Capítulo 20

Barbara

Desperté sintiéndome ligera. Era como si me hubiese quitado un gran peso encima de mi pecho, que ni siquiera sabía que había estado allí. Lo que le conté a Richard no se lo había contado a nadie. Lo había guardado solo para mí porque me avergonzaba de eso. Pero cuando se lo conté, me di cuenta de cuanto había necesitado sacarlo de dentro de mí.

Antes de dormirme de nuevo Richard me había dicho que me amaba. El mismo nivel de pánico y alegría se habían apoderado de mi pecho. Tenía miedo de que el me amara, pero más miedo me daba pesar que yo también lo hacía...

Sacudí mi cabeza y decidí apartar esos pensamientos para después.

Estire mi brazo para tocar a Richard. Lo único que quería era quitarle toda la ropa y matar las ganas que me estaban matando. Solo que nadie estaba en la cama, solo yo. Me senté en la cama y suspire decepcionada. Me levante y camine por el apartamento, lo que no fue mucho ya que era pequeño. Estaba sola.

Todo tipo de pensamientos pasaron por mi mente. ¿Y si Richard se había asustado por todo lo que le había contado? ¿Le repugnaba estar conmigo? ¿Ya no me quería? Si yo fuera el, también me hubiese ido. Mi vida era un caos.

Cuando estaba a punto de caer en estado depresivo, vi un pedazo de papel pegado con un imán en la nevera. Sonreí. Richard y sus estúpidas notas. Ahora no lo podía criticar ya que no tengo un teléfono. Casi me echo a llorar al pensar en mi celular destrozado. Tome el papel y lo leí.

Salí al trabajo, vuelvo en la tarde. Arréglate, pasare por ti a las 5:00pm. Ni se te ocurra salir sola de tu apartamento.

 

Te amo, Richard.

De nuevo me congele al ver esas palabras. Te amo. Mierda...

Decidí concentrarme en lo otro. Pasaría por mi a las 5pm. Mire el reloj de la cocina, eran las 11am. Bien, tenía mucho tiempo libre.

Como no sabía a donde exactamente me llevaba Richard me vestí simple. Shorts de jean, una blusa color esmeralda ajustada y mis sandalias de tacón no pueden faltar. Me terminaba de maquillar cuando escuche que tocaron la puerta. Fui a abrir y me encontré con un sexy Richard, vestido con jeans desgastados, una camisa gris que hacia resaltar sus ojos y una gorra de lado. Nunca pensé que Richard era el tipo de hombre que usaba gorra pero se veía malditamente sexy.

Sonreía estúpidamente hacia mí.

- “Te ves hermosa”- Dijo rodeando mi cintura con sus manos delicadamente, teniendo cuidado con mis costillas.

En serio comenzaba a molestarme que fuera tan cuidadoso conmigo solo por tener unas costillas fracturadas. Quería que me pegara contra la pared y me robara el aliento con un beso apasionado. Ok... tal vez no tener sexo me estaba dejando permanentemente cachonda.

Rodee su cuello con mis manos y lo bese. Sin esconder toda el hambre que sentía hacia él. El me aparto suavemente y deseo brillaba en su mirada.

- “Tu te ves condenadamente sexy”- Susurre bajando mi boca a su cuello y dando pequeños mordiscos.

- “Barbara hoy tendremos nuestra primera cita y si no paras de hacer eso, todo lo que planee quedara en la basura y no saldremos de tu apartamento en todo el día”- Dijo con voz ronca acariciando mis hombros. Estuve tentada a seguir con mi seducción pero sabía que esto significaba mas para Richard que para mi misma. A regañadientes me aleje de él.

- “¿Planeaste algo en especial?”- Pregunte levantando una ceja. El sonrió misteriosamente.

- “Solo espera”- Tomo mi mano y me saco de mi apartamento.

Richard

Llegamos al lago donde solía venir a acampar con mi familia. Le eche un vistazo a Barbara y ella miraba por la ventana con el ceño fruncido.

- “No me traerás a acampar ¿verdad? Porque te lo digo desde ahora, soy totalmente una chica citadina”- Dijo con su tono de niña rica que aun no se le había quitado. Me reí.

- “No Barbara, jamás pensaría que alguien como tu podría acampar”- Ella actuó estar ofendida.

- “¿Alguien como yo? ¿Cómo soy yo?”- Pregunto sonando irritada.

- “Tranquila, solo vinimos hacer un picnic. Quiero borrar todo mal recuerdo que tengas respecto a un picnic”- Dije acariciando su mejilla. Sobras oscurecieron los ojos de Barbara por un instante y luego desaparecieron –“Vamos”- Deposite un beso en sus labios y baje de la camioneta.

Fui al otro lado a abrirle la puerta. Ella pareció divertida por ese gesto. Saque de la parte trasera de la camioneta una canasta y mantel. La tome de la mano y caminamos juntos hasta estar mas cerca del lago.

- “Esto es... hermoso”- Suspiro Barbara viendo a su alrededor –“Nunca me gustaron las actividades al aire libre pero esto es... diferente a lo que pensaba”-

Mire a mí alrededor. Si, este lugar era magnifico. Arboles altos y tupidos se extendían por todo el lugar, el pasto verde estaba salteado con flores silvestres y el lago de un profundo azul marino solo hacía que se viera mas hermoso. El cielo estaba despejado, ni una sola nube se interponía sobre el Sol.

Escogí un lugar cerca del lago que de alguna forma los arboles formaban un circulo a nuestro alrededor. Coloque el mantel de cuadros rojos y nos sentamos. Empecé a sacar la comida de la canasta. Barbara se movió incomoda, levante la vista para encontrarla mordiéndose el labio ansiosamente.

- “¿Que está mal?”- Pregunte tocando su brazo. Ella me miro preocupada y eso era lo último que querría que sintiera en nuestra primera cita.

- “No lo se... es que esto es tan... no estoy acostumbrada a este tipo de cosas”- Respondió tropezando con las palabras.

- “¿Que tipo de cosas?”- Dije confundido. Ella resoplo haciendo que el mechón que caía por su frente volara hacia los lados.

- “Estas cosas... románticas”- Replico diciendo la última palabra como si fuera una blasfemia. Me reí, no pude evitarlo. Ella se incomodaba por las cosas románticas y estaba completamente segura de si misma cuando estaba en ropa interior frente a extraños. Eso no tenía sentido. Me miro con el ceño fruncido.

- “Más vale que te acostumbres porque pienso ser total, estúpido e innecesariamente romántico contigo”- Dije poniendo besos en su hombro.

- “Oh, no”- Se quejó dramáticamente pero luego sonrió –“¿Qué hay de comer Romeo?”-

Saque una botella de champagne y algunos sándwich de mantequilla de maní, de postre había fresas bañadas en chocolate. Barbara empezó a reírse.

- “¿En serio? ¿Sándwich de mantequilla de maní con champagne? Eso es tener clase”- Dijo tomando un sándwich y gimiendo de placer al morderlo. Serví champagne en copas de vidrio y le sonreí.

- “Los sándwich de mantequilla de maní me traen buenos recuerdos”- Comente guiñándole un ojo. Comíamos sándwiches de mantequilla de maní cuando nos besamos por primera vez. Barbara sonrió lascivamente sabiendo exactamente de lo que estaba hablando.

Comimos relajados y jugando con la comida. Barbara me embarro la cara varias veces con mantequilla de maní y cuando me iba a vengar solo gritaba "¡En el cabello no!".

Habíamos empezado a comer las fresas con chocolate pero muy pronto las dejamos olvidadas y estábamos más concentrados en lamer todo el chocolate que había en nuestros labios. Barbara estaba apoyada de espalda en el tronco de un árbol mientras yo me cernía sobre ella entre sus piernas, mis manos revoloteaban por su cintura y las uñas de ella se clavaban en mis hombros.

- “Quítate la camisa”- Susurro ella besando mi cuello. Me reí.

- “Barbara estamos en un lugar público...”- Respondí, ella se alejó e hizo un puchero.

- “Yo no soy tímida”- Replico jugando con el final de mi camisa.

- “Tengo claro de que no te importa que te vean desnuda, pero a mi si me importa. Eres mía”- Dije tomando sus manos y entrelazando sus dedos con los míos.

- “Aguafiestas”- Murmuro haciendo rodar sus ojos. Sonreí y bese su nariz. Mire a mi alrededor, no sabía cuánto tiempo llevábamos ahí pero hace algunos minutos que el cielo ya estaba estrellado encima de nosotros.

- “Ya es tarde, hay que volver”- Dije levantándome y ayudándola a ponerse de pie.

Barbara

Estábamos durmiendo en mi cama cuando un olor pico mi nariz. Me levante y mire como Richard dormía profundamente en solo sus bóxer. Esto era una lucha constante para mí. Odiaba tener ese estúpido vendaje en mi torso. Por más que insistí con mis mejores técnicas de seducción, Richard no quiso tener relaciones conmigo por miedo a lastimarme. Esto era una tortura.

Camine fuera de mi habitación y veía todo nublado. Me talle los ojos con mis puños creyendo que aún estaba medio dormida, pero la nubosidad no desapareció. Algo olía mal... en la pared se reflejaba una luz vacilante... era de un naranja fuerte. Y fue cuando me di cuenta.

Debí de estar muy soñolienta para no darme cuenta antes.

- “¡Mi apartamento esta en llamas!”- Grite poniendo las manos en mi cabeza.

Camine más allá y fue cuando vi el fuego arder por la cocina y muebles. El fuego se arremolinaba violentamente comiendo todo lo que había a su paso. La puerta estaba bloqueada por las llamas. ¡Y ahora como se supone que saldremos de aquí!