A mi amiga Elena,
porque el orden alfabético nos unió en la infancia,
porque escribimos la historia de nuestras adolescencias en los márgenes de los libros de texto,
y porque los años nos han enseñado que ser imperfectas es nuestra mayor virtud.
Y porque no sé cómo salen tranquilas a la calle las chicas que no tienen a una amiga como tú cubriéndoles las espaldas.