Capítulo 38
Dos meses después
Manley se sentía un tanto intimidado por la vorágine de los tramoyistas y operadores del plató, el público del escenario y sobre todo, un presentador consumado y famoso como Jay Leno. Todo junto constituía una parafernalia en la que resultaba difícil mantener la sangre fría. Jay ya había hecho una larga presentación de Manley, recordando a la audiencia que era el hombre que nos había puesto en contacto con los «bichos», como se decía coloquialmente en la calle cuando se referían a civilizaciones alienígenas.
—Bueno Manley —la entrevista comenzaba y Jay se dirigía hacia él tras de su escritorio. Manley sentía sobre sí el peso de la audiencia y del propio prestigio del presentador como si fuera embestido por una carga de caballería; el corazón acelerado, los nervios a flor de piel—. Dos meses en coma y vuelves a la vida, casi contra todo pronóstico. Ya habrás visto que todo sigue igual… los hombrecillos verdes no nos han invadido —Manley sonrió abiertamente— y los impuestos pese a las reiteradas promesas, siguen sin bajar. ¿Merecía la pena realmente volver o…? —Jay se ríe de su broma y junto con él todo el público presente—. Pero lo que sí ha cambiado y que afecta a tu trabajo son las razas alienígenas conocidas… La espinosa cuestión de si estábamos solos en el universo ha quedado definitivamente resuelta. No es que estemos solos, ¡es que somos demasiados! —Jay gesticula y extiende los brazos y el público ríe la mímica— ¿Vamos a tener problemas de espacio en la galaxia?, ¿te esperabas algo así?
—Bueno Jay —Manley había recibido instrucciones para que tuteara al presentador— lo cierto es que ya antes de sufrir el atentado el número de especies inteligentes conectadas crecía lentamente día a día. Y ahora según recopilamos información reciente del instituto, nos aproximamos a la cifra de mil civilizaciones… y creciendo.
—¿Mil razas inteligentes? —Jay exclamó y preguntó a la vez, fingiendo asombro por la cifra que ya era de todos conocida—. Pero una pregunta importante, Manley… —Jay deja pasar unos segundos en silencio mientras le mira serio— ¿se está incluyendo a la raza humana dentro de esas mil razas inteligentes? —risas generales—. Bueno… yo siempre he tenido mis dudas al respecto.
Manley ríe.
—Sí, yo también, desde luego.
—Pero volviendo al tema de las razas… se dice, se rumorea, se comenta… que no sólo el Instituto, el IAE, tiene contactos con las razas extraterrestres, sino también la NSA ha montado su propia división de código estelar, el MI10 británico ha hecho lo propio creando una división para asuntos interestelares, el Mossad, los rusos, China… otro tanto. ¿Qué hay de cierto en todo eso? ¿Es verdad que todos ellos están montando redes de comunicación secretas?
—Bueno… como te puedes imaginar no lo sé con certeza. Todos esos organismos que has citado se dedican al espionaje y me imagino que querrán explorar nuevas fuentes de conocimiento a través de esas vías. Pero la comunicación con un alienígena es aleatoria. Depende de un par de partículas atómicas entrelazadas. No se puede sintonizar un dial e intentar hablar con una raza determinada… ni siquiera por lo que vemos con un individuo capacitado con conocimientos útiles para nosotros. Capturas un rayo cósmico, una partícula de alta energía… no puedes saber quién ha capturado el otro par entrelazado. Pero sí, volviendo a la pregunta que me hacías, parece razonable sospechar que pueden estar intentando establecer contacto por su cuenta para fines de obtener ventajas tecnológicas, militares…
—Es decir… y perdona que te interrumpa, por si lo entiendo mal, la humanidad conoce a una raza inteligente, a miles de años luz de nosotros y… lo primero que hacemos nosotros es ¿¡espiarlas!?… comprendes mis dudas sobre la inteligencia humana… ¿verdad?
—Bueno, puede ser peor, a veces también insultamos…
—¿Insultamos también?
—Sí, ya he sido testigo más de una vez de un operador novato, que cuando visualiza a un alienígena, lo primero que exclama involuntariamente es; «que bicho más feo»… —la gente se ríe— y claro no se da cuenta de que el codificador está transmitiendo y subtitulando lo que dice… desde el primer segundo.
—Así que el extraterrestre lo primero que oye de un humano en un contacto que podríamos calificar histórico, dos razas que interactúan por primera vez que se encuentran en extremos opuestos de la galaxia, es… ¡¿un insulto?! ¿Se imaginan ustedes algo así? —Jay se vuelve y pregunta al público—. ¿Ustedes cuando conocen a alguien que les acaban de presentar… les dicen; Que bicho más feo es usted…? —Jay gesticula y todos ríen a carcajadas, incluido Manley—. Y mi pregunta al respecto es que dadas esas habilidades diplomáticas; ¿están seguros al cien por cien que nadie nos va a invadir? —Jay mira ceñudo y nuevas risas del público.
—Estamos en ello —terció Manley sonriente.
—Y una pregunta que muchos nos hacemos. Siempre estamos oyendo los resúmenes del Instituto, los videos que facilitan en los que se ven a seres de aspectos… tan raros… tan distantes… tan inteligentes, y uno se pregunta… ¿Estos seres tienen religiones como la nuestra? ¿Es algo que ya han superado… o es que están en contacto con el Creador?
—Una pregunta interesante, sí. La verdad es que uno podría suponer que tal vez seres mucho más avanzados que nosotros, pues en apariencia parece ser que la gran mayoría de razas son tecnológicamente mucho más avanzadas, tal vez no necesitaran el consuelo y la ayuda de la religión… pero lo cierto es que no es así. Hemos encontrado a individuos gnósticos, agnósticos y ateos… pero también creyentes, la mayoría de los cuales monoteístas. También mantienen consignas de índole política cuyos preceptos alientan la guerra y destrucción como pueda sucede aquí mismo. No hay nada nuevo bajo el sol por ese lado… Y sí, claro, según tengo entendido muchas de esas religiones mantienen preceptos espirituales desarrollados… me atrevería a decir que las que aparentan ser más pacíficas.
—Amor, bondad… buen rollo —Jay Leno sonríe ampliamente.
—Eso es.
—¿No es sorprendente?
—Para mí sí lo ha sido. Y bueno, yo soy el único ateo de mi equipo, al parecer…
—Sí, porque no todo el equipo de monte Lemmon es ateo.
—No, por supuesto, hay católicos, baptistas, agnósticos… lo mismo que uno encuentra en la calle, me parece a mí.
—Bueno, también había algún demonio por ahí suelto en ese equipo, ¿no es verdad? Todos recordamos que quién intentó acabar con tu vida fue precisamente un compañero de Monte Lemmon, Jeremy Hudson, que murió abatido por los guardias del instituto, tus escoltas, cuando te iba a rematar en el suelo. ¿Te sientes afortunado?
—Sí, la verdad es que haber sobrevivido a aquel atentado resulta formidable. Tuve suerte también porque unos milímetros en otra dirección y ya no estaría aquí para contarlo.
—Lo único es que la silla de ruedas ya no te la quita nadie, ¿no?
—Así es, desgraciadamente.
—Manley. ¿Por qué contra ti?, y también… ¿por qué Jeremy?
—Jay, es algo que me pregunto al menos una vez al día desde que recuperé las consciencia… y es algo que no entiendo —Manley se había puesto serio—. Desde el principio Jeremy fue muy receloso con el codificador. Pensaba que estábamos ocultando algo y por eso se apartó del grupo. Creo que fue construyendo un mundo de conspiración del cual yo era la cabeza pensante. Consideraba que ocultaba algo a la gente que debía saberse… y eso no es así. Yo simplemente hice un descubrimiento que ha sido expuesto a la luz pública. No hay nada oculto. Él estaba convencido de que mentía y se llenó de rencor y odio.
—Y tanto que no hay nada que ocultar, y a tenor de esto viene la siguiente cuestión. ¿Qué os parece en el Instituto lo que está anunciando Prime Interactive? ¿De verdad que será posible que cada norteamericano tenga entre el microondas y el frigorífico un aparato de codificación intergaláctico y pueda intercambiar con alienígenas una receta para el pavo asado del Día de Acción de Gracias? —Nuevas risas— ¿O que pueda tener un codificador para asustar a los niños desobedientes con que viene un bicho feo a llevárselos en un saco? ¿Y todo eso por el módico precio de un millar de dólares? Y lo quieren llamar exovideo o exolector… otro aparato más para tener en casa enchufado.
Manley sonrió abiertamente
—Bien… no me extrañaría. En la actualidad el principal problema es el tamaño de la trampa cuántica, pero como todo en la industria, es susceptible de abaratar costes al introducir economías de escala, procesos en cadena, innovación tecnológica que permita reducir tamaños… Nada que no se haya hecho antes mil veces. Los primeros teléfonos eran artilugios grandes y pesados…
—¡Y los de ahora también! —terció Jay—. Porque los móviles al principio eran grandes, empezaron a disminuir de tamaño y… ¡mira cómo son ahora! —Jay sacó del bolsillo un enorme smartphone— ¡Estamos peor que al principio! —nuevas risas.
—Seguramente veremos aparatos del tamaño de un ordenador de sobremesa que sean trampas cuánticas. Ese es el corazón del codificador. El resto un simple chip sirve para realizar la función de comunicación, además de un teclado y un monitor, por supuesto. No es algo del otro mundo.
—Bueno… de otro mundo ¡sí que es! —el público se ríe y Manley también—. Y otra pregunta, que estoy recordando todas esos chascarrillos que nos preguntamos cuando estamos con amigos hablando distendidamente de estas cuestiones. Esta gente, estos alienígenas… ¿se interesan por nosotros realmente o les aburrimos? Recuerdo a la jefa del gabinete, la señorita Eleanor Wilson, que siempre se queja de lo aburridos que resultamos a los aliens… Yo me pregunto… ¿por qué no les ponen el show de Jay Leno? Porque aquí a fin de cuentas nadie se aburre, ¿no?
Manley ríe abiertamente antes de contestar.
—Bueno, no es mala idea no. Lo cierto es que los humanos estamos ávidos por aprender. Somos terriblemente curiosos… y también queremos rentabilizar una inversión. Estamos tan pendientes de eso que podemos resultar pesados. Pero lo cierto es que sí despertamos interés de los alienígenas. Nos preguntan por cómo organizamos nuestra sociedad, nuestra religión, cómo es nuestra sexualidad…
—Ah, mira, si al final resulta que los aliens son espabilados y todo.
—… y por muchas cuestiones sobre nuestro planeta… y también muchas cosas que podrían parecer intrascendentes. Emitir vídeos de gente normal haciendo cosas normales les parece muy llamativo, de hecho es lo que más aviva una conversación… al igual que cuando ellos nos muestran vídeos similares. Lo único que sucede que esos contenidos no cumplen las directivas del Instituto y son vías muertas que se tienden a cortar. Es como si montáramos una Universidad y tuviéramos a los profesores jugando al parchís. Por muy entretenido que resulte obviamente eso no haría gracia al patrocinador.
—Y a fin de cuentas… ¿no es eso lo que sucede? —El propio Jay se ríe y hace un gesto con la mano como diciendo, no me tengan en cuenta ese chiste y la gente aplaude—. Y una última cuestión Manley. Algo que no se ha hablado demasiado. Estamos tan acostumbrados a fijarnos en lo superficial. Llamamos a las razas alienígenas que conocemos por su aspecto; elefantinianos, moscus… pero no hablamos mucho de los inventores del código estelar, y eso me intriga profundamente. ¿Qué es lo que se sospecha al respecto? ¿Una raza que inventó el código y después de ver el resultado hizo mutis por el foro, que se dijo, «pero qué es lo que hemos hecho»? —Jay se lleva las manos a la cabeza y el público vuelve a reír.
—Sí, esa es una cuestión que nos interesa muchísimo. Pero ninguna raza nos ha dado pista alguna sobre eso. Tal vez la respuesta esté en el patrón del propio código pero no hemos encontrado nada aún en él. Es un completo misterio. Estamos en ello.
Jay tomó la palabra y gastó un par de chanzas más y despidió a Manley para el que pidió una nueva salva de aplausos que resultó atronadora. Manley giró su silla de ruedas y se encaminó hacia los bastidores, deslumbrado por los focos y abrumado por el calor del público.