EN TORNO A LA CIENCIA FICCIÓN SOVIÉTICA
POLÉMICA
A través de nuestra revista hemos afirmado en varías ocasiones que la ciencia ficción se halla muy por encima de nacionalidades, ideologías y credos políticos. Hoy, nuestra afirmación de siempre tiene una clara confirmación. En nuestro número 3, y completando la publicación de la novela «La balada de las estrellas», les ofrecíamos un artículo de Robert P. Milch sobre la ciencia ficción soviética. Y como respuesta y en oposición a dicho artículo recibimos ahora una carta de nuestro corresponsal en Rumania, Ion Hobana, escrita precisamente en unos momentos en que Rumania y la Unión Soviética atraviesan un delicado momento de enfrentamiento ideológico, y en la cual nuestro amigo sale en defensa de los escritores de la URSS. Su indudable interés y un sentido de honradez profesional nos obliga a publicarla, de forma destacada, a continuación:
AL MARGEN DE UN ARTICULO
Con toda franqueza, el artículo de M. Robert P. Milch está mal informado y es tendencioso. Comprendo que es difícil conocer a precursores tales como V. F. Odoevski, que publicó en 1840 una novela sobre el mundo en el 4338, o F. Bulgarin, con su Viaje en el universo del siglo XXIX. Pero hay escritores famosos, como Kuprin, El sol líquido, y sobre todo Alexei Tolstoi, con Aélita y El hiperboloide del ingeniero Garin, al cual se le considera, muy justamente, como el fundador de la ciencia ficción soviética. También está Zamiatin, con Nosotros, editado y reeditado en Occidente; Obrucev, con Plutonia y El país de Saunikov, y otros, que no cito, porque no quiero hacer una lista sin sentido. Digamos de paso que Beliaev no tiene nada que hacer en el lugar donde se le coloca (entre los escritores no profesionales): muerto en 1942, fue precisamente un autor que vivió de su pluma... ¿Y qué decir del truco que se hace con Lem?
De acuerdo, es un buen escritor, pero ¿por qué considerarlo el mejor de Rusia, bajo el pretexto de que sea el más popular?... Yo lo dudo mucho, conociendo los tirajes de Efremov (que ha escrito muy bellos relatos, anteriores a los libros citados en el artículo). Además, si es que queremos emplear este criterio, los autores más populares en Rusia son Julio Verne y H. G. Wells. Pero era preciso enfrentar, a todo precio, al polaco Lem con los escritores soviéticos...
Creo que la acusación relativa a «la deformada visión del mundo» es también sospechosa. No debemos considerar obligatoriamente a la guerra atómica como la única solución posible, y conozco autores que, no siendo en absoluto marxistas, se imaginan el futuro feliz y pacífico. Dejemos a un lado a Wells, con su Men like gods (Los hombres dioses), pero ¿es preciso excomulgar a Asimov, por su I robot (Yo, robot)? ¿A Clarke? ¿O al mismo Bradbury, puesto que en el infierno de Fahrenheit hay, a pesar de todo, la esperanza de los hombres-libros?
Recuerdo que, en Ring around the Sun (Anillo en torno del Sol), Simak busca una solución para los males de la Tierra con una crítica de las acciones del capital internacional. Y no puedo olvidar que el mismo Aldous Huxley, treinta años después del feroz Brave New World (Mundo Feliz), ha expresado su esperanza en que las fuerzas positivas del hombre lo elevarían, en tiempos futuros, superando a las fuerzas negativas (esto en una emisión radiofónica titulada El hombre del siglo XXX). Desde luego, todo esto no tiene nada que ver con el optimismo beatífico e irresponsable, con la visión almibarada, con el futuro monótono, sin conflictos, sin tragedias y sin errores.
Pero, si existen tales libros, tanto en Rusia como en otras partes, son simplemente malos libros.
Y no puedo juzgar la ciencia-ficción americana basándome en las decenas de «space-operas» sin ningún valor que he podido leer...
Entonces, y lo digo amistosamente, cuando Nueva Dimensión quiera presentar a sus fieles lectores (entre los cuales se encuentra el que suscribe) una literatura extranjera, es mejor que se dirija a un verdadero especialista.
Y en Rusia, como en todas partes, los hay.
(Traducción de M.ª Carmen Alas).
A todo lo expuesto en esta carta sólo podemos responder lo siguiente: en Occidente, es cierto, la ciencia ficción soviética sufre de una cierta incomprensión, resultado del desconocimiento producido por la publicación de tan sólo unos pocos libros, muchos de ellos no demasiado representativos. Aunque personalmente estemos de acuerdo con varios de los puntos expuestos por Milch en su artículo (y de ahí la razón que lo publicáramos), puntos que coinciden con los expuestos por otros autores como Jacques Bergier e Isaac Asimov, conocedores indudables, en gran medida, de la ciencia ficción soviética, debemos reconocer que un juicio de la misma hecha desde un punto de vista occidental será siempre parcial y condicionado.
Es por ello que, atendiendo a la justa petición de nuestro amigo Hobana, y a fin de conseguir la absoluta imparcialidad que merece toda literatura, hayamos solicitado directamente de la URSS la redacción de un completo artículo sobre la ciencia ficción soviética, el cual esperamos poder ofrecer muy pronto a nuestros lectores.
Gracias, Ion Hobana.
N. D.