Capítulo 4

 

El restaurante no estaba lleno así que escogieron en cual mesa de hierro forjado con mantel plástico de cuadros blancos y azules hacerse. Jack pidió una mesa a la ventana viendo hacia la calle. Los cubiertos de plástico y las servilletas de papel descansaban en el centro de la mesa en un frasco de vidrio de encurtidos con unos menús de papel recostados contra él.
—Quien sea que haya inventado los aires acondicionados era un genio—, dijo Jack. Se acomodó en su silla y miró el menú.
—¿Ha comido aquí?—, preguntó Ross.
—No, pero debe ser bueno. Sobre la calle principal de Wayzata, viendo hacia el lago. No existirían si lo fuera.—
—Hola. ¿Les traigo algo de tomar? ¿O si ya están listos para ordenar...?— La mesera rubia de pelo recogido en una cola de caballo y ojos azules que sobresalían en contraste con su piel bronceada.
Jack pidió un sándwich y un té helado sin azúcar. Ross pidió una ensalada y limonada. Jack miró a la mesera irse a la cocina y luego viró a Ross.
—¿Y qué con ella? Usted es el nuevo en el pueblo y podría querer una cita. ¿Quiere que averigüe si está disponible? Bien bronceada y parece que hace ejercicio.—
—Demasiado joven y G.I.—
—¿G.I?—
—G.I. Geográficamente indeseable. No salgo con nadie a más de diez millas de distancia desde mi casa. Podría conducir esta distancia para cenar en una cita o por unos tragos, pero conducir veinte minutos de manera regular para recoger a mis citas. No me queda el tiempo.—
—Con que de los difíciles.— Jack volteó hacia la cocina. —Usted se la pierde.— Se acomodó en su silla, que tambaleaba cuando cambiada de posición y luego cruzó los brazos y dirigió su mirada a Ross. —Así que, sabemos lo que pasó en el banco. Descubrimos algo esta mañana. ¿Cuál es su teoría? ¿Cómo salió del banco?—
—¿Qué quieres decir, que cómo escapó del banco?—
—¿Por tierra o por mar?—
Ross pensó por un momento antes de contestar. —Pensaría que caminando. Era bien temprano, nadie por ahí. Ninguna razón para no conducir.—
—¿Ni siquiera han revisado el lago?—
—Pensé que había manejado así que me concentré en eso. Pero, vamos a revisar el lago. Buscar los alquileres, reportes de botes robados. Es un lago grande.—
—Hay muchos caminos.—
Ross replicó, —Estamos estudiando los videos de las tiendas, las cámaras de tráfico de las autopistas, de los otros bancos y cajeros automáticos. Ellos deberían estar listos con el análisis mañana o pasado.— Ross miró hacia afuera. Jack permaneció en silencio.
Ross habló, mirando por la ventana. —Pondré a algunos a rastrearlo en ambas direcciones el doble de lejos de lo que dijimos ayer, ver si encuentran algo.— Miró de vuelta a Jack. —Me pondré en contacto con la oficina del Alguacil para ver si ninguno de sus botes ha reportado encontrar nada inusual en el lago. Coordinaré que revisen las grabaciones de las tiendas al rededor del lago y entrevistaré a los dueños de los comercios cercanos a los desembarcaderos y puertos.—
—Está aprendiendo.— Jack miró hacia la cocina a la mesera que traía dos canastas de plástico con sus almuerzos. —Observa.—
La mesera puso sus almuerzos frente a ellos sobre la mesa. —¿Los ayudo en algo más?—
Jack contestó, —Bien, mira, mi amigo es nuevo en el pueblo y le gustaría saber en dónde vivir. ¿Tú conoces bien el área, no? ¿Alguna idea de dónde debería buscar?—
—Sé que hay una oficina de un agente inmobiliario al final de esta calle. Mi mamá trabaja allí. Pregunte por la Sra. Whalen. Díganle que yo los envié. Me llamo Beth.—
—Gracias, Beth. Lo haremos después de almorzar.—
Jack miró a al joven irse y levantó su sándwich. —Tiene razón, demasiado joven.—
Mientras almorzaban, hablaron del calor y del lago. Hablaron de cómo Ross iba a tener que lidiar con el triatlón después del Cuatro de julio. No estaban de afán, así que comieron despacio y le pidieron a Beth que les llenara de nuevo sus vasos. Ross miraba las motos acuáticas cruzar el lago.
—¿Qué cree que pasa por allá?—, le preguntó.
Algunos camiones se estacionaron en el parqueadero al otro lado de la calle bajo los árboles. Una van con antenas de satélite en el techo y el logo del noticiero de un canal local de televisión se estacionó junto al andén.
Jack se recostó en su silla y observó la actividad mientras los conductores y el equipo de grabación salían de sus vehículos.
—¿Bueno, no le conté? Hay una rueda de prensa esta tarde. Creí que debíamos observar. Otra experiencia de aprendizaje para ti. Oiremos que preguntas tiene la prensa. Veremos cómo responde el jefe de la policía. Puedes ver al vocero de FBI en acción.—
Ross lo miró mal. —No, no me dijo nada. ¿Acaso se le olvidó? Pensé que éste era mi caso. Necesito saber lo que está sucediendo.— Ross empujó su silla lejos de la mesa.
Jack se quedó sentado. —Espere. ¿Cuál es el afán? Hay 35 grados a la sombra allá afuera.— Jack se miró el reloj en su muñeca. —La rueda de prensa comienza a las tres en punto. Siéntese. Tome más té helado. Observe desde este placentero lugar lejos del calor. Iremos en treinta minutos.—
Ross miró por la ventana, pero no se movió.
—Vamos Junior, siéntese.—
Ross siguió quieto. Sólo sus ojos se movieron mientras seguían algo a través de la ventana. —Es Ross.—
—Vamos. Siéntese. Hablemos.— Jack se volteó y miró por la ventana para ver qué llamaba la atención de Ross. De pie junto a la van del noticiero, bajo unos árboles había una hermosa mujer. Era pequeña, delgada, latina, con la piel bronceada y el cabello largo y negro. Sus gafas de diseñador ocultaban sus ojos, pero le hacían juego a las facciones de su rostro y su cabello. No estaba vestida para cargar equipos, por el contrario llevaba una camisa café de mangas crema que acentuaba el color de su piel y dejaba ver sus brazos fuertes y femeninos. Se movía con gracia y energía alrededor de la camioneta mientras discutía con el camarógrafo. Llevaba una cadena de oro, aretes y reloj que brillaban con la luz del sol que se colaba por las ramas.
Jack se levantó y puso unos billetes sobre la mesa. —Creo que ya acabamos aquí.— Se levantó y pasó a Ross yendo hacia la puerta, se detuvo y miró hacia atrás. —¿Junior... Ross, viene?—

 

Jack cruzó la calle, yendo directo hacia la mujer mientras que su equipo de grabación trabajaba en los arreglos desde la van para la rueda de prensa. Un par de cámaras descansaban sobre el césped, la antena del techo estaba extendida y los cables salían de la puerta. Ross trotaba detrás de Jack. —¿A dónde vamos?—
—Vamos a la rueda de prensa, Junior.—
—No—, Ross tomó por brazo a Jack, y cabeceó apuntando hacia la mujer que frente a ellos caminaba hacia la parte trasera de la van. —¿A dónde va?—
Jack miró a Ross y exageró el movimiento de cabeza en la misma dirección. —Vamos a la rueda de prensa. Vamos.—
Jack caminó de primero; Ross lo siguió medio paso atrás. Los ruidos del equipo de la gente que se preparaba para la rueda de prensa se acrecentaban y llenaban el ambiente. Cuando llegaron hasta la van, Jack caminó a su alrededor y se detuvo junto a la mujer que habían visto desde el restaurante. Ella hablaba por su celular. Ross se quedó unos pasos más atrás y observaba cuidadoso la pequeño equipo de personal de la policía, personas de mantenimiento y a otros equipos de periodistas que habían llegado y que se preparaban para la rueda de prensa de esa tarde.
La mujer terminó su llamada con un —Chao— y puso su teléfono en el bolsillo. Ella se volteó y vio a Jack de pie junto a ella y le tomó sus manos.
—¡Hola, Jack!— Haló a Jack hacia abajo y lo hizo agacharse hacia ella y lo besó en la mejilla. —Lindas gafas.—
—Oye, Patty. ¿Cuándo vas a admitir que estás en Minnesota ahora y a adoptar las costumbres de la región? ¿Un «chao»— para decir adiós y un beso para decir hola? Vamos. ¿Qué tienen de malo un nos vemos y un hola?—
—¿Cómo dice el dicho, Jack? Puedes llevarte a la chica fuera del país, pero no puedes quitarle su país de adentro. Yo bebo tu café y adoro tu cocina; déjame quedarme con un par de cosas de mi pueblo natal aunque sea.— Ella se recostó un poco más cerca, aun sosteniendo sus manos. —Además, ¿de qué otra manera voy a poder darte un beso?—
Jack no respondió. Por segunda vez no supo qué decir. Patty lo ayudó. —¿Quién es este contigo?—
—¿Dónde quedaron mis modales? Junior, ven aquí.— Jack se soltó de Patty y puso una mano sobre el hombro de Ross. —Déjame presentarte a alguien.— Ross dio un paso adelante de manera tranquila y espero instrucciones. —Patty, el agente Especial Ross Fruen. Dueño de las gafas oscuras.—
La mano de Ross salió disparada como una medida perentoria. —Mucho gusto.—
Patty le estrechó su mano derecha, pero puso su izquierda contra el reverso de la que recibía, sosteniendo con gentileza la mano de él entre las suyas.
—Hola, soy Patty. Es un placer conocerte también.— Ella lo sostuvo por unos segundos antes de soltarlo. —Es terrible que tengamos que estar afuera con este bochorno de hoy. ¿Estoy asumiendo que están aquí por esto?—
Jack respondió, —El caso es de Ross. Él es nuevo en nuestra oficina, así que lo estoy asistiendo, mostrándole los alrededores, presentándolo. Pensé en que debíamos venir a la rueda de prensa. Enseñarle cómo son las cosas por aquí.— Ross se quedó quieto junto a Jack, mirando a Patty a través de sus gafas oscuras sin decir nada.
—Entonces son parte de esto o no?—, preguntó Patty.
—No, no somos parte de la rueda de prensa. Probablemente no debamos ni siquiera estar aquí. Una de las razones por las que me acerqué a saludar es para pedirte un favor.— Jack bajó su voz y dio un paso acercándose a Patty. El ruido de la van y del equipo de grabación preparándose para la rueda de prensa ahogaba la voz de Jack así que Ross no pudo oírlo. —¿Tenemos como 30 minutos hasta que esto empiece? ¿Podrías poner a uno de tus camarógrafos a que grabe los alrededores y vea quién se asoma por aquí antes, durante y después de la rueda de prensa?—
—Seguro, Jack.—
—Ross o yo recogeremos la grabación en el canal esta tarde.—
—O yo podría llevártela personalmente—, dijo Patty.
Jack entendió la insinuación pero decidió detenerla en ese preciso momento. —Podrías llevarla a la oficina en el FBI, pero preferiría que nosotros pasáramos a recogerla.—
—No me refería a llevarla a tu oficina en el FBI.—
—Lo sé, pero allá sería donde me encuentre.— Jack tomó la mano de Patty, dio un paso atrás y habló más alto. —Gracias, Patty, realmente lo apreciamos. Ahora dejaremos que sigan con su trabajo.—
Jack se movió hacia un claro entre la sombra. Ross lo siguió y miró por detrás a Patty. —Ella tendría una exención del estatus G.I.—
—Bien, Junior, tal vez la próxima usted le hable un poco más y deje que lo conozca más. La próxima vez tal vez logre que lo bese en la mejilla.—
—¿Cuál es su historia?—
—Recuérdeme cuando vayamos de regreso a la oficina y le contaré. Por ahora, tenemos que ponernos a trabajar.— Jack se detuvo bajo la sombra de un árbol. —Quisiera que nos dividiéramos y recorriéramos el área, observemos si alguien que no pertenezca a la situación está demasiado interesado o tal vez no lo suficiente. Reconocerás si alguien no parece que pertenezca aquí. Yo iré por el parque y echaré un vistazo a los botes del muelle; vaya de regreso por las tiendas al otro lado de la calle, mire en las vitrinas y luego vaya por el estacionamiento hasta el lado norte del parque.—
—Me parece que sobresalgo con esta ropa. Me veo como un policía—, dijo Ross.
—Eso es lo que queremos. Queremos que la gente sepa que estamos aquí y que los estamos observando. Busque al tipo que sobresalga. El inocente se sentirá seguro y tal vez el culpable se sienta nervioso.— Jack miró su reloj. —Encontrémonos junto a la van aquí dentro de unos veinticinco minutos para la rueda de prensa. Veremos cómo luce la policía de Wayzata.—

 

El pasto seco crujía bajo las suelas de Jack cuando caminaba por el parque recorriendo por entre los árboles, ojeando los equipos de los noticieros que preparaban y alistaban sus aparatos. En una banca mirando hacia el lago, una pareja de ancianos locales observaban la conmoción y discutían acerca de lo que sucedía, adivinando quién iba a hablar y por cuánto tiempo.
Jack sintió una brisa suave proveniente del lago al aproximarse a los muelles. Estaba agradecido por las gafas oscuras, que evitaban el resplandor del sol sobre el lago desde el oeste. Se detuvo a admirar un par de botes de madera atados al muelle. Habían trabajado mucho en su restauración y mantenimiento. Eran hermosos. Nada que él pudiera alcanzar con su sueldo oficial. Al final del muelle, Jack se recostó contra la baranda y miró hacia el lago. Observó para ambos lados y a cada pasada sus ojos enfocaban más y más lejos, dentro del lago, detallando a los pilotos de las motos acuáticas que pasaban, los botes a motor y los de pesca. Nada parecía fuera de lo normal. Miró de vuelta hacia el parque y la actividad en la orilla, luego de regreso al lago.
Trató de adivinar hacia dónde su sospechoso habría huido si hubiese tenido un bote. Al otro lado del lago pudo ver Excelsior, una pequeña comunidad de tiendas y restaurantes. Mirando fijamente hacia la costa lejana, buscó entre el panorama familiar y recordó alguna de sus primeras citas con Julie. Condujeron hasta la playa de Excelsior en una tarde de verano caluroso para nadar, sentarse en la playa, hablar, besarse y nadar de nuevo. Tomados de la mano, caminaron hasta el pequeño pueblo y compraron un helado o una bebida antes de conducir de regreso a la ciudad. Los recuerdos eran fuertes y placenteros. Pudo visualizar a Julie en su bikini con su piel bronceada y su radiante sonrisa. Pero, eso había sido ya hace tanto. ¿Qué había pasado? Él extrañaba su risa y el contacto de su mano.
El pitido de su celular lo devolvió a la tierra. Lo haló de su cinturón y contestó, —Miller. Estoy en el muelle, Junior. Ya me devuelvo. No me di cuenta que era tarde. No vi nada sospechoso.— Jack terminó la llamada y se dirigió hacia el parque. —Nada más que recuerdos—, se dijo a sí mismo.