El corazón geográfico, espiritual e histórico de París es el Sena. Los inicios acuosos de la ciudad tuvieron lugar en la Île de la Cité, la mayor de sus dos islas. Al este, la serena Île St-Louis cuenta con apartamentos elegantes y exclusivos, además de un puñado de hoteles íntimos y encantadores restaurantes y boutiques.
Lo mejor en un día
Como la
icónica catedral de la ciudad, Notre Dame (Clicar),
domina la Île de la Cité, es el mejor punto de salida de la ruta (y
llegando pronto se evitan las aglomeraciones). Aparte de ver la
vidriera interior, conviene emplear una hora en subir a la cima y
otra en explorar la cripta arqueológica. Otra vidriera, más bella
incluso, es la de la vecina Sainte-Chapelle (Clicar).
A solo unos pasos de esta, se halla la enigmática prisión de la
Revolución francesa, la Conciergerie (Clicar).
Para llegar a la
islita de St-Louis, se cruza el Pont St-Louis (Clicar).
Tras almorzar en el Café Saint
Régis (Clicar),
se aconseja recorrer las ‘boutiques’ de la isla y comer un
helado en Berthillon
(Clicar).
Después de
una cena tradicional en Le
Tastevin (Clicar),
se puede volver por el Pont St-Louis (con actuaciones de músicos
callejeros) para la última copa en la Taverne Henri IV (Clicar),
en la Île de la Cité. Si se busca marcha, al otro lado del
Pont Neuf (Clicar)
se encontrará donde elegir a ambas orillas del Sena.