Capítulo 25
Barbara
- “Aww Fabio esto es lo más elaborado que has hecho por mí, me siento halagada”- Dije en un tono meloso mientras Tomas me ataba de una silla tan fuertemente que me cortaba la circulación de las muñecas, lo mismo hizo con mis tobillos.
Fabio se acercó a mí, luciendo como siempre un esmoquin negro impecable. Su mirada tan fría como un iceberg y llena de odio. Cuando Tomas termino de atarme de la silla, él se paró frente a mí. Mirándome como si fuera algo desagradable que piso accidentalmente.
- “Nunca me gustaste ¿Sabes?”- Comento destilando odio de cada palabra. Bufe a eso. Wow nunca lo hubiese imaginado, pensé sarcásticamente –“Tu madre fue una puta muy buena en la cama, lástima que tú la mataste cuando naciste ¿Te das cuenta lo molesta que eres? Es decir, solo naces y ya causas problemas, no me sorprende que creciendo hayas sido el mismo dolor en el culo, pero hoy...”- Se acercó y tomo mi mandíbula en sus ásperos dedos con fuerza, lastimándome. Sonrió mostrando todos sus dientes como un cocodrilo –“Hoy me desharé de ti”-
Fabio se alejó y desapareció por una puerta de la cabaña solo Dios sabe a buscar que, escuche el sonido de agua corriendo. Ahora Tomas empezó a moverse y lo seguí con la mirada. Se dirigió a un bolso negro que estaba encima de una vieja mesa de madera. Contuve la respiración esperando a ver lo que sacaba de allí, solo que saco una cámara de video.
Coloco la cámara encima de la mesa en un ángulo que daba directamente hacia mí. Se volvió hacia mí sonriendo.
- “Solo para tener un recuerdo de ti”- Dijo encogiéndose de hombros.
Fabio volvió a la sala con una bolsa colgada de su hombro que se veía pesada. La dejo caer al suelo. Me estire para ver que había dentro pero no logre ver nada.
- “Ve a buscar el barril”- Le indico a Tomas, quien desapareció por la misma puerta que había ido Fabio y regreso segundos después arrastrando un pesado barril lleno de agua hasta que estuvo en frente de mí.
Trague con dificultad. ¿Que planeaban hacerme? Fabio y Tomas empezaron a reír por lo obviamente mortificada que me veía.
- “No pensabas que te íbamos a matar y listo ¿no?”- Pregunto Fabio con un tono burlón –“¿Después de todos estos años de aguantar tus estupideces y sobre todo después de que arruinaste mi reputación por lo de tu boda? Ni lo sueñes dulzura”-
- “Eres un maldito hijo de puta Fabio”- Espete apretando los dientes.
- “Oh, lo sé, lo sé. Nunca debí hacerle caso a mi madre de conservarte”- Respondió como si estuviera hablando del clima.
El tomo un puñado de mi cabello en sus manos y llevo mi cabeza bruscamente hasta el fondo del barril lleno de agua. El movimiento me tomo inesperada lo que me hizo estúpidamente aspirar agua. Me retorcí lo más que pude para sacar mi cabeza de allí pero su agarre seguía hundiéndome fuertemente hacia abajo. Mi pecho se apretó dolorosamente. Mi respiración se volvió como si estuviera convulsionando. Mi cabeza también se contrajo en dolor y cuando pensé que no podría aguantar más, su mano me halo hacia la superficie.
Mi cuerpo se estremeció en toces violentas y al mismo tiempo tratando de llenar de aire mis pulmones.
- “¡Te vas arrepentir de esto Fabio! ¡Te voy a matar! ¡Juro que te voy a matar!”- Rugí entre toces dolorosas.
- “¿Si? Supongo que lo vas hacer desde el más allá ¿no?”- Se burló nuevamente hundiendo mi cabeza hasta el fondo del barril, el maldito infierno.
Dolor insoportable apretaba mi pecho, garganta y cabeza. Todo esto se repitió mínimo unas diez veces más, hasta que se aburrieron de verme casi ahogarme... supongo. Creí que mis pulmones iban a reventar cada vez que se repetía el procedimiento pero cuando pensaba que estaba a punto de ceder, el me sacaba y dejaba que me recuperara solo para repetir todo desde el principio.
Fabio me dejo caer en la silla otra vez y Tomas arrastro el barril a una esquina lejos de mí. Estaba completamente empapada y jadeante. Mi garganta quemaba como el infierno y me costaba respirar. Pero para mí mala suerte, estaba 100% despierta y alerta. Al menos estaba alivia de no tener mi cabeza bajo el agua.
Tenía que salir de aquí pero no tenía idea de cómo. Ellos eran dos y yo solo una. Ellos estaban libres y yo atada como un cerdo. Ellos tenían armas y yo estaba vestida con una camisa de Richard y mis pantis.
Richard...
¿Dónde estaba el? Dios por favor que este bien, rece en mi mente. Tenía que comunicarme con él. Tenía que hallar una forma...
Mire a mí alrededor hasta que mi vista se detuvo en el bolso encima de la mesa de Tomas. Estaba muy segura que el debía de tener un teléfono celular allí. Ahora el problema era ¿como llegaría hasta el en mi situación actual?
Tomas tapo mi campo de visión cuando se paro frente a mí. Mis ojos se desorbitaron cuando vi lo que el había sacado de la bolsa negra que había traído Fabio. Un bastón eléctrico.
Mi instinto me ordeno correr lo mas lejos y rápido que pueda de aquí. Huir. Pero lo que mi cuerpo hizo fue levantarse de la silla para terminar cayendo duramente sobre mi cara contra el suelo frio.
Las manos de Fabio me recogieron del suelo lanzándome a la silla otra vez.
Sin perder el tiempo Tomas encendió el bastón eléctrico. El sonido zumbante me anticipo lo que venia. Maldita sea nunca fui una buena estudiante pero cualquier estúpido sabia que el agua era conductor de electricidad. Y yo estaba completamente empapada. Esto iba a ser mil veces más doloroso. Pero la consciencia de eso no me preparo para el dolor agonizante que recorrió todo mi cuerpo, haciéndolo sacudirse violentamente como si tuviera vida propia. Tomas solo debió tocarme con el bastón menos de cinco segundos pero fue suficiente para tomar todo de mí.
Dios solo mátenme ahora, pensé cuando un grito desgarrador salió de mi garganta que ni yo misma reconocí como mío. Cuando fui capaz de abrir mis ojos me di cuenta que estaba de nuevo boca abajo en el suelo.
Mi cuerpo convulsionaba espasmódicamente por efecto secundario de la descarga eléctrica. El dolor quemaba intensamente todo mi cuerpo dejándome lo suficientemente cerca de la inconsciencia como para empezar a ver los bordes de mi visión oscurecerse y lo suficientemente lejos como para aun sentir el dolor que azotaba todo mi cuerpo.
Cerré los ojos solo esperando que mi inconsciente se hiciera cargo de mi, y de alguna forma así fue. Solo que aún seguía escuchando lo que pasaba a mi alrededor.
- “Genial, se desmayó”- Gruño Tomas con desdén.
- “¡Tenías que bajarle el voltaje imbécil! ¡La quiero despierta!”- Grito Fabio enojado.
- “¡Lo se! ¡Se me paso la mano! ¿Qué demonios quieres que haga?”- Replico Tomas a la defensiva. Escuche a Fabio hacer un sonido exasperado.
- “Quédate aquí y avísame cuando despierte. Voy afuera a fumar un cigarrillo, el olor de esta cabaña me esta enfermando”- Luego escuche una puerta abrirse y cerrarse.
- “Maldito viejo”- Murmuro Tomas, escuche sus pisadas alejarse de mi cuerpo. Luego escuche el sonido de otra puerta.
Esta era mi oportunidad. Obligue a mi nublada mente a volver a la realidad y salir de la especie de trance que me mantenía adormecida. En cuanto abrí los ojos, el dolor de mi cuerpo tomo un papel principal en mi pensamiento y casi un grito de dolor sale de mi boca. No podía permitirme hacer eso. Apreté los dientes y lágrimas rodaron de mis ojos.
Me senté lo mejor que pude con mis muñecas y tobillos atados. Mire la mesa. Estaba a un par de metros de mí. Podía hacerlo. Tenia que hacerlo.
Empecé a moverme a pesar de que mis músculos protestaban con cada movimiento. Literalmente arrastrando mi trasero por el suelo con la ayuda de mi piernas. Cuando al fin estuve frente a la mesa me ayude con ella para ponerme de pie. Solo contaba con un par de minutos así que busque desesperadamente en los bolsillos del bolso hasta encontrar el teléfono celular. El alivio que me invadió cuando lo encontré, hizo a mis manos temblorosas casi lanzarlo al suelo.
Marque el número de Richard, agradeciendo a Dios de que recordara su número de memoria. Tuve que hacerlo dos veces ya que mis dedos torpes y temblorosos, no sabia si por el miedo o por los espasmos de la descarga eléctrica. Ahora solo tenía que esperar.
- “Evans”- Contesto en su tono cortante que imaginaba que había usado en el ejército. Dios como estaba aliviada de oír su voz. Amaba su voz.
- “Richard”- Fue todo lo que pude decir antes de echarme a llorar.
Richard
Iba a quedarme calvo. No podía dejar de halarme el cabello.
Un grupo de policías estaban esparcidos por todo mi apartamento. Darren había traído con el dos patrullas y en este momento estaban por todo el lugar tomando fotos y haciendo suposiciones sobre lo que podría haber pasado con Bárbara.
En pocas palabras no hacían una mierda. Todo esto era inútil. A la conclusión que habían llegado había sido la misma que la mía. Se llevaron a Bárbara a la fuerza. Como si ya no supiera eso.
Me estaba volviendo malditamente loco. No estábamos llegando a ningún lado. No teníamos ninguna pista hacia donde posiblemente se la había llevado y quien se la había llevado. Habían interrogado a todos los vecinos y personas alrededor del edificio y ninguno vio u oyó algo inusual. Quería matar a cada uno de los policías. Podría estar haciendo algo mucho mas eficiente que solo sentarme a esperar a que mataran a Barbara.
No podía quedarme aquí, tenía que hacer algo.
Me levante del sillón donde estaba sentado y me encamine a la salida.
- “Richard ¿A dónde crees vas?”- Llamo Darren desde atrás de mi espalda.
- “Me largo de aquí Darren. No estamos haciendo una puta mierda aquí y que el infierno se congele antes de que me quede sentado en el sillón a esperar que pasa con Barbara”- Respondí saliendo del apartamento y entrando en el ascensor. Darren me siguió.
- “Richard, sé que no hemos encontrado nada pero estoy contigo en lo que sea que se trate tu plan”- Dijo Darren solemnemente.
Asentí con la cabeza. El único problema era que no tenía ningún plan. Ni siquiera una pista de a dónde ir. Pero salir en mi camioneta a buscar a los alrededores era mucho mas efectivo que quedarme sentado en un sillón esperando que los inútiles policías encontraran algo que le diera un indicio del paradero de Barbara, o al menos eso esperaba.
Entre en la camioneta y Darren se sentó en el asiento del pasajero. Acelere y empezamos recorrer los alrededores viendo algo sospechoso o fuera de lugar.
No había nada. Y estaba a punto de golpear mi cabeza contra el volante o vomitar por la ventana.
Mi teléfono celular comenzó a vibrar en el bolsillo de mi pantalón.
- “Evans”- Escupí poniendo el teléfono en mi oído. De seguro era algún inútil policía para preguntar donde habíamos ido Darren y yo.
- “Richard”- Dijo la voz de Barbara en un susurro ronco haciéndome perder el control del volante por un momento derrapando por el pavimento cuando presione freno repentinamente. Me orille a un lado de la carretera aferrando el teléfono contra mi oreja.
- “¡Barbara! ¿Donde estas nena? ¿Estas bien? Dime que estas bien por favor”- Dije frenéticamente. Podía escuchar sus silenciosos sollozos a través de la línea y quise llorar con ella. Darren levanto su cabeza atento y me indico que pusiera el teléfono en altavoz.
- “Richard, no tengo mucho tiempo... Tomas y Fabio me tienen, me quieren matar y no sé dónde estoy... y tengo miedo”- La voz de Barbara se quebró en las últimas palabras haciendo que mi pecho se apretara dejándome prácticamente sin respiración.
- “Tranquila nena. Todo va a salir bien. Yo voy por ti. Te prometo que no voy a dejar que nada malo te pase, mira a tu alrededor y dime como es”- Tenia el corazón en mi garganta.
- “Muy tarde para esa promesa”- Murmuro Barbara con un bufido. Era increíble como Barbara podía ser irónica en una situación como esta –“Es complicado que vea a mi alrededor, estoy atada y la ventana están al menos dos metros lejos de mi”- Cerré los ojos al oír que estaba atada. Maldita sea, tenía que llegar hasta ella.
- “Haz un esfuerzo nena, por favor. Tú eres la mujer más fuerte que jamás he conocido. Inténtalo por mi”- Rogué tomando el teléfono con ambas manos. Hubo unos segundos donde solo pude escuchar un sonido de algo siendo arrastrado en el suelo y cada segundo que pasaba aumentaba mi nivel de pánico.
- “Solo veo arboles...”- Hablo al fin la voz de Barbara por la línea –“Estamos en una cabaña vieja en una especie de bosque... parece como si fuera en el pie de una montaña”-
Darren golpeo mi brazo haciendo que saltara. Había olvidado que estaba allí. Señalo hacia el norte, donde una montaña se alzaba a lo lejos. Era la única montaña que había en esta ciudad, el resto era territorio plano o máximo pequeñas colinas.
- “¿Que más ves nena?”- Urgí acelerando de nuevo la camioneta a toda velocidad hacia el norte de la ciudad.
- “Uh... Solo veo como una especie de señal de transito muy a lo lejos de aquí, pero no hay carretera todo es de tierr…”- El sonido de algo siendo golpeado duramente contra el suelo se filtró por la línea. Una voz de hombre hablo –“¡Tu maldita perra! ¿! A quien llamaste ¡?”-
Mi corazón se paralizo cuando escuche el grito de dolor de Barbara. Luego la línea se cortó.