Capítulo 23
Barbara
Me tumbe en la cama y me concentre en mi respiración para tratar de calmarme. Ok, sé que soy una estúpida malcriada pero ¡en serio, en serio, en serio odio que me mangoneen! ¡No soy un maldito perro al que le puedes decir "quieto" y obedecer! ¡Que se pudra Richard! Él podía ser mi novio o lo que sea pero ni siquiera obedecía las órdenes de mi padre, mucho menos lo haría viniendo de él.
Bien... al parecer concentrarme en mi respiración no ayudaba a calmarme. Me levante de la cama y camine por la habitación en círculos. Sabia que debía verme como un león encerrado, lo que parte de eso era cierto.
La puerta se abrió. Era Cindy.
- “¡Lo odio!”- Grite al verla, al menos me podía desahogar con ella ¿no?
Cindy se sentó en la cama y le dio unas palmaditas al colchón a su lado para que me sentara. A regañadientes me senté a su lado. A veces odiaba que Cindy permaneciera tan calmada cuando yo quería asesinar a alguien pero tenía que admitir que ella era buena escuchando y era una de las pocas personas que podía tranquilizarme.
- “¿A Richard?”- Pregunto ella pasando su brazo por mis hombros.
- “No”- Resople poco femenina – “¡Odio a Fabio, por su culpa pasa todo esto! ¿Por qué simplemente no pude tener una familia normal? ¿Por qué no pude tener un padre que me quisiera? ¿Por qué tengo que tener uno que me quiere muerta? ¿Por qué mi madre tuvo que morir? ¿Por qué…”- Me detuve al darme cuenta de que mis ojos se había llenado de lágrimas.
¿Qué mierda me pasaba? Últimamente estaba súper sensible. Limpie mis ojos con el dorso de la mano bruscamente. Cindy solo apretó su abrazo en mis hombros sin decir nada. Chica lista. Pasamos algunos minutos solo estando así.
- “Solo necesito... alcohol”- Termine de decir con un suspiro. El alcohol siempre me ayudo con mis problemas, y estar casi un mes completo sobria me estaba haciendo perder la cabeza. Oí la risa suave de Cindy.
- “Ahora eso es más fácil de conseguir”- Respondió levantándose de la cama, halando del brazo –“Estoy segura de que Richard debe de tener algo en su nevera”- Sacudí mi cabeza. No quería ver a Richard, lo que era estúpido ya que estaba en su apartamento. Cindy suspiro –“Richard y Darren dijeron que iban a bajar a revisar el perímetro o algo así”- Con esto camine fuera de la habitación.
Tony estaba parado en el pequeño balcón apoyado en los barandales fumando como si adueñara el lugar. En serio era increíble como nunca había visto a este chico incomodo, así estuviera en una fiesta de etiqueta con arena en sus calzones. Se volvió cuando oyó nuestros pasos.
Como siempre con su sonrisa relajada pegada en su rostro.
- “¡Hey Barbie! Extrañaba ver uno de tus berrinches”- Bromeo guiñando uno de sus ojos.
Hice rodar mis ojos y le arrebate el cigarrillo que tenía en su mano. Le di una gran bocanada y lo solté despacio. Mmm... Esto era relajante, el alcohol fue totalmente olvidado. Nunca fui una persona fumadora, solo lo hacía en el internado para enojar a los maestros pero en este momento se sentía muy tranquilizante. Tony me miro enojado pero luego saco otro cigarrillo de la caja y pronto ambos estábamos suspirando humo embriagador.
- “No se cómo pueden aspirar esa cosa”- Se quejó Cindy desde una distancia severa frunciéndonos el ceño.
- “Cindy porque tu ni siquiera uses tanga no significa que nosotros tengamos que ser santurrones a tu alrededor”- Dije riendo cuando Tony puso un brazo en mis hombros asintiendo de acuerdo conmigo. Cindy nos fulmino con la mirada.
- “Como sea”- Gruño sentándose en el sofá con los brazos cruzados en su pecho. Me volví hacia Tony.
- “Um... ¿Dónde está Leo? Quiero decir, no es como si quisiera que este aquí pero... ¡Pude haberme carbonizado y él ni siquiera se dignó a venir!”- Dije sentándome en el suelo frio.
- “Oh, créeme. El quería venir”- Comento Cindy desde el sofá, levante una ceja interrogativa hacia Tony.
- “Leo siempre fue un dolor en el culo pero últimamente lo es más. Ese chico necesita ir a un psicólogo o algo así, porque con esa actitud no podrá conseguir ninguna chica... tiene suerte de que compartamos el mismo apuesto físico”- Respondió Tony flexionando sus brazos y sonriéndole lascivamente a Cindy.
- “Concéntrate Tony”- Dije dándole una nalgada ruidosa.
- “El solo está mal porque tú lo odias ¡Maldita sea, eso dolió!”- Se lamentó sobándose el trasero. Suspire.
- “No lo odio es solo que... ¡es un maldito cabrón!”- Replique enojándome cuando recordé lo que hizo.
- “Lo sé. Él no es tan simpático, divertido, espontaneo…- Tony paro cuando lo amenace silenciosamente con golpear su trasero de nuevo –“Solo deja que te explique porque lo hizo. El no vino para acá porque pensó que no lo querías aquí”-
- “Pensó bien”- Murmure para mis adentros.
- “Vamos Barbie, dale una oportunidad para explicarse”- Dijo Cindy desde el sofá.
- “Hablemos de esto después”- Conteste cuando el tema comenzaba a molestarme.
La puerta principal se abrió y entro Richard al apartamento con una bolsa en sus manos. Nuestras miradas se encontraron y juro que sacaron chispas. Estúpido Richard, si creía que podía encerrarme en su apartamento esta muy equivocado.
- “Uh, creo que es hora de irnos”- Dijo Cindy poniéndose de pie y en pocos segundos Tony estaba a su lado –“¡Bye Barbie!”- Me despedí con mi mano sin mover mi mirada de la de Richard, sé que era estúpido pero no iba a ser la primera en bajar la mirada.
Solo después del sonido de la puerta cerrándose Richard empezó a caminar en mi dirección, dejando la bolsa en el sofá. Ya que estaba sentando en el suelo Richard se veía mucho mas grande pero no iba a dejar que me intimidara, mantuve mi barbilla en alto.
- “No sabía que fumabas”- Comento apoyando su hombro en el marco de la puerta del balcón señalando el cigarrillo de mi mano.
- “No lo hago. Solo necesitaba algo para relajarme y no matar a alguien”- Respondí encogiéndome de hombros, la última palabra la casi la escupí.
- “Me alegro que te preocupes al menos por la seguridad de los demás, pero preferiría que fuera por la tuya”- Replico el calmadamente.
- “¿Dónde está Darren?”- Pregunte ignorando su comentario anterior.
- “Se fue a seguir con su trabajo”- Contesto mirando al paisaje de edificios que había detrás de mi. Decidí que era mejor ignorarlo ya que no estaba diciendo algo interesante y seguí fumando mi cigarrillo. Lo escuche suspirar y caminar hasta la sala, volvió con la bolsa y la lanzo a mis piernas –“Te compre ropa”- Busque en la bolsa y había un par de jeans, algunas camisetas y ropa interior.
Me levante sin decir nada, le di una última bocanada al cigarrillo y lo tire por el balcón. Camine aun lado de él y me metí en el baño para cambiarme. Asombrosamente todo era de mi talla. Cuando salí del baño Richard estaba sentado en el sofá con una expresión taciturna y supe no iba a poder seguir evitándolo. Richard era jodidamente insistente.
Richard
Barbara salió del baño y le hice señas para que se sentara a mi lado, vacilo unos segundos y luego lo hizo. Ella estaba tratando de evitar el tema pero maldita sea que no la dejaría. Necesitábamos hablar de esto ahora. Ella tendría que aprender por las malas que los problemas no desaparecen solo con ignorarlos.
- “¿Por qué haces esto?”- Pregunte cuando ella al fin se sentó junto a mí. Me miro confundida y luego frunció el ceño.
- “Yo no soy tu responsabilidad”- Respondió sin añadir nada más. Suspire, ella ni siquiera estaba buscando una excusa decente para esto. Ella sabía que la amaba y me preocupaba por ella, por eso hacia todo esto. Para tenerla a salvo y junto a mí.
- “Definitivamente tu padre no se va hacer cargo de ti”- Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas. Ella apretó los labios juntos.
- “Lo sé”- Fue lo único que respondió evitando mi mirada.
Ok, ya me estaban hartando sus respuestas cortantes. Las tome debajo de sus brazos y la cargue hasta que estuvo a horcajadas en mi regazo. Lucho por bajarse de mí pero mi agarre en ella era mucho más fuerte. A los pocos segundos se rindió y me miro con resignación.
- “Deja de ser estúpida y háblame ¿Qué es lo que pasa?”- Exigí duramente.
- “¡No quiero estar aquí encerrada Richard! ¡Me siento inútil! Yo... yo nunca había necesitado trabajar para tener dinero, siempre tenía millones en mi cuenta bancaria y ahora... ¡No tengo nada! Mi apartamento se quemó y solo tengo suficiente dinero para comprar comida y me siento tan malditamente frustrada ¡Sin contar que un psicópata me quiere matar!”- Exploto ella moviendo sus manos airadamente –“Simplemente no quiero que hagas esto, no necesito que hagas esto”-
- “¡Barbara cual es la parte que no entiendes de que si no hago esto te van a matar! ¿Es tan difícil de meter en tu cabeza? ¡No te preocupes por el maldito dinero! ¡Yo puedo mantenerte por todo el tiempo que tú quieras! ¡Solo quiero que estés a salvo!”- Replique furioso de que a ella no le importara un poco su propia vida.
- “¡No quiero que me des de tu dinero! ¡Se supone que hice esto para independizarme de mi maldito padre! ¡Y Dios sabe que tu no estabas incluido en mis planes cuando los hice!”- Respondió rabiosa. En algún momento me descuide y ella salió de mi agarre, se quedó de pie a unos metros de mi.
- “¿BARBARA POR QUE DEMONIOS HACES ESTO?”- Le grite desesperado porque me diera una respuesta lógica. Ella se llevó las manos a la cabeza y halo el cabello.
- “¡Maldita sea Richard! ¡Porque no quiero que te hagan daño! ¡Pudiste haber muerto conmigo en el incendio, pudiste haber muerto cuando aquel auto se abalanzo sobre nosotros si no te hubiese empujado y todo por mi jodida culpa! ¡Y no trato de ser una maldita mártir, porque sabes que me vale mierda la vida de los demás pero la tuya si me importa Richard! ¡Porque te amo!”- Barbara se llevó las manos a la boca como si hubiese dicho una de las peores palabras del mundo.
Esas últimas dos palabras la dejaron en shock tanto a mí como a ella. No podía creerlo. Barbara me había dicho que me amaba. Había admitido en voz alta que me amaba. Y ahí estábamos, mirándonos uno al otro con ojos como platos. Mi corazón latía a toda velocidad dentro de mi pecho.
Barbara dio un paso hacia atrás y yo uno hacia delante. No estaba seguro de cómo actuar. Ella me dio una mirada mezclada de emociones y luego echo a correr a mi habitación cerrando la puerta detrás de ella.
Realmente no tenía ni idea que hacer. ¿Debería de ir tras de ella y hablar sobre esto o le doy espacio para que ordene sus pensamientos? ¿Y si solo dijo esas palabras en un intento desesperado de que la dejara en paz?
Intento desesperado o no, una sonrisa de un total imbécil enamorado se extendió por todo mi rostro.