19

 

 

 

 

 

Liam pasó a recogerla por la galería a las seis en punto tal como había prometido. Echó un vistazo a los cuadros. Resultaba extraño saber que no volvería a verlos. Era como entregar a tus hijos en adopción. Elles había dado la vida y ahora tenía que dejar que se marcharan. Mientras recorrían el centro en taxi le embargó la nostalgia. Liam había reservado mesa en Da Silvano. En julio habían ido con frecuencia. Se trataba de un restaurante italiano bastante conocido con camareros que cantaban cuando les apetecía y servían buena comida.

Hablaron de arte, como de costumbre, de conocidos, de los amigos y de sus hijos. A Tom le iba bien en la universidad y los demás tampoco tenían problemas. Al final, Liam terminó hablando de Beth. Admitió que saber que iba a volver a casarse le despertaba sentimientos extraños. Tendrían el divorcio para Navidad. Todavía no le había perdonado Jo de Becky y Liam sabía que nunca lo haría.

Yo creía que al menos podríamos ser amigos. Pero por lo visto, ni eso. Como mínimo parece que tú y yo hemos sabido recuperar la amistad; ya es algo.

Pero los dos eran muy conscientes del trasfondo que los unía. La atracción que sentían era demasiado fuerte. A Sasha no dejó de preocuparla en toda la noche, mientras estaban sentados el uno frente al otro, comían pasta y bebían vino tinto barato.

Recordaron el viaje a Italia. Había sido mágico. Después, sin pensarlo. Liam le miró la muñeca y vio la pulsera que le había regalado. Todavía la llevaba. Sasha no se la había quitado, ni siquiera después de romper. Le incomodó que Liam se fijara.

Una tontería. Para estas cosas soy una sentimental.

Igual que yo contestó Liam, pero no añadió más.

En fin, ¿qué vas a hacer en Navidad, Liam?

No lo sé. Regresaré a Londres después de ver a los niños. De momento solo pasaré el fin de semana en Vermont. En un motel, la cabaña del bosque no tiene calefacción ni está acondicionada para el invierno.

Sasha asintió pensando en los hijos de Liam. No había llegado a conocerlos, pero le habría gustado. Quizá algún día. Tal vez Liam los llevara a la galería para enseñarles sus exposiciones. Aunque pasarían al menos un par de años antes de que montaran otra. La siguiente sería en París. Y después, de nuevo Nueva York, al año siguiente. Como marchante, tenía grandes planes para él. Como mujer, ninguno. Había aprendido de la experiencia.

¿Y tú? ¿Pasarás la Navidad en París?

No estoy segura. Este año Tatianna estará fuera con unos amigos. Xavier tiene una novia nueva a la que quiere dedicar algo de tiempo. Creo que me quedare aquí unas semanas y regresaré a París por Navidad. Pensaba invitar a Xavier y a su novia. El tiempo pasa. Sonrió intentando parecer valiente. Pero el corazón se le encogía al pensar en las Navidades sin Arthur y sin él.

Consiguieron compartir toda la cena sin herir los sentimientos del otro ni sacar a relucir recuerdos dolorosos. Los bordearon con cuidado, cual campo de minas; en conjunto la velada fue un éxito. Liam se ofreció a acompañarla en taxi hasta la parte alta pero a Sasha le pareció una tontería. Después tendría que regresar a Tribeca, cerca de donde estaban. Ella tenía que cruzar media ciudad hasta su casa.

Liam insistió en que no le importaba. Pero en cualquier caso Sasha salía perdiendo. Si Liam solo intentaba ser amable, ella se sentiría rechazada. Y si volvía a desearla como mujer, sabía que ambos lo lamentarían. Había llegado el momento de pasar página.

Sasha lo abrazó y le besó en la mejilla, le agradeció la invitación a cenar y subió sola al taxi. Lloró todo el trayecto, sintiéndose una tonta. Se recordó que por muy atractivas que resultaran ciertas cosas, no estaban hechas para ella. Y Liam era una de ellas. Podía considerarse afortunada por haber disfrutado de él. Durante un tiempo se habían hecho felices mutuamente. Lo cierto era que solo habían compartido cinco meses. Una nadería en el cómputo total de la vida; desde luego no aguantaba la comparación con los veinticinco años de convivencia con Arthur. La aventura amorosa con Liam había sido breve y dulce, excitante y apasionada, llena de fuegos artificiales. Sasha sabía que las relaciones duraderas exigían algo más simple, fácil, tranquilo y sólido. Y Liam no tenía nada de tranquilo y fácil. Tal vez, ni, siquiera ella lo tuviera.

Al llegar a casa encendió la luz, se puso el camisón, se cepilló los dientes y se acostó. Acababa de apagar la luz cuando llamaron al timbre. El portero. No se le ocurrió qué podía querer, así que salió de la cama para contestar. Según el portero, tenía visita.

No, no puede ser. No espero a nadie contestó Sasha, distraída. ¿Quién es? El portero pasó el auricular al visitante.

Soy yo. ¿Puedo subir? Era Liam.

¡No! casi gritó Sasha. No puedes subir. Ya me he acostado. ¿Qué estás haciendo aquí? Menuda estupidez. Sasha estaba a punto de enfadarse con él. No quería que la tentara aunque en realidad lo deseara. Pero no iba a permitírselo. Otra vez no.

Quiero hablar contigo respondió Liam con serenidad, consciente de que el portero estaba escuchando. Era nuevo y no le conocía.

Pues yo no quiero hablar contigo. Llámame por la mañana.

Dice que suba mintió Liam al portero, y colgó.

Se dirigió hacia el ascensor sin titubear, saltaba a la vista que conocía el camino. El portero no le detuvo mientras Liam se despedía. Al cabo de dos minutos llamó al timbre de Sasha. Ella lo oyó pero no contestó. No tenía valor para pedir al portero que subiera a echarlo de su casa, pero podría haberlo hecho y así se lo advirtió a Liam desde el otro lado de la puerta.

¡Vete!

No pienso irme.

No voy a abrir.

Vale. Podemos hablar así. Estoy seguro de que a los vecinos les parecerá una conversación fascinante dijo, despreocupadamente mientras Sasha se apoyaba en la puerta, se cruzaba de brazos y cerraba los ojos.

No me hagas esto, Liam. No tenemos nada que decirnos.

Habla por ti. Yo tengo mucho que decir.

Entonces empezó a cantar. Sasha sabía que molestaría a los vecinos y que acabarían por quejarse. No le quedaba más remedio que abrir la puerta. La abrió y lo recibió con cara de pocos amigos.

Si me tocas, llamo a la policía y te acuso de violación.

Perfecto. Potenciaría mi reputación. Como me toques, les diré que me has violado.

No te preocupes, no te tocaré. Entró en el piso como si aún viviera allí y Sasha le siguió en camisón. Liam se dirigió directo hacia la cocina y abrió el congelador.

Perfecto. Rocky Road.

Miró con deleite el envase que acababa de sacar del congelador, cogió un cuenco y se sirvió una generosa porción, no sin antes ofrecerle a Sasha. Ella rechazó la oferta con la cabeza, parecía a punto de pegarle. Lo habría hecho de haber reunido el coraje necesario. Liam se sentó con total despreocupación. Había dejado el abrigo sobre una silla del recibidor; todavía llevaba el suéter y los pantalones negros de la cena. Y calcetines. Hacía frío. Hasta Liam llevaba calcetines en invierno. Pero sin dejar de ser Liam. Indomable e incontrolable. El artista chillado favorito de Sasha.

No comas eso. Debe de estar pasado. Lleva aquí desde que te fuiste.

Da igual contestó él, comiéndose el helado sin apartar la vista de Sasha.

Bien, ¿qué querías decirme? Seguía con su aspecto furibundo y Liam sonrió.

Quería decirte que te quiero... Pensé que debías saberlo.

Yo también te quiero. Pero eso no cambia nada. Nos volvemos locos mutuamente. Yo herí tus sentimientos. Tú me rompiste el corazón. Te fuiste. Es imposible. Lo sabemos. No hace falta que lo demostremos de nuevo. Ya lo hemos comprobado dos veces. Para , dos son más que suficientes.

Habían transcurrido cuatro meses y Sasha aún no lo había superado. Si Liam la volvía a dejar todavía le costaría más recuperarse. Perderlo dos veces había sido suficiente. No pensaba intentarlo de nuevo por muy irresistible que este le pareciera. Esta vez Sasha atendería a lo que le dictaba la razón, no el corazón. Su corazón le había complicado la existencia con Liam. Siempre.

A la tercera va la vencida insistió Liam apurando el helado.

Aclaró el cuenco y lo metió en el lavaplatos. Mira qué bien enseñado estoy. ¿Por qué iba a desperdiciar todo esto en otra persona?

Pura fachada. Eres uno de esos perros grandotes y desaliñados que mueven la cola, van a buscar la pelota y te la devuelven. Pero no estás bien enseñado y yo lo sé.

Ni tú. Nos merecernos el uno al otro.

Yo . Soy una persona extremadamente civilizada. En todos los sentidos.

Se enderezó cuan alta era para adoptar una postura desafiante pero fracasó estrepitosamente. Liam no estaba ni impresionado ni intimidado. Estaba enamorado, no asustado.

, eres muy civilizada. Lo admito. Pero también la mujer más terca que conozco.

¿Has hecho una encuesta? preguntó Sasha con expresión desconfiada. Xavier te vio con una chica más joven que Tati.

He conocido a montones de jovencitas desde que cometí la estupidez de dejarte. Me aburren. No sé qué me hiciste, pero ya no puedo vivir sin ti. Quiero volver contigo. Te quiero. Te prometo que esta vez me portaré bien.

Como la última le contestó ella mirándole con tristeza. Estuviste fantástico. Contigo era feliz. Yo también te quiero. Pero no soporto tus tonterías de artista. Cada vez que espero que te comportes como una persona respetable crees que intento controlarte. Te ofendes, te sientes criticado y piensas que te aíslo como hacia tu padre. No es así, pero tampoco puedo hacer siempre lo que tú quieras. Cosa que tú te tomas como el bombardeo de Hiroshima. En cuanto te sientes insultado, desapareces.

Me sentía excluido explicó como si sirviera de algo. Pero la conclusión era que él había puesto fin a la relación marchándose.

Y cuatro meses después seguía siendo la misma. Era demasiado tarde, al menos eso quería Sasha que creyera.

Ya sé cómo te sentías. Y lo he pasado fatal sin ti. Pero no quería perder a mi hija para siempre por defender te. Era demasiado pronto.

Eso lo entiendo ahora. Me ha costado un poco, pero por fin lo comprendo. Liam estaba sentado a la mesa de la cocina como esperando a firmar un contrato.

¿Qué quieres de mí, Liam? preguntó por fin, asustada e insegura. Vas a volverme loca.

Los dos estamos locos. Los dos. Locamente enamorados el uno del otro. Puede que sea una enfermedad. No lo sé. Tal vez deberíamos tratarnos. Lo único que sé es que cada vez que te veo me doy cuenta de que no puedo vivir sin ti. Y no me digas que tú no sientes lo mismo. Porque sé que para ti es igual. Esta noche quería subir me al taxi contigo pero como no me has invitado he cogido otro y he venido a verte. Al menos podrías haberme invitado a una copa se quejó como si se sintiera insultado, aunque no era cierto. Le estaba tomando el pelo y Sasha lo sabía.Me he ofrecido a acompañarte a casa y lo decía en serio.

Y luego ¿qué? ¿Cometemos otra tontería? ¿Qué ocurriría después? Pasamos un mes maravilloso, tal vez dos o tres, y luego desapareces en cuanto te sientes ofendido. Liam, no.

Bueno, no pienso dejarte hasta que tú me dejes. Quiero pasar las Navidades contigo. En realidad, quiero pasar mi vida entera contigo. Te necesito. Eres la única mujer del mundo que me entiende, que se preocupa por mí y me cuida.

No quiero hacerte de madre, Liam. Por muy vieja que sea. Todos los hombres buscan una madre. Está en nuestra naturaleza.

Alguien más se lo había dicho, pero Sasha no recordaba quién. Intentó recordarlo, aunque no importaba. Liam no decía más que tonterías, por muy bonitas y apetecibles que parecieran, o sensuales.

Me gusta que seas mayor que yo. Tienes más sentido común que yo.

Eso es porque te niegas a crecer.

Puedes ser adulta por los dos. Te doy permiso. Liam tenía aspecto de creer que había resuelto el problema. Pero al menos para Sasha, no era el caso.

Tú también debes madurar.

Lo odio confesó, chasqueando los dedos. ¿No podría jugar al artista chiflado hasta cumplir ochenta años? Para entonces, bastará con que le digas a la gente que estoy senil.

Puedes ser un artista chillado, pero no todo el tiempo.

Aunque no lo era a todas horas. Solo en momentos concretos, como en la barbacoa, cuando se comportó de manera indignante Nadie iba a olvidar aquel día; desde luego, Sasha todavía lo recordaba. Da igual lo que acordemos, Liam. Seguirá sin funcionar. Ya está. No funciona. Es imposible.

Chorradas. Es posible. Solo que tú no quieres que lo sea.

¿Por qué no iba a querer que fuese posible? ¿Por qué no iba a querer estar contigo si te quiero? Y te quiero. Nunca he dejado de amarte. Fuiste tú quien se marchó. No yo. Fuiste tú quien lo convirtió en algo imposible. Me lo demostraste. Me convenciste. Entonces yo creía que podía ser posible, hasta que tuviste la rabieta con Tati, aunque admito que se portó muy mal contigo.

Tati se comportó como una estúpida. Tati es una estúpida. No sé, Sasha. ¿Qué quieres que te diga? Aparte de Beth, eres la única mujer a la que he querido. Tal vez aprenda despacio, quizá sea disléxico o algo peor. Solo sé que ahora lo entiendo.

Es demasiado tarde. Sasha no lo quería, pero era demasiado tarde. Para ambos. No podían caer en lo mismo por mucho que les tentara probarlo de nuevo.

No insistió Liam.

Sí. Sasha era tan tozuda como él. En este caso, más aún.

Voy a emborracharme si no paras de discutir conmigo. No me dejas otra opción. Por un instante, Sasha le creyó. ¿Quieres una copa? No, te quiero a ti. Liam se arrodilló en el suelo de la cocina.

Todavía no había conseguido salir de allí. Sasha se rio.

Estás ridículo, para. Levántate, por Dios.

-No me levantaré hasta que digas que lo intentaremos otra vez. Joder, Sasha, ¡qué podemos perder?

La cordura. Al menos, yo. La última vez casi me vuelvo loca.

No volverá a pasar. Lo prometo.

Pues harás algo peor. Lo sé.

¿Y qué? Pelearemos un poco y lo arreglaremos. Es un proceso de aprendizaje. Aprendo lentamente, vale, pero, Dios mío, cómo te quiero.

Eres imposible.

Puede que yo sí. Pero esta relación no.

Liam se acercó e hizo lo que llevaba toda la noches desde el día anterior incluso, deseando hacer sin atreverse. La besó y la abrazó. No paró hasta que a ambos les faltó el aliento. Te quiero le repitió con voz quebrada.

Yo también te quiero susurró ella. Liam, por favor..., no me hagas esto. Era absolutamente incapaz de resistirse a él y lo sabía, le deseaba demasiado.

Por favor, Sash, una oportunidad... respondió él también en un susurro.

Sasha lo miró larga e intensamente y, como si otra persona se moviera por ella, alguien totalmente fuera de su control, asintió y cerró los ojos.

De un único gesto Liam la al en sus brazos y la llevó al dormitorio, después la depositó en el lecho que habían compartido en verano. Sasha le contempló mientras se desnudaba y se preguntó por la locura que estaban cometiendo; pero era incapaz de resistirse.

Creo que estoy poseída concluyó mientras él se quitaba primero los zapatos y después los pantalones.Necesito un exorcista.

Yo te necesito a ti contestó Liam dejando caer al suelo los pantalones y la camisa. Sasha estuvo a punto de desvanecerse al verlo, entonces Liam apagó la luz. Eres lo único que necesito aseguró metiéndose en la cama.

Te quiero, Liam... Será mejor que esta vez lo hagamos bien Le advirtió mientras empezaban a hacer el amor.

Lo haremos, Sasha, lo prometo. Hicieron el amor como si fueran adictos el uno al otro, lo que compartían estaba más allá de toda razón, promesa o palabra. Solo sabían que ambos, tumbados juntos en la cama, creían de nuevo que era posible.