Capítulo 49

 

Granowski se detuvo enfrente de una puerta de acero plana. El cuarto sólo tenía un rótulo con un número junto al marco. Él sostenía una tarjeta llave frente a un sensor, sonó un corto y suave pitido, ingresó un número en el teclado en la pared a la izquierda de la puerta.
—¿Seguridad doble?—, le preguntó Jack.
—Tienes cinco segundos para ingresar tú número después de pasar la tarjeta.— Granowski empujó la puerta. —Síganme.—
Jack y Ross lo siguieron dentro del cuarto.
Era necesario tener luz tenue en áreas de trabajo. Había grupos de dos o tres personas enfocados en una tarea manual. Nadie los miró cuando entraron. Claro que sí y Chirridos ya estaban trabajando con el personal del cuarto.
Granowski condujo a Jack y a Ross hacia un panel de monitores. —Podremos mirar a los equipos y lo que está pasando desde aquí. Los equipos estarán en posición pronto.— Señaló los monitores de la izquierda donde se veía el exterior del edificio. —La policía bloqueaba las calles al rededor de la Reserva. Nadie va a salir conduciendo de aquí hasta que no sea seguro todo aquí adentro.— Podían ver las luces de las sirenas de las patrullas y la ausencia de tráfico por la avenida Hennepin.
—¿Qué cree que está pasando?—, le preguntó Jack.
—Hubo una especie de explosión subterránea. Fue grande.—
—Nosotros sentimos algo—, dijo Jack.
Granowski asintió. —Nuestros sensores la registraron de inmediato y accionaron las alarmas. Hay una serie de túneles bajo la ciudad y en ocasiones las ratas han accionado las alarmas.—
—¿Ratas?—, le preguntó Jack.
—Bueno, no son ratas, pero gente que le gusta explorar bajo tierra. Son un poco como unas...—
—¿Diferentes?—, le finalizó Ross.
—Iba a decir bien raros o locos, pero diferentes está bien.— Granowski se sentó en una estación, revisó las pantallas y comenzó a comunicarse con los equipos por radio. —Equipo tres, reporte.— Señaló a la pantalla para mostrarles a Jack y Ross en donde estaba el equipo tres.
Una voz llenó el cuarto desde parlantes puestos al rededor. —Líder, equipo tres. Nada inusual para reportar.—
—¿Equipo dos?—
—Líder equipo dos. Entramos en los túneles. Definitivamente algo pasó aquí. Hay mucho polvo en el aire. Nuestras luces no pueden penetrar muy lejos. Procedemos lentamente.—
Jack notó que Granowski estaba tenso y enfocado en los monitores. —Diez-cuatro, equipo dos. Despacio pero seguros. Sigan en contacto.—
—¿Cómo puede hablar con los equipos allá abajo?—, preguntó Ross. —No hubiera pensado que sus radios sirvieran a través de la roca.—
—Tienen cableado y un equipo de retransmisión que dejaron a la entrada—, respondió Granowski sin mirarlos. —Equipo tres. Reporte.—
—Definitivamente hay evidencia de una detonación. Se puede oler en el aire. Vamos con máscaras moviéndonos más adentro.—
—¿Y ahora qué?—, le preguntó Jack.
Granowski seguía pegado a los monitores. Estaba recostado con los codos contra la superficie. Jack le veía los ojos moverse por las pantallas frente a él. Granowski sostenía un bolígrafo en su mano derecha y jugaba con él entre los dedos; mordisqueaba su parte trasera de vez en cuando y escribía cosas en una libreta frente a él. Usaba su pulgar para oprimir el émbolo como haciendo clave morse. —Esperen.— Mordió la punta del bolígrafo y luego la sacó. —Por qué no tengo un cigarrillo.—

 

La explosión empujó el aire por el túnel seguido de un rugido apagado. El Gobernador estaba acurrucado protegido y recostado por y contra una pared esperando que la presión de la explosión pasara. Había detonado a la hora planeada. Una vez que la explosión se disipó, se levantó y se abrió paso entre el aire lleno de polvo. Seguía llevando su mano izquierda contra la pared. Su linterna reflejaba las partículas flotando en las corrientes de aire por el túnel, llenando el conducto con un brillo que hacía imposible ver adelante. Le fue difícil abrirse paso hasta el lugar en donde estaba la instalación de los controles para llevar a cabo el resto de su plan.
El Gobernador tenía una sonrisa en su rostro y se sentía como un niño mareado de la emoción abriendo regalos el día de Navidad. Pensó en el dinero que sería suyo en sólo minutos más. El aire se aclaró y revisó su ubicación. Un par de túneles para abrirse paso y estaría listo para el verdadero tesoro por el que había venido.

 

 

 

Jack miraba su reloj y caminaba por el cuarto. Habían pasado solo cinco minutos desde que el último equipo se había reportado, pero parecían horas. —Ross, tenemos que hace algo.—
—Ellos lo tienen controlado, Jack. Hay dos equipos allá abajo y nos darán noticias pronto.—
—No puedo esperar.—
—Eres peor que tus hijos.— Ross tomó una silla y la deslizó hasta Jack. —Siéntate y relájate. Apenas vean algo lo sabremos.—
—Siéntate tú, Junior. Tengo que moverme. Jack caminó por el cuarto y miró los monitores, parándose detrás de Granowski. —¿Sigue lloviendo?—
Granowski preguntó sin mirar atrás. —Está lloviendo.— Golpeó su bolígrafo contra el escritorio. —Lo bueno es que el clima mantiene a la gente lejos. No hay casi nadie allá afuera.—
—¿No hay camiones de la prensa todavía?—, le preguntó Jack.
—Todavía no, pero si llegan tendrán que mantenerse afuera del perímetro. Diremos que había un cachorrito perdido en las cañerías o algo así.— Granowski se volteó y le guiñó a Jack.
Jack continuó mirando las pantallas. Las calles se veían brillantes por la reflexión de las luces de los postes y de los edificios sobre la superficie mojada. Una pantalla mostraba las noticias locales. Todo parecía normal allí, enfocándose en la tormenta y su impacto en las celebraciones del Cuatro de julio. Jack golpeaba sus dedos contra el escritorio y preguntó sin quitar sus ojos de los monitores frente a él, —¿Los equipos tienen un tiempo preestablecido para reportarse o sólo esperamos?—
—Intervalos de diez minutos a no ser que algo de interés suceda antes. Los equipos están trabajando a corta distancia entre ellos para tener que usar el radio lo menos posible, ya llamarán.—
Jack se separó de la consola. —¿Cuanto tiempo más?—
—Tres minutos.—
—Tres minutos, tres días, es una eternidad sentados aquí esperando.— Jack comenzó a caminar hacia la puerta.
—Jack—, Ross dijo caminando hacia él. —¿Jack, para dónde vas?—
—No puedo aguantarme más aquí encerrado, Junior.— Jack tomó la perilla de la puerta y abrió.
Jack se quedó de pie en el corredor de azulejos, miró hacia la izquierda y luego a la derecha tratando de recordar por cual dirección había venido o hacia dónde podría ser la salida. Se estaba volviendo loco sentado en el cuarto sin saber qué estaba sucediendo bajo tierra. Tenía que acercarse a la acción.
La puerta sonó detrás de él cerrándose lentamente, halada por el pistón diseñado para cerrarla. La derecha le pareció familiar. Jack tomó el corredor. —Equipo dos a la base—, escuchó desde el interior del cuarto, haciéndolo detenerse y recostarse contra la puerta. Su hombro tocó la puerta y su mano sostuvo la perilla antes de cerrarse.
—Aquí base—, respondió Granowski.
Jack se quedó quieto y escuchó a Granowski y su equipo.
—Necesitamos una ambulancia por dónde entramos. Tenemos dos cuerpos y un sobreviviente.—
—Saquen al sobreviviente. Dejen los cuerpos hasta que hayan evaluado y asegurado el área. Necesito saber qué pasó allá abajo.—
—Tengo que avisarle a Jack—, le dijo Ross a Granowski.
Jack abrió la puerta. —Aquí estoy, Junior. Vamos.—

 

El cielo estaba negro con agua todavía cayendo, salpicando al caer contra el suelo ya encharcado. —Sigue lloviendo.—
—Gracias por actualizarme, Junior.—
Jack y Ross corrieron por el pasto bajando la ladera hasta donde el equipo debería salir del subsuelo. Ross, con un brazo en el cabestrillo tambaleaba al correr. Pero fue Jack el que resbaló dos veces por la pendiente de pasto empapado. La primera vez se pudo sostener. La segunda cayó sobre su trasero salpicando agua.
—¿Estás bien?—, preguntó Ross.
Jack rodó sobre la grama emparamada y se levantó. —Estoy bien. Terminemos de bajar y veamos qué tienen que decir.—
Llegaron a al entrada en medio de la ladera y esperaron de pie junto la puerta negra de hierro forjado abierta sobre sus bisagras. Uno de los miembros de equipo se seguridad de la Reserva Federal estaba de pie a la entrada cubriéndose del agua. Levantó su rifle de asalto cuando vio a Jack y a Ross. —¡Quietos!—
Jack levantó sus manos con las palmas hacia el guardia. —Tranquilo, hermano. Somos del FBI.—
El guardia sostuvo el arma apuntándole a Jack mientras lo miraba de arriba abajo. Jack pudo ver la duda en la mirada del guardia al verlo en pantalones cortos y camiseta polo.
—Oiga. Granowski sabe que estamos aquí. ¿No le dijo que veníamos? Queremos ver al sobreviviente que el equipo está trayendo.— El guardia se relajó un poco con la mención de Granowski y quitó el cañón de la cara de Jack moviéndolo a la izquierda.
—¿Identificación?—, pidió el guardia.
Jack lentamente tomó su porta credenciales del bolsillo. La puso a un lado y la abrió para dejar ver su identificación y placa del FBI.
El guardia retiró definitivamente el arma de Jack y Ross. —Lo siento, estoy un poco nervioso.—
—Está bien lo entendemos—, respondió Ross, hablando por primera vez desde que se toparon con él.
—¿Alguna noticia del sobreviviente o cuánto les tomará en sacarlo?—, le preguntó Jack.
—Parece que puede caminar. Está sordo con la explosión.— El guardia puso su mano a la derecha de su cabeza y ajustó su audífono. —Deberán salir como en diez minutos.—
Jack miró a Ross. —Parece que no debíamos apresurarnos tanto para bajar.—
La lluvia continuaba cayendo sobre Jack y Ross que seguían afuera de la entrada. El agua les escurría por la nariz y las barbillas. Su pelo estaba emparamado, pegado a sus cabezas y los pedazos de grama le escurrían a Jack por las piernas.
—¿Podemos entrar para no seguir mojándonos?—, preguntó Ross.
El guardia dio medio paso adentro para hacerle campo a Jack y a Ross. —Seguro, tengan cuidado con los cables y el equipo.— Les señaló la caja y los cables negros que corrían por el suelo hacia dentro del túnel para mantener el contacto con los equipos adentro.
—Gracias. Estamos empapados.— Ross dio un paso al frente y paso junto al guardia.
Jack siguió de pie bajo la lluvia, sin entrar para protegerse del agua.
—Entra, Jack. No llueve aquí dentro.—
Jack dio un paso adentro obteniendo un poco de protección y giró mirando hacia afuera de la cueva. —Estoy bien aquí. Está demasiado lleno adentro y ya vienen con el prisionero.—
Ross intentó de nuevo. —Entra, Jack. Dijo que serían diez minutos. No hay razón para seguir mojándose.—
—Estoy bien, Junior—, respondió Jack sobre su hombro.
—¿Jack, eres claustrofóbico?—
Jack no respondió.
—Estoy bien aquí, Junior.— Jack giró y miró el interior de la cueva. —No nos presentamos—, le dijo al guardia. —Soy Jack y él es Ross. —Agentes Miller y Fruen.—
—Soy Alex—, respondió el guardia cabeceando una vez. Miró hacia Ross. —Oficial Butler.— Luego miró a Jack y le susurró, —A mí tampoco me gustan los túneles. Por eso yo soy el de la entrada.—
Un rayo resplandeció el cielo, seguido casi de inmediato del estruendo del trueno. Jack saltó y miró dentro de la cueva. La lluvia se intensificó, rompiendo el cielo salpicando contra el césped ya inundado. Alex dio otro medio paso dentro de la cueva, pero seguía mirando hacia afuera.
—¡Entra, Jack!—, le gritó Ross desde adentro. Su voz se apagaba, haciendo eco contra las paredes de concreto, casi ahogada por el sonido de la lluvia contra el suelo. —Entra antes de que te dé un rayo.—
—¿Alex, cuánto falta?—, respondió Jack, ignorando a Ross.
—Ya están por salir.—