Capítulo 28
Jack se detuvo junto a la cinta amarilla del
acordonado de la policía junto al embarcadero de los botes, bajó la
ventanilla con las gafas oscuras sobre la punta de la nariz para
que el oficial que controlaba el acceso lo viera a los ojos. Le
mostró su identificación por la ventanilla.
—Agentes Especiales Miller y Fruen. Los
están esperando.— Jack miró hacia el lago en el que la ambulancia y
un par de carros de policía estaban estacionados. —¿Puedo pasar?—
El oficial levantó la cinta para que Jack condujera por debajo
hacia la entrada y bajara hasta donde los otros vehículos estaban
al borde del agua.
Jack y Ross caminaron hacia el grupo que
permanecía de pie a la orilla. Un barco grande de pesca de percas y
la patrulla acuática del Alguacil estaban atracados mirando hacia
la arena. Un hombre de unos sesenta sostenía el timón del bote de
percas. Tenía el rostro bronceado con la marca blanca que se
extendían a los lados de su cabeza donde irían las gafas oscuras
que lo habían protegido del sol. Un alguacil lo estaba
interrogando.
—Alguacil. ¿Cómo está?— Jack le dio la mano.
—Este es el Agente Especial Fruen.—
Ross le dio la izquierda, su derecha seguía
en cabestrillo.
—¿Usted fue el del accidente de carro?—,
preguntó el Alguacil.
Ross asintió.
—Seguimos encontrando cadáveres, Alguacil—,
dijo Jack.
El alguacil llevaba uniforme y gotas de
sudor le corrían de la frente. —No han sido las mejores
circunstancias. Normalmente no lo llamaría para esto. Cada verano
hay algún ahogado. Pero con lo del banco pensé que como mínimo
debía hacerles saber si algo pasaba por acá.—
—¿Qué tienen?—, le preguntó Jack.
El Alguacil comenzó a caminar hacia la
ambulancia estacionada a la orilla del agua. Jack y Ross lo
siguieron. Una bolsa negra aguardaba sobre la camilla bajo el calor
de la mañana.
—El hombre de aquel bote, con el que habla
mi oficial, salió a pescar esta mañana. Estaba arrastrando las
líneas pescando percas. Encontró a la chica flotando. Estaba
muerta. Nos llamó desde su celular y lo encontramos aquí.—
Contemplaban la camilla.
—No sabemos quién es ella. Sólo llevaba el
vestido de baño encima. Nadie ha llamado a reportar un accidente
durante alguna fiesta anoche. Le daremos la información a la prensa
y veremos si alguien llama. Ya ha pasado así, algunas veces.
Alguien se levanta con la resaca y la conciencia culpable y nos
llama.— El Alguacil miraba a Jack y le echó un vistazo a la bolsa.
—Creo que tenemos a una ahogada fiestera, pero como les dije,
quiero asegurarme de que no esté relacionado con lo que está
pasando en la zona últimamente.—
Jack, se pasó la mano por la frente, luego
sobre el pelo para limpiarse el sudor que comenzó a salirle desde
que se había bajado del carro. —¿Qué crees, Junior?—
—Veamos a quién tenemos aquí.—
Jack miró a Ross. —¿Tú no sudas,
verdad?—
Ross sacudió su cabeza y miró con atención
la bolsa negra.
—Es de la costa este, le encanta este
clima—, le dijo Jack al Alguacil.
El Alguacil les dio a Jack y a Ross guantes
de látex color púrpura y se puso un par él mismo antes de tomar el
cierre de la bolsa con su mano derecha y el extremo de la bolsa con
su izquierda para abrirlo con suavidad. —La verdad es que no me
gusta esto—, dijo el Alguacil.
Jack asintió y miró hacia la bolsa con
impaciencia. —A nadie le gusta.—
El Alguacil tomo un aire y abrió el cierre
lentamente hasta la mitad antes de abrir la bolsa y revelar el
cuerpo. Jack no se movió contemplando su rostro y pelo.
—Mierda—, dijo Ross. —Es ella.— Giró y
caminó hacia el lago.
—¿Quién?—, le preguntó Jack.
Jack miró de nuevo hacia el cadáver y le
pareció reconocerla.
—¿La conoce?—, dijo el Alguacil con voz
queda. —La gente no luce igual cuando está muerta. La fuerza vital
se va. No hay tono muscular y la piel se ve gris. Además, pasó
algún tiempo entre el agua.—
Jack cerró los ojo. —¿Ninguna otra posesión
con ella?—
—No.—
—¿Tatuajes o perforaciones?—
—Nada obvio, pero no miramos muy de cerca
todavía.—, la voz del Alguacil sonó un poco más fuerte. —¿Saben
quién es ella? ¿Creen que está relacionada con el asesinato del
banco?—
Jack se aproximó y cerró la bolsa dejando
sólo el rostro al descubierto. —La conocemos. Trabajaba en el
banco.—
—¿Ross, estás bien?— Jack se unió a Ross y
ambos de pie miraron hacia el lago desde la playa.
—Estoy bien.—
—Aquí estuvimos anoche—, dijo Jack.
—¿No es una coincidencia que ella esté aquí
hoy?—, preguntó Ross.
—No me parece. No creo en ese tipo de
coincidencias. Ella trabaja en el banco. Hiciste ejercicio con
ella, luego te atacaron y aquí está la pobre ahora. Creo que es
otra víctima del Gobernador.—
Una moto acuática vino hacia ellos por el
lago, deteniéndose a medida que se acercaba al lugar y a unos
cuarenta y cinco metros paró paralelo a la orilla. El muchacho que
la manejada miró la escena.
—Esos parecen divertidos de montar—, dijo
Ross.
Jack miraba al muchacho mientras contestaba.
—Mi suegro los odia. Tiene una cabaña al norte. Son ruidosas y
dañan su santuario.—
Jack dio un paso hacia el lago y comenzó a
hacerle señas al muchacho para venir. —Está de paseo tan temprano
que debe vivir sobre el lago; veamos si sabe algo.—
El muchacho hizo una cara de pánico, giró su
moto acuática hacia el interior del lago y aceleró.
Jack le gritó a los hombres detrás de él,
—¡Alguacil, tenemos una fuga en proceso!—
—Carajo. ¡Stevie, tráelo!—, gritó el
Alguacil al oficial en el bote patrulla. El deputado aceleró tras
el de la moto acuática.
Jack dio un par de pasos entre el agua hacia
el bote de percas, gritando sobre su hombro, —¡Vamos, Junior!— Jack
se sostuvo de un lado del bote de percas para que la corriente no
lo arrastrara. El agua le daba por la entrepierna. Miró el motor de
225 caballos montado en la parte trasera. Ross saltó al agua tras
él, chapoteando hasta el bote. —Buenas—, dijo Jack al hombre tras
el timón. —Somos del FBI. ¿Cuál es su nombre?—
—Bert.—
—¿Bert, puede alcanzar a ese muchacho con
esto, no es cierto?—
Bert sonrió y le dijo, —No hay problema— y
giró la llave. Se encendió con un fuerte rugido.
—¿Cómo carajos creen que me voy a subir
ahí?—, preguntó Ross, ondeando su brazo derecho en el cabestrillo
como un ala rota.
Jack se agachó y le dio apoyo para un pie
entrelazando sus manos bajo el agua. —Párate aquí, como subiendo a
un caballo.—
Ross se sostuvo del bote con la mano
izquierda y subió con el peldaño que Jack había hecho y encaramó su
otra pierna sin patearle la cabeza a Jack. Se sentó a la izquierda
del conductor.
Jack se agarró del lado del bote, se subió
meciéndolo, se sentó en el piso. —¡Vámonos!—
—Sujétense—, dijo Bert. El frente del bote
se levantó cuando la estocada del motor del bote lo empujó sobre el
agua.
Jack cayó de espaldas luchando contra la
gravedad y el momento tratando de levantarse antes de que el bote
se estabilizara. Logró ponerse de rodillas y agarrarse de una soga
mientras corrían sobre la superficie quieta del lago, siguiendo la
estela del bote patrulla del Alguacil que iba tras el muchacho en
la moto acuática.
—¿Estás bien, Jack?—, preguntó Ross.
—Estoy bien. ¿Lo vamos a atrapar?—, gritó
Jack desde atrás.
Bert apretó su acelerador un poco y el bote
rugió hacia adelante. —Su velocidad máxima, si tiene agallas, está
entre ochenta y casi cien. Nosotros somos más rápidos. Lo
alcanzaremos.—
El iba por la mitad del lago sin dónde
esconderse, siguiendo una línea recta hacia el otro lado del lago.
Iba a unos doscientos ochenta metros del Alguacil. Bert se hizo a
la derecha de la estela del Alguacil y lo pasó.
—Voy a rodearlo para cortarlo adelante.
Mostrarle que no tiene a dónde ir.— Sonriendo, Jack y Ross se
miraron. —¿Estás bien, Junior?—
—Yo estoy bien.—
Bert pasó paralelo al muchacho. —¡Mocoso!—,
le gritó Jack. —¡Para! Queremos hablar contigo!—
El muchacho viró a la derecha.
—Tiene mejor maniobrabilidad que nosotros—,
dijo Bert.
Ross intervino. —Cortémoslo por delante y
hazle una buenas olas. Tiene que bajar la velocidad por las
olas.—
Bert giró hacia la derecha. Jack rodó a la
izquierda y se colgó del otro lado.
—Sostente, Jack—, le gritó Ross.
El bote de percas iba muy cerca de la moto
acuática; la pasó por la derecha y giró a la izquierda haciendo
olas frente a la moto, forzándolo a ir hacia la dirección por la
que venían. El muchacho fue hacia las olas y saltó por el aire. El
motor de la moto acuática rugió mientras el agua dejaba de pasar
por el propulsor.
Jack estaba de rodillas en el frente del
bote. —Vamos, mocoso. Somos del FBI y sólo queremos hablar contigo.
¡No nos vas a perder!—
El muchacho se sentó y siguió a velocidad
constante mientras miró a Jack y luego sobre su hombro el bote del
Alguacil que se aproximaba.
—Detente y nos acercaremos para hablar—,
terminó Jack.
El muchacho apagó la moto acuática y el
sonido del motor cesó. —¿Está muerta?—, le preguntó.
—Hablemos con él—, dijo Jack.