Capítulo 53

 

La lluvia golpeaba al rededor de hoyo negro. Las gotas que entraban por él llegaban hasta el piso. Jack se agachó y miró dentro del pozo de registro. Las gotas reflejaban la luz de su lámpara y parecían rayas de luz alejándose entre la oscuridad. Le dio una pequeña sensación de vértigo y se retiró y miró hacia la camioneta para calmar el mareo. Esperaba que la pastilla le ayudara.
Mike puso una mano sobre el hombro de Jack. —Estarás bien. Hazle caso a Jimmy. Él te dirá qué hacer.—
Jack tragó algo de saliva. Su lengua se sentía hinchada y su boca comenzando a resecarse. —Vamos. Tengo que agarrar a este tipo.—
Jimmy bajó primero la escalera dentro del pozo de registro. —Jack, hay una escalera anclada a la pared. No bajes hasta que haya terminado.— Comenzó a descender y desapareció entre la tierra.
Jack miró a Mike. —¿Qué tan profundo es?—
Mike miró dentro del hoyo. —Desde aquí son probablemente nueve metros. Estarás atado a un cable de seguridad mientras bajas, estarás bien.— Miró a Jack. —Pero cuando estés abajo en el alcantarillado no sabrás qué tan abajo vas a estar. Todo es igual. Podrás caminar por la mayoría de las alcantarillas. Tendrán que agacharse algunas veces. Son alcantarillas de ladrillo construidas hace mucho tiempo.— Dio un vistazo hacia abajo. —Te toca.— Mike levantó el cable de seguridad y lo conectó al gancho en ocho metálico a la espalda de Jack.
Jack dio un paso lento sobre el pozo de registro. Comenzó a sudar. Se dijo a sí mismo que era por todo el equipo que llevaba encima. Se tomó de la barricada metálica, redonda y giró. Luego dio un paso al frente dentro del pozo de registro y buscó el peldaño metálico de la escalera con su pie. Las botas de caucho le quedaba un poco grandes, estiró su dedo gordo localizando el peldaño.
—Cinco centímetros más, Jack. Cuando la alcances estarás bien.—
Jack se escurrió un poco más y sintió con su pie la barra de metal. Él miró a Mike. —Estaré bien—, le dijo a Mike y a sí mismo.
—Lo sé, sólo hazle caso a Jimmy. Buena suerte.—
Jack puso su peso sobre el pie en la escalera y bajó el otro al agujero. Se escurrió hasta que ese pie encontró el siguiente escalón. Repitió el proceso y comenzó a bajar. Se detuvo cuando su cabeza seguía todavía en la superficie y tomó una gran bocanada de aire.
—Estarás bien, Jack.—
—Sí—, susurró Jack. Miró al rededor en la superficie. El agua salpicaba sus cara cuando la lluvia golpeaba los charcos. El sonido entrecortado seguía mientras la lluvia golpeaba su casco. Miró hacia abajo dentro del pozo de registro de nuevo. Nueve metros, él podía hacerlo. Tomó aire y trató de relajar la presión en su pecho.
—Jack, Jimmy te está esperando.— Mike se acercó al hoyo y se agachó. —Tú puedes hacerlo, Jack.— La ceniza roja en la punta de su cigarrillo iluminaba mientras fumaba. Sacudió la ceniza en la oscuridad y exhaló el humo. —Tienes que bajar para agarrar a ese tipo.—
—Sí.— Jack miró hacia abajo y luego a Mike. —Tengo que bajar—, dijo y descendió entre la oscuridad.

 

La escalera se sentía fría y áspera bajo sus guantes. Con la luz de la lámpara de su casco, Jack podía ver las paredes oscuras. Había humedad, tierra y pedazos de mortero colgando entre las juntas de los ladrillos. Jack intentó controlar su aliento, manteniéndolo estable, concentrándose en inhalar y exhalar al mismo ritmo que descendía. Los sonidos de arriba desaparecían a medida que él entraba bajo la tierra. Fueron reemplazados con sonidos apagados con el goteo y el sonido de sus botas y guantes raspando los escalones al bajar.
—Vas bien. ¡Casi llegas!—, gritó Jimmy desde abajo.
Jack se detuvo miró para abajo entre su cuerpo y la escalera. Sus manos estaban cansadas de sostenerse tan fuertemente de los peldaños. Jimmy estaba de pie a un lado entre el agua que le daba en las espinillas. Jack vio que sus pies estaba todavía encima de Jimmy, así que le quedaban todavía más de dos metros para llegar. Tomo un respiro en calma, flexionó los dedos de una mano, luego los de la otra y siguió bajando.
Cuando alcanzó el fondo, pisó entre el agua con cuidado con un pie y luego con el otro dejando la escalera.
—¿Como vas?—, le preguntó Jimmy.
—Bien, creo. Mejor de lo que pensé. Estas pastillas parecen ayudar.— Jack miró a su alrededor en donde se encontraban.
—Bueno, lo lograste. Ahora que estás aquí, el resto será fácil. Sólo un par de consejos rápidos y nos iremos.— Jimmy desenganchó el cable y apuntó su lámpara del casco a los pies de Jack. —La mayoría de las alcantarillas son como ésta. Es una alcantarilla de aguas lluvias, así que no estará tan sucia. Mira donde pisas. Lleva una mano sobre la pared si te hace sentir mejor. Nos dirigiremos con la corriente hacia el río. Habrá más agua de lo usual con toda esta lluvia.— Jimmy dio un paso en esa dirección e iluminó con su lámpara la oscuridad delante de ellos. —Todo corre en líneas rectas aquí abajo. Seguiremos derecho unos treinta y cinco metros y luego giraremos a la izquierda y tomaremos corriente arriba dentro de una alcantarilla del norte hasta el lugar del que hablamos.—
—Estoy listo. Debemos intentar no hacer mucho ruido—, dijo Jack. —Si algo te parece extraño o fuera de lugar, avísame. Tenemos que identificar si estuvo aquí, a dónde fue y si sigue aquí.— Jack palpó bajo su chaleco confirmando que su arma siguiera en su lugar. —Vamos.—

 

 

 

—¿Qué quieres decir con que hay un retraso?— El Gobernador estaba frente al controlador. Tenía audífonos puestos y hablaba con Vadim por teléfono coordinado el momento en que ingresaría los códigos para reenrutar las transmisiones de la Red de la Reserva y cubrir sus huellas. El reloj en su muñeca mostraba que sucedería dentro de seis minutos.
—Hemos estado monitoreando las comunicaciones y el tráfico. No han dicho nada sobre la explosión o un atentado contra la bóveda, pero están diciendo que pretenden enviar algunos mensajes de prueba y que la Red de la Reserva volverá a estar en línea con retraso.—
—Debimos haber anticipado esto—, dijo el Gobernador.
—No es nada—, respondió Vadim. —Sólo tiempo. Seguiremos monitoreándolos y ejecutaremos el plan cuando se reconecten. ¿Puedes esperar?—
—Estoy bien aquí. ¿No sabemos por cuanto tiempo?—
—No.—
—Si no estoy en línea, revisaré cada cuarto de hora, cada quince minutos de la hora—, dijo el Gobernador.
—Diez cuatro—, respondió Vadim.
El Gobernador movió su cabeza. ¿Diez cuatro? Vadim debió haber estado viendo programas gringos en la TV o películas. Miró su reloj, una hora de retraso. Pesó que después de la explosión y del probable descubrimiento de los cuerpos los de la Reserva habrían creído que el atentado había acabado y que continuarían sus operaciones normales.
¿Estaban siendo precavidos, o no? ¿Podrían saber algo de él bajo tierra? Pensó el Gobernador. No hay forma. Eso era lo que creía, pero no había forma de verificarlo. Su equipo estaba muerto, todos menos Vadim, escondido en algún cuarto de un hotel en el centro de Minneapolis. El Gobernador se volteó y descansó su espalda contra la pared y luego se deslizó hasta quedar sentado en el suelo. Era mejor acomodarse también. Revisó su reloj y apagó su linterna para conservar baterías y esconderse entre la oscuridad.

 

—Aquí es.— Jimmy se detuvo y Jack dio algunos pasos más hasta quedar junto a él. Sus lámparas iluminaban las paredes y el techo. El agua, con treinta centímetros de profundidad, corría abriéndose paso hacia el río Misisipi. Las paredes tenían unos dos metros y medio de distancia entre ellas y el techo estaba a unos dos y medio también. —¿Sigues bien?—
—Ajá—, fue lo único que dijo Jack. Su respuesta sonó apagada y pareció desaparecer por la cañería con el agua de la tormenta. Con el rabillo del ojo vio que Jimmy lo miraba. Giró y lo confrontó. —Yo estoy bien.— Jack giró de regreso y tomó aire profundamente para calmar sus nervios.
Adelante había tres aberturas. El agua corría de dos de ellas y la más alejada la recibía para conducirla hacia el río. —Aquí es.— Jimmy se acercó primero y se puso de pie en el empalme. No venía del túnel por el que veníamos, así que probablemente está en éste—, Jimmy señaló el primero de la izquierda. —O este otro.— Iluminó hacia la cañería donde todas las vertientes confluían.
—¿Por qué no ésta?—, preguntó Jack, cabeceando hacia la última, que estaba justo frente a él.
—Es corta y trae el agua de la calle River. No hay nada allí.—
—¿Qué debo buscar?— Jack miraba por las paredes del túnel, el techo y el agua, ansioso de encontrar alguna señal del camino del Gobernador.
—Busca algo nuevo, que no debería estar allí. Tierra restregada contra las paredes, un rayón fresco.— Iluminó hacia el agua. —Revisa si hay alguna perturbación reciente en el fondo. Si ha caminado por aquí, deberíamos ver algo.—
Jack siguió su haz de luz por el interior y enfocó en las paredes, el área en donde ellas se unían con el agua y luego miró el agua junto a sus pies. El agua estaba clara. Podía ver las puntas de sus botas bajo la superficie. Colillas de cigarrillos y pitillos plásticos flotaban sobre la superficie, la corriente las arrastraba hacia el túnel adelante de ellos. Su mente tratando de hallar una pista lo distraía de su alrededor. Se subió la manga de sus overoles y miró la hora. —Llevamos aquí bastante tiempo. ¿Viste algo?—
—No.—
—¿A dónde crees que debamos ir?—
Le señaló hacia la izquierda moviendo su cabeza. —Por aquí. Con la corriente.— Se ajustó el casco y el cinturón. —Más opciones por aquí. Túneles contiguos, túneles de servicios públicos. Vamos mirando mientras caminamos a ver si algo nos da una pista. Voto por seguir por aquí—
—Claro, tú eres el experto. Ve tú primero. Estaré detrás tuyo—, dijo Jack.

 

—¿Es siempre así de clara?—, Le preguntó Jack. El agua por la que caminaba se veía tan clara con la luz de la linterna que se apreciaba el fondo y veía con facilidad las rocas o la arena del suelo.
Jimmy siguió caminando por el agua frente a él. —Normalmente es muy clara. Es agua lluvia y ha llovido tanto últimamente que ya ha limpiado la porquería. Lo único que ves es basura que recoge de las calles y baja a las alcantarillas. Pitillos, colillas, cosas así.—
—¿Has visto algo que te haga pensar que alguien más ha estado aquí hace poco?—, le preguntó Jack.
—Todavía no. Pero sigo buscando.—
Jack se imaginó si estaban perdiendo su tiempo. ¿Pero si no investigaba aquí abajo qué más podría estar haciendo? No tenían ninguna otra pista para seguir.
Adelante, un tubo redondo de alcantarilla, a una cabeza arriba de ellos, que salía de la pared con una pequeña corriente vertía su caudal entre el que ellos usaban para caminar. Jimmy se dobló bajo el agua dejándola hacer un arco sobre su cabeza. Jack lo siguió, moviéndose a la izquierda y doblándose mientras caminaba entre la fuente. Sintió el agua fría bajando por su cuello. Se repitió que era sólo agua lluvia.
Pasaron otra alcantarilla más grande y siguieron caminando hacia la corriente. —¿No vamos a revisar esa?—, le preguntó Jack.
Jimmy se detuvo y miró hacia atrás. —No hay nada allí. Es una recolector corto. Las alcantarillas se evacuan en varios alcantarillados recolectores, como el que pasamos por debajo, que alimentan aquí.—
Jack llegó hasta la espalda de Jimmy y continuaron. La presión en sus botas cambió. Jack miró hacia abajo y luego puso su luz hacia la espalda y piernas de Jimmy. —¿Jimmy?—
—Sí—, Jimmy respondió sobre su hombro.
—¿El agua se está poniendo más honda?—
—Sí, y más fuerte la corriente. ¿Puedes sentirla empujando tus pies hacia adelante cuando caminas?—
Jack no contestó. Miró detrás de las piernas de Jimmy donde el agua le llegaba casi a las rodillas. Con cada paso que daba, el agua le empujada su pie levantado.
—Camina con cuidado—, le gritó Jimmy hacia atrás. —No te vayas a caer. Es suficientemente hondo para que te arrastre la corriente. Puede ser difícil encontrar apoyo para sujetarse.—
—Gracias por el consejo—, dijo Jack lo suficientemente alto para que el otro lo escuchara.