Capítulo 17
Barbara
- “Yo...”- Aclare mi garganta y me obligue a encarar a Richard –“Tu... obviamente te diste cuenta como actúo frente a Tomas”- Richard asintió lentamente con la cabeza, mirándome con atención –“Bueno, el... el y yo fuimos novios... él fue mi primer novio... estuvimos casi... 3 años juntos, yo estuve estúpida y completamente enamorada de el... cada vez que regresaba en verano de vacaciones del internado en Europa solo pensaba en verlo a él, en estar con el... Tomas siempre fue muy dulce conmigo, él era la única persona que fue linda conmigo... creo que fue por eso que me enamore de el”- Me reí de mi misma por lo inocente que había sido. Mi risa sonó ronca y rasposa, como si doliera, de alguna manera así era. Richard me miraba serio –“Un día de las vacaciones de verano, Tomas y yo teníamos un cita. Íbamos a ir de picnic solo que el nunca llego... me empecé a preocupar, el nunca había faltado a una cita antes. Pensé que le había sucedido algo así que fui a su apartamento...”- Apreté mis manos en puños y me contuve a mi misma de golpear algo –“Lo encontré teniendo sexo con Trina”- Dije entredientes apretados ¿Por qué aun dolía recordar esto? –“Yo no sabia que hacer... yo solo salí corriendo de allí... llorando como una maldita imbécil... Regrese a la mansión Williams y me encerré en mi habitación. No quería saber mas de Tomas, el había roto mi corazón y solo quería desaparecer... en verdad pensé que le había importado a alguien pero... no fue así...”- Para mi horror, sin darme cuenta mis ojos se había llenado de lágrimas e inmediatamente pestañee furiosamente para hacerlas desaparecer. De repente estaba en el regazo de Richard. El me abrazaba fuertemente, casi haciendo que doliera pero en realidad se sentía reconfortante.
- “Ese hijo de puta no te mereció nunca Barbara”- Dijo Richard, su voz amortiguada en mi cuello.
- “Espera... hay más”- Dije apartándolo lo suficiente para poder ver su rostro. Respire profundo y empecé otra vez –“El... Tomas entro en mi habitación... el literalmente me encerró con él en mi habitación. Había movido la peinadora frente a la puerta bloqueándola... Pensé que él iba a explicarse, a disculparse... hasta llegue a pensar que si el... que si él se disculpaba lo perdonaría... porque él era la única persona que se había interesado por mí, que se había preocupado por mí... pero el... el... no se disculpó, el... el me...”- Sentía que no podía respirar y me di cuenta que no podía hablar de esto. Dolía demasiado –“¡No puedo!”- Me levante del regazo de Richard y corrí al baño. Le puse seguro y me deslice en el suelo.
¡Maldita sea! ¿Cuándo se suponía que iba a superar esto? ¿Por qué aun dolía tanto? ¿Por qué no era capaz de decir lo que me hizo en voz alta? ¿Por qué simplemente esos recuerdos no desaparecían de mi memoria? Me sentía enferma. Sucia. Manchada.Dañada.
Me levante del suelo limpiando las lágrimas bruscamente, que ni siquiera sabía que habían empezado a caer de mis ojos. Prendí la ducha y tome la esponja que estaba aún lado del lavabo. Me metí en la ducha aun con la camisa de Richard puesta en mí. No me importaba solo pensaba en que tenía que estar limpia de nuevo. Tome la esponja y la empecé a frotar mis muslos con fuerza. Tenía que limpiar su toque que parecía estar tatuado en mi piel.
Richard
Barbara corrió hasta el baño y no me dio tiempo de alcanzarla cuando me cerró la puerta en la nariz. Demonios, había pasado llave a la puerta. Escuche como se encendió la ducha y recosté la frente de la puerta. ¿Por qué Barbara no me dejaba ayudarla? Me sentía malditamente impotente estando separado por esta puerta.
Tomas la había engañado con su hermanastra. Bueno, eso explica su odio hacia ella. Y no me sorprendió oír eso de Trina, ya que prácticamente se abalanzo sobre mí en la fiesta de compromiso. Tomas era un desgraciado y Trina era una puta. Pero lo que más me molestaba era el hecho de que a Barbara aun le dolía su traición. Lo había visto en sus ojos, como se llenaban de lágrimas, sabía que ella no había querido que yo las viera pero lo hice.
Trataba de entenderla. Él había sido su primer novio. Ella se había enamorado de él. El la había herido y debido a esto ella no se tomó a los hombres en serio. Por supuesto estaba también el hecho de que su padre la odiaba.
Sentía tanta rabia... ¿Por qué todos estaban empeñados en hacerle daño a Barbara? Esta bien. Yo sabía que ella no era un panquecito de vainilla. Pero ella actuaba así en defensa propia.
Y ahora... tenía un mal presentimiento de lo que Tomas le había hecho. Mis pensamientos lo negaban todo pero muy en el fondo de mí ya imaginaba lo que le había hecho.
Me separe de la puerta cuando recordé que tenía las llaves del baño en la cocina. Busque las llaves y regrese al baño. Una vez adentro encontré a Barbara aun con mi camisa puesta debajo de la ducha. Estaba arrodillada en el suelo del baño apoyada en sus talones. Ella se frotaba frenéticamente una esponja en sus muslos, lo hacía tan fuerte que su piel se había enrojecido al punto de casi sangrar. Mi pecho se apretó cuando vi su expresión de dolor.
- “No, Barbara”- Dije suavemente acercándome poco a poco a ella. Sentía que si era muy brusco ella iba a explotar, me agache y tome la mano que sostenía la esponja –“Te estás haciendo daño nena”- Susurre y ella levanto la vista hacia mí. Sus ojos estaban rojos e hinchados por llorar, ella parecía una pequeña niña perdida. Mi corazón se hundió en mi pecho.
- “Estoy sucia”- Murmuro agitada.
- “No, Barbara. Estas limpia, demasiado limpia. Tanto que casi puedo ver a través de tu piel- Bromee tratando de hacerla sonreír. Quería borrar esa expresión perturbada de su rostro. Ella sonrió levemente. Bueno... eso era un comienzo.
La tome en mis brazos y la lleve hasta mi cama, la senté en mi regazo. Sabía que había dejado un rastro de agua por todo el apartamento y yo estaba empapado, pero no me importaba. Solo quería asegurarme de que ella estuviera bien.
- “Espera aquí”- Indique recostándola en la cama. Pocos segundos después volví con una toalla y otra camisa mía seca.
La seque con pequeños toques en la piel enrojecida de sus muslos. Y le cambie el vendaje de sus costillas. La hice cambiarse hasta que supe que estaba seca y caliente nuevamente. Me recosté en la cama junto a ella y apoye su cabeza en mi hombro. Ella había dejado de llorar, solo su respiración estaba un poco agitada.
- “Richard yo...”- Empezó a decir Barbara con voz débil pero la detuve.
- “Está bien Barbara, no tienes por qué contármelo todo ahora... yo puedo esperar, hasta que estés lista”- Dije acariciando su cabello aun húmedo.
Sentí como su cuerpo se relajó y luego levanto su cabeza a la mía conectando sus labios con los míos. Me posicione encima de ella respondiendo su beso, apoyándome en mis codos para no aplastarla. El beso había comenzado con un significado de gracias pero fue evolucionando a algo más.
Ella me besaba con una necesidad ardiente, su lengua se arremolinaba con la mía haciendo una danza erótica. Tenía que recordarme a mí mismo que Barbara estaba herida y tenía dos costillas fracturadas. Pero al parecer toda la sangre que tenía en mi cerebro se había ido a mi entrepierna. Si no oigo que tocan la puerta en ese mismo instante le habría hecho el amor a Barbara estando herida o no. Al parecer ella no le importaba mucho ya que cuando me separe me miro con el ceño fruncido y un gemido de protesta escapo de sus labios. Sonreí.
- “Duerme un poco Barbara, tienes que descansar”- Susurre dándole un beso en la frente y saliendo de la habitación.
Abrí la puerta y me encontré a Leonardo mirándome con el ceño fruncido. Genial, había olvidado que Barbara lo había llamado.
- “¿Dónde está ella?”- Pregunto Leonardo pasando por mi lado, entrando al apartamento. Bien, era mi turno de fruncir el ceño. Cruce los brazos en mi pecho.
- “Te recomiendo que seas más amable, estas en mi casa”- Comente cerrando la puerta. Leonardo me fulmino con la mirada.
- “¿Dónde esta ella?”- Gruño nuevamente. Suspire, no voy a poder tratar con este tipo.
- “Esta dormida. Dale un descanso, hombre. La atropellaron ayer”- Dije caminando hasta la cocina, sacando de la nevera una cerveza. No hay forma que trate con este tipo estando completamente sobrio. Le ofrecí una pero negó con la cabeza, me encogí de hombros y me apoye en la encimera.
- “¿Cómo paso?”- Cuestiono. Por un momento no supe de lo que estaba hablando.
- “Estábamos... cruzando la calle y un auto se abalanzo sobre nosotros”- Respondí haciéndolo lo más corto posible.
- “¿Como es que tu estas bien?”- Recostó su hombro en la pared mirándome con desconfianza.
- “Ella me empujo antes de que el auto impactara con ella”- Respondí, casi gruñendo. Aun me golpeaba la cabeza como no me pude dar cuenta de que el auto venia directo a nosotros. Pude haberla protegido. Leonardo me miraba como si quisiera estrangularme... bien, el sentimiento era mutuo.
- “Si hubiese estado conmigo no hubiera pasado lo que paso”- Comento. Entrecerré mi vista en el e hice un esfuerzo inhumano para no golpearlo.
- “Pero tú no estabas allí y para que sepas, Barbara y yo estamos juntos”- Replique con una sonrisa triunfante cuando observe como mi comentario lo afectaba.
- “Tú no te mereces a Barbara ¡Tú le mentiste!”- Acuso acercándose a mí con sus manos en puños.
- “Lo que sucede entre Barbara y yo, no es tu maldito problema”- Dije preparándome para lanzar mi primer golpe. ¿En serio este idiota iba a joderme en mi propia casa?
- “Ah ya veo... entonces no veo porque tenga que decirte que Barbara y yo estuvimos juntos cuando durmió en mi apartamento”- Dijo Leonardo sonriendo arrogantemente.
¿¡Que Barbara hiso que!? No. Ella me había jurado que no pasó nada entre ella y Leo. ¿Me mintió?
Todo lo empecé a ver rojo y pronto conecte mi puño en la puta cara de Leonardo.