Capítulo 20
—¿Dónde está?— Jack estaba de pie frente a
la camioneta táctica estacionada sobre la calle.
El agente a cargo, Stephan Ramírez, estaba
vestido de negro y listo para la acción. Tenía su armamento táctico
listo para usarlo atado a su cintura, el audífono con micrófono en
su oído dirigiendo al equipo en el área. El sudor le brillaba en
las mejillas. La mañana caliente se había vuelto una tarde más
caliente. El sol convertía la humedad en un sauna. Le señaló hacia
la izquierda moviendo su cabeza. —Tenemos hombres en los arbustos
vigilando la camioneta. Está en el estacionamiento al final de la
calle.—
—Bien, que esperan, vayan por ella.—
Stephan encendió el micrófono y sólo dijo
una palabra, —Bingo.—
Desde el final de la calle, Jack observó al
equipo de pantalones negros y camiseta bajo el chaleco antibalas
con las letras FBI en las espalda, acercarse al vehículo. No
tocaron la camioneta. Desde cada lado, los agentes entrevieron el
interior. El costado izquierdo del vehículo estaba golpeado y
rayado. Era el correcto y los equipos registraban que el teléfono
desde el que habían llamado a Ross seguía adentro.
Jack miró a Claro que sí, que estaba
recostado contra la camioneta de del FBI. —Vamos. Parece que ya
tienen asegurada la zona.—
Jack tapo el resplandor del sol con sus
palmas y miró por las ventanillas de la camioneta él mismo. —Con
calma, no hay afán. No sabemos por qué lo dejó aquí. Asegúrense de
que no haya una sorpresa. Quiso matar al Agente Especial Fruen hoy
con esta camioneta.—
—Claro que sí, voy a dar una vuelta.
Encárgate de esto. Avísame cuando acaben aquí.—
Jack caminó alrededor del edificio de
apartamentos. Revisó la parte trasera. Al otro lado de la calle,
unos jóvenes estaban reunidos en el andén, observando al equipo
trabajar alrededor de la camioneta. De pie frente a la acera del
edificio de apartamentos, Jack hizo una cara como si reconociera
dónde estaba. Se volteó despacio observando la calle. Mientras daba
la vuelta, lo recordó. Era la calle donde Ross había hablado con
Sandy. Sacó su celular y marcó.
Jack contemplaba el edificio de apartamentos
esperando que le contestaran. Era un edificio viejo, con fachada de
ladrillo y tres pisos. Muchos apartamentos tenían ventanas con aire
acondicionado y la mayoría estaban encendidos combatiendo el calor,
aire pegajoso. La llamada entró y pasó al correo de voz. Colgó y
subió la entrada. Se asomó por la ventana frontal y miró los
nombres de los residentes en los buzones. La mayoría eran sólo los
apellidos.
Jack por instinto se revisó los bolsillos.
¿Cuál era su apellido? La tarjeta que Junior sólo decía Sandy.
Trató de escarbar en su memoria, pero no pudo recordarlo, sólo su
apariencia. Volvió a mirar los apellidos de los buzones. Ella no
había contestado su celular. ¿Estaría en casa? ¿De verdad viviría
en este edificio? ¿Era una coincidencia que el carro que el
Gobernador había usado estuviera estacionado detrás de este edifico
de apartamentos?
Jack llamó al teléfono que estaba en un
letrero señalado para que los residentes reportaran los problemas
en el edificio. Después de tres repiques, una voz contestó casi que
susurrando, —Espero que sea importante.—
—Soy el Agente Especial Miller del FBI.
Estoy afuera de su edificio. Estoy siguiendo a un individuo y creo
que ella puede vivir en este edificio. ¿Puede bajar, abrirme y
contestarme unas preguntas?— Jack comenzó siendo cortés, pero
firme, esperando que le diera el resultado que esperaba.
—Ya bajo, espere—, contestó el hombre.
—Bien, lo veo aquí.—
Jack se quedó a la entrada donde pegada la
sombra espantándose los mosquitos que le zumbaban. Un hombre con
cabeza rasurada con una camiseta sin mangas descolorida, pantalones
cortos marrones con la M dorada de la universidad de Minnesota, se
asomó. Estaba como en los treintas. Abrió la puerta y salió.
—¿Usted es del FBI? ¿Podemos hablar afuera para que me pueda ir
fumando un cigarrillo?—
Jack le enseñó al hombre sus credenciales
del FBI y estuvo de acuerdo, pensando que humo del cigarrillo
mantendría a los insectos a raya. —¿Lo desperté?—
—Noche larga. Soy barman en esta parte de la
ciudad.—
—Siento haberlo despertado, pero estoy
buscando a una mujer que vive en este barrio y creo que puede ser
en este edificio.— Le describió a Sandy, el carro que conducía y
que debía trabajar en un banco. El hombre botó el humo hacia arriba
y se pasó la palma por su cabeza calva.
—Este es el edificio. Sandy Hoffman se
llama. Vive en el 2A. Tiene un cuerpazo. Ha vivido aquí por casi un
año. ¿Para qué la busca?—
—Gracias. Necesito hablar con ella. Antes de
entrar para ver si está en casa, necesito que me acompañe a ver un
vehículo estacionado atrás, quiero saber si conoce a su
propietario.—
El hombre tomó otra bocanada de su
cigarrillo y siguió a Jack alrededor del edificio. —¿Mierda, y que
carajos está pasando aquí?—, preguntó el hombre.
Jack miró a la gente que rodeaba la
camioneta. La puerta del piloto estaba abierta, una grúa se
preparaba para levantar el vehículo y remolcarlo.
—¿Reconoce ese carro o sabe si ese espacio
de estacionamiento está asignado a alguien en especial?—
—No he visto ese carro nunca.— El hombre
miró a Jack y le dio otra bocanada al cigarrillo. —El
estacionamiento es gratis, para los que viven aquí, pero no son
asignados. El que llega y encuentra espacio lo usa.—
El agente Ramírez y Claro que sí caminaron
hacia ellos. Jack le cabeceó al hombre y le dijo, —Deme un momento.
Ya regreso.—
Ramírez dijo, —Localizamos al dueño. Una
pareja de Anoka lo reporto perdido ayer por la mañana. Lo llevamos
para el laboratorio. El teléfono estaba bajo el asiento.—
—Gracias. Ya casi estoy listo para terminar
con éste.— Jack regresó con el supervisor. —¿Regresamos a ver si la
Sra. Hoffman está? No nos tiene que abrir su apartamento, pero me
gustaría timbrarle y ver si está.—
El hombre tiró su cigarrillo al suelo y se
paró sobre él. —Le puedo asegurar que no está. Se levanta temprano
a hacer ejercicio.—
—¿Luego se va para el banco?—
—No sé si trabaja en un banco. Pero sé que
baila en el Sheiks del centro.—