Hace miles de años, en la isla que se llamaba Thera, el fuego del volcán abrió las rocas y la hermosa gente, los palacios y los tesoros empezaron a caerse en el mar. Dicen que los hombres corrieron a sujetar los barcos y las mujeres al templo de Afrodita en Kamari. Dicen que la diosa, compadecida del llanto de las mujeres cuando vieron que el Océano se llevaba a los hombres, les ofreció el don de la inmortalidad. Pero las mujeres eligieron morir en Kamari.

Anónimo griego

Y el mundo no es malo.

Joseph Conrad, La soga al cuello