NOTA DE LOS ANTÓLOGOS
El vampiro es un clásico, el gran clásico de los mitos de terror. Del imaginario al papel, nunca ha dejado de estar presente en la literatura, bien desde la adaptación directa del folclore, bien colándose como una sombra en otras obras. Antes de convertirse en la gran obra maestra de la literatura pop, gracias al Drácula de Bram Stoker, la figura del vampiro había conquistado ya los altos y los bajos instintos de la literatura. El mito vampírico, en su potencia y su voluptuosidad, atrajo a los autores de prestigio que aquí se recogen, llamándolos hacia el género, incitándolos a desbordarlo.
Proceden de distintas tradiciones y su encuentro con el monstruo es distinto en cada caso, pero arrastra siempre un contagio de lo desconocido, la seducción de una idea informe, que toma su fuerza de lo impalpable del mito. Ellos nos mostraron al vampiro antes de que la explosión mundial del libro de Stoker fijara para siempre el canon de la criatura, le diera nombre e hiciera el inventario de sus rasgos y costumbres tal y como hoy los conocemos. En esta selección de textos se recogen algunas de esas características canónicas, pero se entremezclan con otras insólitas, propias de una condición vampírica libre y poderosamente múltiple.
Como los seres que la habitan, esta antología es también ambigua; muta y succiona, transita de género a género. Esto es así porque no hemos pretendido contener los antecedentes, no hemos querido realizar una lista exhaustiva de los autores que alguna vez coquetearon con el vampiro. Simplemente hemos recogido, como en un gabinete de curiosidades, algunas de las identidades múltiples que adoptó la criatura en compañía de escritores tan distintos como Poe o Dumas, antes de que el monstruo tuviera nombre propio.
Porque el argumento vampírico es en esencia atracción y metamorfosis. Así fue antes de Drácula y así parece que seguirá siendo, a juzgar por su inmortalidad.
Rosa Samper y Óscar Sáenz