y un reloj de Cartier. Le esperaba ansiosa cuando Liam apareció a las seis de la tarde. Había llegado pronto; por una vez las carreteras estaban vacías.

Nada más verle, Sasha rompió a llorar. Él sollozó entre sus brazos; le encontró agotado y angustiado. Tenía la impresión de llevar dos semanas ahogándose. En la vida había experimentado emociones tan duras. Ya no parecía un niño, se había convertido en un hombre que, de la noche a la mañana, aparentaba más años de los que tenía. Parecía haber envejecido una década en un par de semanas. Daba pena verlo, a causa del dolor y la tensión que acumulaba en la mirada. Liam intentó describirle su experiencia. Y a Sasha se le encogió el estómago. Había sido espantoso. Pero al menos Charlotte se encontraba mejor y había esperanzas de futuro.

¿Cómo lo lleva Beth? Sasha se había preocupado también por ella.

Es increíble. No sale nunca del hospital. George está en casa de unos amigos. Y Tom se ha turnado con nosotros para cuidar a su hermana.

La familia en pleno se había unido, incluso Becky, a quien Liam no mencionaba demasiado. Todavía se sentía incómodo con ella y probablemente eso no iba a cambiar nunca. A Sasha no le preocupaba, había sido una noche loca por la que Liam había tenido que pagar un alto precio. Se alegraba de que él hubiera podido estar con Charlotte en el hospital. Los niños no olvidaban esas cosas, como tampoco lo harían Liam y Sasha.

Cocinó una maravillosa cena de Navidad, le preparó un baño a Liam y luego lo arropó. Liam permaneció largo rato tumbado en silencio, mirando a Sasha y cogiéndola de la mano. Estaba tan cansado que apenas habló. Pero no apartó los ojos de ella y a medianoche intercambiaron los regalos. Sasha le llevó los suyos a la cama y luego Liam se levantó y fue al cuarto de invitados a por el de ella. Sasha enmudeció al ver la esclava de diamantes; enseguida se la puso.

Es demasiado. Me malcrías. Le besó, feliz de estar de nuevo juntos. A él le encantaron todos sus regalos, en particular el reloj y el libro que había pertenecido al padre de Sasha.

Liam seguía tumbado con la mirada fija en el techo cuando ella se acostó. Ninguno de los dos insinuó hacer el amor. Sasha consideraba que habría sido de mal gusto después de todo lo que Liam había tenido que pasar. Se le veía completamente destrozado. El sexo era lo último que les pasaba por la cabeza a cualquiera de los dos. Solo querían estar juntos, tranquilamente cogidos de la mano.

Era casi la una de la madrugada cuando Liam se giró y la miró. Se había sentido demasiado agotado para asistir a la misa del gallo y Sasha ni siquiera se lo había propuesto. Estaba segura de que Dios lo entendería.

Pareces agotado, cielo. ¿Por qué no duermes un poco? Quería acunarlo como a un niño. Él lo necesitaba y todavía le quedaba mucho que pasar. Se reincorporaba al frente por la mañana. Aquella era su única noche de descanso y había conducido durante casi siete horas para ver a Sasha.

No quiero dormir. Esta noche quiero estar contigo y empaparme de ti. Tendría que durarle mucho. Aquí me tienes. Pero necesitas dormir. Mañana estarás demasiado cansado para conducir. Liam1 quería estar con sus hijos el día de Navidad por la noche; en realidad, quería estar cuanto antes. Saldría a las siete de la mañana. Les quedaban seis horas para pasar juntos. Cuando todo se serene un poco, subiré a verte. Todavía era demasiado pronto para presentarle a la familia, pero Liam no tenía la menor idea de cuánto tiempo tendría que permanecer en Vermont. Sasha esperaba, paciente.

Tengo que hablar contigo, Sash. Se apoyó en un codo.

¿De qué? Por un fugaz instante se preguntó si le pediría matrimonio, aunque la ocasión parecía poco adecuada. Habían vivido emociones muy intensas. Sasha le sonrió y le miró sin levantar la cabeza de la almohada. Se alegraba de tenerlo en casa, y él de estar allí. Pero incluso lejos del horror del hospital, seguía triste. Había pasado demasiado miedo y sufrimientos para quitárselos de encima tan pronto. A todos, no solo a Charlotte, iba a costarles cierto tiempo recuperarse. La familia entera había quedado traumatizada por el accidente.

No sé por dónde empezar dijo Liam, y cerró los ojos. Cuando los abrió de nuevo, Sasha le miraba directamente a los ojos. Parecía algo importante, de modo que le prestaba toda su atención. Charlotte va a requerir muchísimos cuidados, atenciones, rehabilitación y terapias de todo tipo. Pasará varios meses en el hospital y después tal vez podamos continuar la rehabilitación en casa ya que, es una cría o quizá tenga que quedarse en un centro especial. Hay uno en Burlington. Sasha comprendió entonces qué le preocupaba. No lo dudó ni por un segundo. Haría cuanto estuviera en sus manos por ayudarle y quería asegurárselo enseguida, pero no quiso importunar ni entrometerse.

La respuesta es si se limitó a decir, al tiempo que se acercaba a besarle mientras observaba la cara de sorpresa de Liam.

¿Sí a qué? Sasha lo había descolocado. Ya le costaba bastante plantearlo sin más. , si necesitas un adelanto. Un accidente como este debe de costar una fortuna. Haré lo que sea por ayudarte. La galería y yo.

Los ojos de Liam se llenaron de lágrimas.

Te quiero. No tienes que hacerlo.

Quiero hacerlo. Así de sencillo.

No tenemos problemas. El seguro es muy bueno. Gracias a Dios, Beth siempre ha dado mucha importancia a los seguros. Porque yo, desde luego, no. Siempre me había parecido una tontería pagar las cuotas. Gracias a Dios que las pagamos. Porque ahora las necesitamos. Creo que los padres de Beth cubrirán el resto. Han ahorrado mucho dinero con los años. Y su prometido también quiere aportar algo. No creo que deba hacerlo. Se siente responsable de lo ocurrido. Ya veremos. De momento no nos han presentado ninguna factura. Pero gracias por ofrecerte.

De nada. Entonces, ¿qué querías preguntarme? inquirió ella con una sonrisa y Liam respiró hondo.

No quería preguntarte nada, Sasha. Quería decir te algo, no pedirte nada. Por eso he venido. Para decírtelo. Las lágrimas llenaban sus ojos.

¿El qué?

Liam cerró los ojos un minuto, luego los abrió y habló. Se sentía un asesino con un hacha. Pero no tenía opción.

Vuelvo con Beth.

Sasha se quedó mirándole sin comprender.

Vuelvo con Beth repitió Liam. Sasha tenía la misma expresión que si acabara de recibir un disparo. De repente se sentó en la cama.

Quieres decir que mañana regresas a Vermont ¿no? No podía respirar y se aferraba desesperadamente a una leve esperanza. Liam negó con la cabeza.

Quiero decir que regreso a mi matrimonio. Beth no puede enfrentarse a esto sola. Charlotte tardará meses o años en ponerse de nuevo en pie y cabe la posibilidad de que nunca lo consiga. Todavía no lo sabemos. Ahora también él se sentó en la cama. Nunca estuve cuando Beth me necesitó. Esta vez tengo que hacerlo. A saber por qué, pero Beth quiere que vuelva con ella. Está loca. Durante veinte años fui el peor de los maridos. Estaba demasiado ocupado jugando al artista chiflado y pintando para serie de alguna ayuda. Pero ahora tengo que apoyarla. No puedo dejarla sola con esto, Sash. No puedo. Beth rompió el compromiso en cuanto ocurrió el accidente. Dice que nunca podría perdonarle. Me ha pedido que vuelva con ella. Se quedó mirando a Sasha con lágrimas cayéndote por las mejillas. La quería. Pero también quería a su mujer. Y su mujer le necesitaba más que nunca. La bondad que le convertía en la persona que era y hacía que Sasha le amara le empujaba ahora a abandonarla.

No es razón para recuperar un matrimonio. Quédate en Vermont seis meses si hace falta. O un año. Pero no se recupera un matrimonio para cuidar a un hijo enfermo. ¿Qué ocurrirá cuando la niña mejore? Tendrás el matrimonio y a Beth para el resto de tu vida.

Yo no la dejé, Sasha le recordó Liam. Fue ella quien me abandonó y lo merecía. Yo nunca la he dejado, ni a ella ni a los niños.

Dios mío. No puedo creerlo. Acababan de volver a estar juntos y Liam estaba en la cama con ella. Pero no le había puesto una mano encima en toda la noche. Solo había venido para pasar una última noche con ella y comunicarle en persona que la dejaba y, esta vez, para siempre. Creo que ahora mismo no estás en condiciones para tornar una decisión así. Ninguno de los dos podéis pensar con claridad. Sasha luchaba por su vida. Pero mirándole la cara, sabía que estaba perdida. Esta vez no podía ganar. Se había acabado. La relación era imposible pero por razones totalmente distintas. Y Sasha no tenía armas con las que luchar por él. Beth contaba con veinte años de matrimonio, tres hijos y uno de ellos enfermo de gravedad. Sasha no tenía ninguna oportunidad. ¿No podrías esperar a recuperarte y dormir un poco para decidirte?

No hay nada que decidir, Sasha. No puedo dejar que Beth se enfrente a esto sola y no puedo abandonar a mis hijos. Liam había madurado y se había vuelto responsable, y ahora ya no la quería. Sasha ni siquiera podía discutir con él porque sabía que hacía lo correcto para todos. Salvo para ella. Se sentía como si la hubiera golpeado con una bola de demolición. Entonces Liam la abrazó y Sasha sollozó de manera incontrolada, igual que él. Lo siento, Sasha. Te amo. Quería seguir contigo. Quería que funcionara... pero tengo que volver. Te juro que me habría casado contigo de no haber ocurrido esta desgracia. Quería casarme contigo. Pero ahora no puedo.

Era una tragedia para ambos. Pero Liam también quería a Beth y Sasha lo sabía. Se lo veía en los ojos. Era absurdo, pero cierto; Liam las amaba a las dos. Y le debía más a Beth. Sasha llevaba las de perder. Era el sacrificio que Liam debía hacer por su hija.

Pasaron horas llorando abrazados en la cama, gimiendo y deseando que las cosas fueran diferentes. Sasha quería enfadarse, enfurecerse incluso, quería odiarle, pero no podía. No estaba enfadada, sino con el corazón destrozado. Estaba resultando tanto o más duro que perder a Arthur. Porque en cuanto Liam regresara con su mujer para Sasha habría muerto. Esta vez no volvería y ambos lo sabían.

Si quieres me retiraré de la galería. No quiero ponértelo más difícil de lo que ya es.

No hace falta. No sería justo para ti. Puedes tratar con Karen y Bernard.

Sasha no podría verle ni hablar con él después de la separación. Se moriría si lo hacía. Jamás en su vida había experimentado tamaño sufrimiento, al menos no desde la muerte de Arthur.

A las seis seguían entrelazados. A las seis y media Liam se levantó. Parecía que hubieran recibido una paliza. Lo peor de todo era que Sasha sabía que Liam hacía lo correcto. Ningún factor atribuible al artista chiflado había influido en la decisión. Era la decisión de un hombre noble y bueno consciente de la deuda que tenía con su esposa y con su familia y dispuesto a cumplir con sus obligaciones. Para bien o para mal. Eso solo hacía que Sasha lo quisiera todavía más.

¿Y si no funciona? preguntó Sasha mientras Liam se vestía ¿Y si cuando Charlotte mejore no os soportáis? ¿Qué ocurrirá?

No lo sé contestó él con sinceridad. La miró. Los dos estaban destrozados.

Algo tenía que ir mal para que te acostaras con Becky. Los hombres no hacen esas cosas a menos que no sean felices con su mujer.

Tal vez. Creo que estábamos aburridos el uno del otro. Beth estaba harta de ser pobre. A mí a veces me superaban los niños. Significaban una responsabilidad mayor de la que me esperaba o estaba preparado para asumir. Joder, si me casé con diecinueve años.

Pues vuelves a lo mismo. Piénsatelo bien. Puedes cuidar a Charlotte todo el tiempo que quieras sin tener que volver con Beth.

Sasha, ya está decidido. A ella le sonó a toque de difuntos. Tengo que hacerlo. Beth me necesita. Me lo ha pedido. No puede hacerlo sola. No es lo bastante fuerte.

Sasha asintió. No quedaba nada que decir. Había agotado todos sus argumentos y había perdido. Y no se veía con fuerzas para tratar de convencerlo de que se equivocaba. Liam sabía que tenía que regresar con Beth, porque era lo que el quería, no porque ella se lo hubiera pedido. Se le había ocurrido a él solo. Sasha lo conocía bien. Pese a su alocado comportamiento, era un hombre bueno y decente.

Se ofreció a prepararle el desayuno pero Liam no quiso. No podía comer. No habían dormido. Liam sentía que renunciaba a su vida, que la abandonaba. Había deseado desesperadamente compartirla con Sasha y el destino se la había arrebatado, ninguno de ellos tenía la culpa. Había sido voluntad de Dios. El destino. Tenían que destruir todos sus sueños, renunciar a ellos. Ahora les tocaba a Beth, a Charlotte ya los niños. Liam les pertenea. Hacia veintidós años le habla hecho una promesa a Beth y debla respetarla. No tenía otra opción. Sasha era un sueño; Beth, su vida.

Liam metió los regalos que le había dado Sasha en la mochila que había traído consigo. Ella miró la esclava y luego a quien se la había regalado.

No me la quitaré nunca. Te querré siempre, Liam.

No suplicó él mojando con sus lágrimas las mejillas de Sasha mientras la besaba por última vez.Olvídame. Olvídanos. Escóndeme en un rincón del corazón, yo haré lo mismo. Se señaló el corazón y Sasha asintió.

Se aferró a él corno si le fuera la vida, porque estaba convencida de que moriría si se marchaba. Era el adiós que no había podido darle a Arthur. Esa noche se lo hablan dicho todo. Liam iba a dejarla aunque la quisiera tanto como la había querido durante el último año, de hecho, amándola como nunca.

Le acompañó gimoteando al ascensor. Liam pulsó el botón. Sasha iba en camisón, descalza, con la larga melena oscura suelta como la de una niña. El ascensor llegó, Liam la miró, entró, sus miradas se encontraron y luego las puertas se cerraron y Liam se marchó. Mientras regresaba a su piso Sasha cayó en la cuenta de que era la mañana de Navidad.