La montaña de hielo
Titán Alpha avanzaba con cautela, triturando el suelo por aquel paisaje helado bajo la perpetua penumbra de las nubes y su sucia tonalidad color marrón anaranjado. Las imágenes expuestas en un rango de lo que su programa de sensores definía como «luz visible» eran razonablemente buenas, aunque la visión infrarroja era mejor, aun cuando la temperatura en el exterior del fuselaje acorazado de Alpha resultaba tan baja que las imágenes infrarrojas eran proyectadas con bastante debilidad y precisaban de una mayor potencia.
Aun así, Alpha avanzaba lentamente en su marcha más baja, abriéndose camino entre cráteres cuyos muros eran demasiado escarpados como para rebasarlos. El programa principal comparó el sensor de recepción de datos con sus archivos de memoria y decidió que los cráteres y sus escarpadas paredes eran de reciente formación, a partir del impacto de diversos meteoritos. Almacenó la información para cuando llegase el momento en que la restricción principal fuera levantada o desbancada.
Una de las órdenes básicas del programa principal consistía en recoger datos de los sensores, y Alpha obedecía fielmente esa orden fundamental. Dado que había empezado a moverse por el lugar y apagado sus antenas de recepción y la baliza de seguimiento, el aluvión de órdenes de entrada había cesado y los conflictos generados por la restricción primaria se habían borrado de su memoria.
Alpha recordó que antes de aterrizar en la gélida superficie de Titán había orbitado alrededor de la luna, mapeado su superficie y analizado desde la distancia su atmósfera. Todos esos datos ya habían sido remitidos, tal y como le había sido ordenado.
Ahora, sin la llegada de nuevas órdenes, Alpha decidió repetir la operación orbital desde la mayor proximidad posible. Circunnavegaría Titán, cruzando de parte a parte aquel oscuro mundo helado tantas veces como pudiera. El programa principal comprobó el estado de la fuente de energía, luego repasó las pérdidas de energía ocasionadas por el uso de la propulsión y los sensores, y decidió que Alpha podría circunnavegar Titán al menos setecientas veces antes de que la fuga de energía lo impidiera; automáticamente, cerró todo excepto los sensores.
El programa principal revisó los datos entrantes tal y como eran registrados por los sensores en una escala de tiempo de un microsegundo. Nada inusual. El suelo estaba formado básicamente de agua helada, cubierta con una mezcla derretida de metano helado que contenía significativas impurezas tales como etano, acetileno, y cantidades menores de otros hidrocarburos orgánicos. Algunos de los compuestos orgánicos eran motrices: se movían por la superficie a un ritmo de unos pocos centímetros por minuto.
Las gruesas bandas de rodamiento de Alpha se hundían por la embarrada costra del suelo y aplastaban las capas superiores del hielo de metano subyacente y los complejos hidrocarburos bajo su enorme masa. Utilizó el láser de megajulios a toda potencia para desmenuzar los restos aplastados y convertirlos en gas, que el espectrómetro de masa analizó a distancia. Solo los hielos compactados eran analizados de esa manera; el suelo aún intacto que se extendía alrededor de Alpha era analizado de pasada, sin que el ligero toque del láser lo perturbase.
Tras más de cien horas de surcar la superficie de Titán, la batería de sensores delanteros del Alpha detectó un agudo saliente alzándose a tres coma siete kilómetros por delante. El saliente tenía cuatrocientos treinta y seis metros de alto. Estaba compuesto de agua helada, brillante y resplandeciente, sin que esta vez la cubriese ningún fango de oscuro metano.
Alpha se detuvo al llegar a medio kilómetro de la montaña de hielo y giró toda su panoplia de sensores superiores, invirtiendo un trillón de nanosegundos en escanear la montaña. Agua helada, entrelazada a compuestos de carbono. Con cautela, Alpha comenzó a dar vueltas alrededor de la falda de la montaña. Al hacerlo, sus sensores detectaron un círculo de suelo llano rodeando la falda de la montaña a lo largo de dos coma nueve kilómetros. La zona llana era también agua helada, aunque estaba salpicada de metano y otros compuestos de hidrocarburo.
El programa principal de Alpha consultó el programa geológico. La formación de hielo, decidió, era el resultado de una erupción criovolcánica más o menos reciente que había expulsado un géiser de agua en estado líquido desde lo más profundo a través de un agujero emplazado en la superficie. El agua se había helado rápidamente en la gélida atmósfera de Titán, creando una montaña de hielo en el círculo de liso hielo que lo circundaba.
El agua brotada de las profundidades, incluso estando helada, se hallaba en el escalafón más alto del programa geológico de Alpha. Activó sus bandas de desplazamiento y atravesó el suelo quebrado y escarpado hasta el liso círculo de hielo. Si de una máquina pudiera decirse que estaba impaciente, las prioridades geológicas de Alpha le dirigieron impacientemente hasta el lago helado.
Los micrófonos incorporados al fuselaje exterior del Alpha detectaron el sonido crujiente a una distancia de milisegundos respecto de los indicadores de presión de las bandas de rodamiento, informando de que, debajo de estas, el hielo estaba cediendo. El programa principal ordenó a los mandos que se detuvieran, pero fue demasiado tarde. La costra de hielo se hizo añicos bajo el enorme peso de Alpha y la máquina comenzó a hundirse de cabeza lentamente en el agua gélida.