Rancho diablo
Hay en Oregón un paraje agreste y bravío conocido por Harney Basen, en cuyas doce millas de longitud crecen herbosos campos, se alzan rojos monolitos de piedra viva y se encuentran lagos y bosques de mayor o menor extensión. En medio de este caprichoso y policromo paisaje, levantaba sus muros de adobes una siniestra construcción bautizada con el extraño nombre de Rancho Diablo. Los habitantes de Kalmath Falls no ignoraban que, desde hacía algún tiempo, este rancho no se dedicaba a la cría de astados ni a la de cualquiera otra especie de ganado, sino que era, pura y simplemente, una guarida de ladrones.Los hombres que componían el equipo no eran, pues, vaqueros, aunque vistieran la típica camisa de cuadros y los consabidos zahones de cuero resguardaran sus piernas. Para figurar en la nómina de Rancho Diablo no se precisaba saber lazar un novillo. Bastaba con manejar bien los revólveres y llegar precedido por algún hecho luctuoso.Los que formaban tan extraño equipo estaban sujetos a las órdenes de dos capitanes: Terry Blucson y Mirky Farlow.Terry Blucson era un tipo alto y muy moreno. Tenía el rostro largo y severo, la boca grande, de gruesos labios, y ojos negros bajo unas pobladas cejas. En lo físico, era un tipo casi perfecto, aunque muy pagado de sí mismo. Pero, moralmente, era una verdadera hiena. Sus sanguinarios instintos no sufrían siquiera parangón con los de las fieras que infectaban el desierto.