Capítulo 51

 

El haz de luz redondo de la lámpara del casco iluminaba la oscuridad y la bolsa plástica que colgaba de un gran conducto que corría por el túnel. El Gobernador se quitó los guantes de cuero y los metió en su bolsillo antes de tomar el maletín protegido contra el polvo.
Habían estado planeando esto por más de un año y colocaron el controlador aquí desde hace casi seis meses en preparación para este instante. El Gobernador no estaba seguro ni de que el equipo siguiera en su lugar. No había querido venir a revisarlo hasta hace un mes. No podía creer que estuviera de pie frente a él ahora listo para terminar con la espera. Rasgó la bolsa plástica y con cuidado sacó el controlador. Tenía una pequeña pantalla se computador con una carcasa de plástico gruesa, todo parecía intacto. Sacó un teclado de computador pequeño y flexible de su bolsillo, lo desenrolló, lo conecto al puerto por un lado y recitó una pequeña oración. Luego encendió el interruptor y miró la pantalla iniciarse. Estaba listo para hacerse rico.

 

* * *

 

Pusieron otra mesa junto a la que usaban con los planos de la Reserva Federal sobre ella. Dos hombres con overoles manchados y botas de cuero gastadas estaban de pie frente entre el grupo, se veían fuera de lugar entre las baldosas limpias y las mesas y sillas de la cafetería.
—Soy Jack, el Agente Especial Miller.— Jack extendió su mano y miró a los ojos al hombre más cercano a él, éste tenía las manos en los bolsillos. —Del FBI—, terminó, tomando la ancha y fuerte mano del hombre y estrechándola. La mano se sentía áspera y callosa. Jack le dio una mirada y vio que las manchas de barro y óxido le pintaban la piel en los nudillos. Las uñas estaban descuidadas y sucias bajo y al rededor de las cutículas. Los primeros dos dedos tenían manchas de tabaco mezcladas con la tierra y el óxido. —Los otros dos son el Agente Especial Fruen y el Oficial Granowski de la Reserva Federal.—
El hombre terminó el apretón de manos y la regresó a su bolsillo. Tenía unos cincuenta años, cabeza afeitada y una pequeña y canosa barbita de chivo. Tenía un cigarrillo en la oreja. —Soy Mike. Este es Jimmy.— Giró su cabeza hacia su compañero detrás de él. —Sin títulos, sólo Mike y Jimmy.—
Jimmy estaba en sus veinticinco, más de dos metros y delgado. Sonrió y parpadeó con rapidez sus ojos azules con el comentario de Mike. Llevaba una gorra de béisbol desteñida de los Minnesota Wild. Parecía que había caído entre las alcantarillas más de una vez. Siguió de pie detrás de Mike cargando rollos de papel amarillo bajo su brazo.
—¿Qué está pasando?—, preguntó Mike.
—¿Esos son mapas de las alcantarillas?—, preguntó Jack como respuesta.
Jimmy asintió.
—Póngalos en esta mesa y les contaremos lo que necesitamos.—

 

Se pusieron de pie al rededor de la mesa mirando los mapas de las alcantarillas que Mike y Jimmy habían traído. Las esquinas de los papeles las sostenían los saleros y pimenteros para que no se enroscaran. —Este cubre la mayoría del área de este sector a este lado del río—, dijo Mike.
—Entonces nosotros estamos más o menos por aquí.— Jack señaló un punto en el mapa donde los tres excavadores habían estado trabajando abriendo su camino hacia la bóveda hasta el momento de la explosión. —No era una cañería, parecía más un túnel. ¿Éstos no están en los mapas?—
Mike puso sus palmas sobre los mapas y se apoyó sosteniendo su cigarrillo con la mano derecha entre los dedos índice y corazón. —No, pero hemos tomado notas o sabemos de la mayoría de los túneles bajo la ciudad. Las alcantarillas y túneles se interconectan de alguna manera en muchos lugares.— Levantó su pulgar mirando a su compañero. —Jimmy es el que conoce allá abajo. Solía bajar, pero ahora con la edad me quedo arriba y opero el camión y los equipos y Jimmy baja a hacer las inspecciones.—
—¿Si alguien está abajo y sabe recorrer los túneles, por dónde podría salir?—, le preguntó Jack.
—Y no quiere que lo noten—, agrego Ross.
Mike se recostó sobre los dibujos. Puso el cigarrillo entre sus labios y se colocó unos anteojos para leer. —Tengo un par de ideas.—
Jimmy se volteó la gorra de béisbol hacia atrás. —Aquí, aquí—, apuntó sobre el mapa. —Tal vez aquí.—
—Pero qué mierda, Jimmy.— Mike miró a Jimmy con cara de frustración. Luego giró hacia Jack. —Qué pena con mi francés. No sé lo que Jimmy está pensando.— Apuntó con el cigarrillo en el papel. —Arrancó aquí. Pudo ir hacia tres lados desde aquí.—
—Tendría dos opciones—, interrumpió Jimmy.
—Como decía, podría ir a tres lugares.—
—¿Pero no iría hacia el centro, o sí?—
Mike inhaló profundamente. —Jimmy, se quedó en silencio. Nosotros iríamos por éste.—
—Quieres un cigarrillo.—
Mike miró a Jack. —Es joven.—
Jack asintió mirando a Ross. —Ya sé como va esa. ¿Quieren un cigarrillo mientras discutimos la situación?—,
Granowski injirió, —No se puede aquí.—
—Uno solo—, pidió Jack.
—¿Ahora todos fuman?—
—Préndelo, Mike—, dijo Jack mientras miraba a Granowski. Luego se reclinó hacia el mapa. —Démonos prisa, por favor. ¿Si el hombre que buscamos sigue abajo, en dónde deberíamos buscar? ¿Denos sus tres mejores opciones por esta ruta y a dónde iría?— Jack miró su reloj. —Noventa minutos.—
Mike inhaló hondo y soltó el humo hacia el cielo raso. —Bueno, creo que aquí por el puente Stone Arch—, su dedo gordo apuntaba sobre el mapa, —o hacia el norte del puente del tren, hay una cañería que se vierte al río.—
—¿Eso es todo?—, le preguntó Jack.
—¿A dónde más cree?—, Mike preguntó, mirando a Jimmy.
—Esos dos son los caminos más fáciles y más directos.— Jimmy puso su dedo sucio sobre el mapa en los lugares en los que encontrarían los túneles. —Si ellos dicen que tomó este camino, llegaría aquí.— Trazó la vía sobre el mapa. —Desde aquí podría dirigirse hacia tres lados para empezar y luego dependiendo del camino que tome se dividen en múltiples rutas desde allí. Tus sugerencias serían casi que las mismas mías.—
—Entonces parece que deberíamos comenzar aquí—, dijo Jack.
—Tal vez si bajamos allí podríamos saber para dónde siguió—, dijo Ross.
—Junior, no estás en forma para bajar allá con un brazo en cabestrillo.—
—¿Quién va a ir? ¿Tú?—, preguntó Ross.
—No hay nadie más—, dijo Jack.