Richard y Andrea Hyer se hallaban en el saloncito particular de la dama. Richard fumaba un cigarrillo con lentitud, y su esposa, hundida en un diván, parecía pensativa. —Estoy preocupado, Andrea.
—Ya me lo has dicho, Richard, pero no creo que tus preocupaciones tengan fundamento.
—¡Diablo! —exclamó el caballero.—Después de todo, Kathy es deliciosamente joven, tiene tiempo de casarse. El que tú hija haya rechazado a un nuevo pretendiente no es motivo para que te preocupes de ese modo. No todos los hombres sirven para Kathy.
Richard aplastó el cigarro sobre el cenicero de bronce y juntó las manos una contra otra, produciendo un ruido raro. Sin duda estaba impaciente, malhumorado y la culpa la tenía Kathy. Aquella hija suya indiferente y fría que no parecía inquietarle nada en esta vida. Y él tenía prisa por casarla. Kathy era bonita y por nada del mundo la desearía ver casada con un don nadie. Kathy tenía que hacer una gran boda y Nick Loeb era un muchacho excelente. [Descargar La máscara de una mujer]<
Verónica, de perfecto perfil helénico, es realmente muy bella. Los suaves cabellos ondulados azulean de puro negros, negrísimas son las cejas y las pestañas, igual que las pupilas de profunda mirada ardiente; las mejillas de una palidez mate y sana, y la boca jugosa, dulce y fresca como un esplendido y maduro fruto tropical. Todo en ella da una sensación de dominio, de fuego, de pasión; desde sus suaves movimientos, llenos de exquisita voluptuosidad, hasta la altiva gracia con que se yergue su cabeza. Monsieur Belot, su expresión es tan dura, tan agresiva, que el cumplido toma un aire de desafío, de reto; pero monsieur Belot parece estar en el mejor de los mundos... y sonríe...<
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—¿Con quién se casa tu hermana, Sofía?
La aludida procedía a llenar su maleta y no respondió.
—¿Es acaso un magnate poderoso?
Tampoco esta vez respondió Sofía.
—Tu hermana es muy joven, ¿no, Sofía? —insistió Michele—. Pero tú eres más joven que ella, ¿verdad? Tiene suerte tu hermana. Con lo escasos que están los hombres, no siempre se consigue hacer una boda espléndida. En esta revista tu hermana está muy guapa. Porque lo es, ¿no? Tiene los ojos negros y el pelo rubio. Creo que eres más linda tú, Sofía. ¿Cuándo llega tu padre a buscarte? Yo también quisiera dejar el pensionado. ¡Oh, daría algo bueno por asistir a esa boda fantástica! ¡Qué lástima, Sofía!
La muchacha cerró la maleta, dio la vuelta a la llave, la guardó en el bolso de viaje y después se sentó sobre la maleta<
—Ya no te esperaba, Andrés. ¡Vienes tan poco por aquí! Diríase que no tienes hermana ni sobrinos ni nada, excepto tu piso de soltero, tu carrera y tus amigos.
A Andrés Gomar no le agradaban los sermones de su hermana Rita, y aunque reconocía que ella tenía toda la razón, aquel día se sentía menos predispuesto que nunca a escuchar sus reproches.
—¿No tienes una copa que ofrecerme? —preguntó alzando los ojos de indolente mirar.
—Sí, claro. ¿Qué quieres tomar? ¿Un martini? ¿Coñac?
—Una limonada —rió cachazudo, dejándose caer pesadamente en un diván forrado de rojo, escarlata.<
Cuando Iris murió Anastasia pensó que no le quedaba nadie más en el mundo. Conocer sus orígenes la embarca en una loca misión suicida en busca de unos artefactos mágicos para terminar con un mal que pretende aniquilar a todos los seres sobrenaturales del planeta, los mismos en los que jamás había creído… El peculiar aquelarre al que casi le habían obligado a pertenecer fue convirtiéndose en su nueva familia y no tardaría mucho en ser capaz incluso de entregar su vida para protegerlos. Cada paso que da la hace más conocedora de la verdad y comienza a entender por qué Iris lo mantuvo en secreto. Todo en esta vida tiene consecuencias y el poder de tres es algo que a Anastasia se le grabará a fuego. ¿Podrá asimilar las muertes que están por llegar?En este libro encontrarás la realidad de la religión wicca mezclada con fantasía y humor. Una historia que nos enseña el valor de la amistad y los peligros de una mala elección.<
Ariel, nuestra protagonista, se reencuentra con sus amigas de la infancia, pensando que ella es la que ha terminado peor parada de todas, hasta que descubre que no todo es lo que parece. Los problemas matrimoniales, personales y cotidianos son más comunes de lo que creía en un principio e intenta ayudar de la mejor manera que sabe, siendo ella misma. El único inconveniente, es que pese a sus buenas intenciones, el caos y la mala suerte la siguen allá donde vaya, convirtiendo la vida de todo el que la rodea en una locura. Su mundo de libertad y soltería se ve alterado cuando se enamora de un hombre del que tan solo conoce la primera letra de su apellido y quien parece saber demasiado de ella. De pronto, como si no tuviese ya bastante con lo que lidiar, aparece en escena Jim que le regala sonrisas y amor eterno a diario. ¿Logrará solucionarles la vida a sus amigas y a ella misma o las empeorará? Descúbrelo tú mismo en esta trepidante novela de intriga, amor y comedia que no te dejará indiferente. La misma que hará que te replantees si los finales felices realmente existieron tal y como nos contaron desde nuestra niñez.<
El lujoso comedor presentaba un aspecto muy agradable, acogedor, familiar, dulcísimo... Ricardo Herraiz dejó el cubierto sobre la mesa, utilizó la servilleta y bebió un vaso de oporto. Después elevó un poco los ojos y miró a su hija a través de la montura de sus lentes de oro.
— Mary, tengo que darte una sorpresa.<
Eduardo López de Liana dio la orden sin levantar la cabeza que tenía inclinada sobre una cuartilla, la cual, escrita a dos espacios a máquina, se unía a otras dos por medio de una grapa.
—Que pase esa persona —dijo. Y siguió leyendo con la ceja un poco alzada.
—Una chica —le advirtió la secretaria. Ed (así le llamaban todos los que tenían cierta confianza con él, lejos de aquel despacho) no levantó la cara, pero sí dijo cortante:
—Como si fuera el mismísimo presidente.
La secretaria salió en seguida y al rato entraba Liz Granda en el despacho. Se situaba ante la mesa tras la cual se hallaba el director del semanario y decía resueltamente: —Ya estoy aquí. Tenía una voz armoniosa. Y Ed elevó la cara y después los ojos.<
—Pero, Dick, eso no debes hacerlo. Es… es casi monstruoso.
—¿Insistes, Dick? — preguntó Rock Fuller con sequedad.
—Insisto. Mi hija por tu hacienda y todas esas malditas fichas que tienes sobre la mesa.
—Repórtate, Dick —suavizó James.
—Al diablo —vociferó Dick con su acostumbrada indiferencia—. ¿Crees acaso que puedo perder todo mi dinero porque a Rock le haya favorecido hoy la suerte? Lo último, Rock añadió volviéndose hacia el hombre que lo escuchaba con las cejas arqueadas —. Mi hija, ¿comprendes? Puedes casarte con ella cuando te plazca si tienes la maldita suerte de ganar esta última jugada, pero si pierdes, Rock…, si pierdes te quedas en la calle. Estos son testigos de la legalidad de nuestro juego.
—No conozco a tu hija — adujo Rock con cierta indiferencia, habitual en él —. ¿No pretenderás casar a un adefesio conmigo? Ten en cuenta que, pese a mi adustez, a mi exterior rudo, soy un hombre al que le gustan las cosas bellas.
Dick extrajo la cartera del bolsillo, sacó precipitadamente una cartulina, la mostró con violencia y dijo:—En toda tu puerca vida de hacendado ambicioso no podrías hallar mujer como esta. Mírala, Rock, mírala y obsérvala. No te la mereces, pero has ganado demasiado dinero esta noche y es mío, ¿comprendes?<
La otra cara de la verdad: “Hubiera preferido hacer carrera universitaria, pero el hecho de que su padre se volviera a casar, dio con todos los planes al suelo. La esposa de su padre no era precisamente amable y menos aún generosa, de modo que limó la mente paterna para que no continuara gastando dinero en un internado caro. Y para salir del hogar paterno en el cual vivía una señora para ella casi desconocida, optó por magisterio, para colocarse dando clases en una escuela o colegio privado y en paz. Emanciparse cuanto antes.”<