Allí, donde se acaba el mundo
A partir de ahora vas a tener que demostrar lo que vales. Tenemos tres semanas para pertrechar el barco, reparar las líneas y encarnar los palangres. En adelante, el único propósito en tu vida será trabajar para el Rebel, día tras día, noche tras noche.Estas son las primeras palabras importantes que oye Lili, una joven francesa que llega a Alaska, la última frontera, para realizar un sueño, casi una obsesión: embarcarse en un pesquero por el inhóspito Pacífico norte. El cielo gris lo cubre todo, el agua de las olas se mezcla con las escamas de los peces que bailan su danza macabra en cubierta. Son días enteros de mal comer, noches de mal dormir, con las manos heridas y la mirada fija en el horizonte. En el puerto solo la esperan un pub que sirve cervezas baratas y un hombre de pocas palabras, pero allí está Lili con su cara curtida.¿Por qué Alaska, por qué el mar, por qué ese ir y venir constante entre el riesgo absoluto y el tedio? Mejor no hacer preguntas y seguir leyendo esta novela dura, llena de fuerza y valentía, que ha nacido de una experiencia real y ha llegado hasta donde se acaba el mundo y empieza la buena literatura.