Sinopsis del libro I: EL HOMBRE SIN ROSTRO. El planeta Durdane se encuentra al fondo del grupo de los Schiafarilla, y al cabo de nueve mil años, los recuerdos terrestres han desaparecido de la memoria de sus habitantes, para quienes la Tierra sólo es un mito.

El planeta Durdane, iluminado por tres soles de color azul pálido, rosado y blanco perla, refleja una luz de la tonalidad del espliego. El único gran continente es Caraz, una enorme masa habitada por bárbaros. Existe un segundo continente, más pequeño, situado al este, que incluye a Shant y a Palasedra, separadas por el Gran Pantano de Sal. La región más poblada de Durdane es Shant, aglomeración de sesenta y dos cantones, que tienen muy pocas cosas en común, a excepción del lenguaje, la música, la simbología del color y la sumisión a las reglas del Anomo (conocido a veces como el Hombre sin Rostro). La identidad del Anomo es un misterio, incluso para sus auxiliares, sus «benevolentes»; este sistema se revela de una gran eficacia. La autoridad del Anomo deriva de su capacidad para hacer explotar, mediante una señal de radio, el collar codificado que lleva cada adulto de Shant. Este castigo, sin embargo, es raro. En la mayor parte de los casos, el Anomo se limita a poner en práctica la ley cantonal. A lo largo de los tranquilos siglos transcurridos, ha habido muy poca necesidad de proyectar una capacidad de decisión fuerte o personal.

En Bashon, en el cantón de Bastern, se encuentra la comunidad religiosa de los chilitas. Bajo la influencia de la droga galga, los hombres chilitas adoran a Galexis, el sublime principio femenino. Las mujeres ordinarias están excluidas del rito y son consideradas como impuras. Las mujeres jóvenes de la comunidad viven en pequeñas casas situadas a lo largo del Rhododendron Way, copulando con los viajeros que van de paso. Las mujeres viejas trabajan en las curtidurías. A Eathre le ha nacido un niño, Gastel Etzwane, cuyo padre es Dystar, un músico ambulante que posee gran poder. Etzwane, un niño serio y sensible, al conocer la identidad de su padre, se siente estimulado a aprender a tocar el khitan olvidado por otro músico ambulante, siendo ésta una actividad muy poco ortodoxa entre los chilitas. Cuando Osso, el barbudo «padre espiritual» de Etzwane, descubre su secreto, castiga airadamente tanto a Etzwane como a su madre Eathre. Etzwane se las arregla para escapar, pero aún es demasiado joven para llevar collar. Eathre, que no tiene tanta suerte como su hijo, debe quedarse, y es enviada a trabajar a las curtidurías.

Etzwane viaja hacia el oeste, pasando penalidades y aventuras. Al no poseer un collar, le falta identidad legal y no puede aspirar a disfrutar de la protección del Anomo. Es detenido por un capataz de trabajo, contratado como aprendiz para el sistema de globos y enviado a Angwin Junction, una estación de cruce situada en la parte alta del Hwan. Uno de sus compañeros de trabajo es Jerd Finnerack, un muchacho rubio de buena naturaleza, que tiene uno o dos años más que él.

Un globo se desliza entre los cables, guiado por cuerdas enganchadas a una plataforma de rodillo, que se mueve sobre un canalillo. Etzwane suelta el globo y, agarrándose a las cuerdas, es elevado y puede salir de Angwin Junction, mientras Finnerack le observa desde abajo con la boca abierta. El globo se dirige hacia el norte, impulsado por el viento, y finalmente cae en el prado del cantón de Trestevan. Etzwane huye a un bosque donde, durante algún tiempo, lleva una vida libre y salvaje. Roba alguna ropa en una granja cercana, pero es descubierto. Los encolerizados campesinos envían tras sus huellas a los ahulphs, los indígenas semiinteligentes de Durdane. Desesperado, Etzwane implora la ayuda de un caminante, un hombre alto, de cabello blanco y edad incierta. Este hombre, llamado Ifness, declara adustamente ser incapaz de ayudarle. Cuando los ahulphs están a punto de cazarle, Etzwane es finalmente rescatado por el músico Frolitz, quien le permite unirse a su compañía.

Más adelante, Frolitz lleva a su compañía a la antigua ciudad de cristal de Garwiy, en el cantón de Garwiy. Según se dice, el Anomo vive en uno de los palacios de los estetas, en Ushkadel, en la parte alta de la ciudad, y mantiene una agencia en la plaza de la Corporación, en la que se pueden entregar peticiones. Etzwane dirige al Anomo una petición, que le cuesta cinco florines, y en la que protesta por el duro castigo impuesto a su madre. El Anomo le comunica que, de acuerdo con las leyes del cantón de Bastern, su recurso consiste en pagar la libertad de su madre, que cuesta mil quinientos florines.

Pasan los años. En las zonas centrales de Shant, los roguskhoi salvajes antropomórficos de casi dos metros y medio de altura, se han convertido de pronto en una amenaza. Nadie conoce su origen, aunque se sospecha de Palasedra, el enemigo tradicional de Shant. Los roguskhoi sienten un insaciable deseo de placer, y toman a mujeres humanas de toda edad y condición, obligándolas a participar en frenéticos actos de copulación. El resultado de estos actos es algo antinatural. Al cabo de cuatro meses, las mujeres dan a luz a una docena de diablillos roguskhoi y a partir de entonces sólo pueden engendrar más camadas de roguskhoi. Inexplicablemente, el Anomo no hace nada contra los roguskhoi a pesar de que todo el mundo desea que se tome alguna medida.

En la ciudad de Brassei, Frolitz entrega a Etzwane (que ahora ya es un excelente músico) una bonificación que completa sus ahorros, hasta el punto de poder liberar a su madre. En una taberna, Etzwane se encuentra con Ifness, quien por casualidad, viaja también hacia el este; los dos navegan en esa dirección en el mismo globo. Cuando llegan a Carbado, en el cantón de Bastern, se encuentra con noticias horribles: los roguskhoi bajados desde el Hwan, han saqueado el cantón.

Etzwane e Ifness se apresuran a acudir a Bashon, donde sólo encuentran devastación. Los chilitas se han protegido amparándose en su templo, similar a una fortaleza; pero las mujeres han sido llevadas hacia las zonas de los salvajes.

A pesar de su actitud reservada, Ifness se siente interesado por los roguskhoi. Ayuda a Etzwane a envenenar dos barriles de vino, que cargan en un carro, iniciando la persecución. Una vez llegados al prado de Mirk, unos veinticinco kilómetros al sur de Bashon, descubren a los roguskhoi. Se está haciendo de noche y están acampando.

Etzwane e Ifness se dejan ver para que les persigan y después huyen abandonando el carro con el vino envenenado. Los roguskhoi beben el vino y, al descubrir que han sido envenenados, montan en cólera y asesinan a las mujeres capturadas, incluyendo a Eathre, la madre de Etzwane.

Etzwane e Ifness regresan a Garwiy, donde aquél dirige una petición al Anomo, pidiendo que se tomen medidas enérgicas contra los roguskhoi. La respuesta del Anomo es suave y casual; parece considerar a los roguskhoi como una simple molestia o poco más. Etzwane queda asombrado; ¿cómo puede el Anomo sostener un punto de vista tan evidentemente equivocado? Etzwane expresa su disentimiento en términos tan amargos y vehementes, que despierta el antagonismo del Anomo. Sin quererlo, Etzwane complica a Ifness en la situación. Ifness apenas si puede hablar de tanta exasperación como siente; ahora, ha quedado comprometido su anonimato. Revela a Etzwane que es miembro del Instituto Histórico de la Tierra, una organización que recoge información perteneciente a la historia de la humanidad, buscando en todas las partes del cosmos humano. Los miembros del Instituto no pueden alterar o influir a propósito en los acontecimientos de los mundos que estudian. Sin embargo, Ifness ya ha violado esta prohibición, por motivos que siguen siendo un misterio para Etzwane; Ifness parece una persona en la que se puede confiar.

Ifness sigue violando las reglas del Instituto. Con ayuda de Etzwane, emprende la tarea de descubrir la identidad del Anomo, pero sólo consigue descubrir nuevos misterios. Garstang, uno de los «benevolentes» del Anomo, se suicida sin ninguna razón aparente. Entre los dos, secuestran a otro benevolente, la hermosa Jurjin de Xhiallinen. La droga de la verdad utilizada por Ifness no provoca una corriente de información, sino un estado de coma casi inmediato. Ifness está estupefacto. ¿Por qué Garstang y Jurjin mantienen una conducta tan extraordinaria? Pero aún más desconcertante es la cuestión básica: ¿por qué el Anomo se niega a luchar contra los roguskhoi?

Etzwane e Ifness logran descubrir la identidad del Anomo: se trata de Sajarano, un esteta de la Casa de Sershan. Antes de que puedan aprovechar su conocimiento sucede algo que conmociona y desilusiona a Etzwane. La poco ortodoxa conducta de Ifness ha atraído la atención de sus superiores, que le obligan a abandonar Durdane. Etzwane se queda solo y enfrentado a toda una serie de responsabilidades desmoralizadoras.

Etzwane se encuentra, sin lugar a dudas, en plena desventaja. Conoce la identidad del Anomo. Ifness le ha enseñado una técnica para eliminar y desarmar los collares que subyugan al pueblo de Shant, colocándolo bajo el poder del Anomo. Por otra parte, está proscrito y es perseguido; su enemigo controla todo el poder de Shant y, mientras tanto, los roguskhoi atacan cada vez con mayor ferocidad.

En un pequeño café, Etzwane se encuentra por casualidad con Sajarano de Sershan, que, aparentemente, es un ciudadano ordinario de Garwiy. Etzwane utiliza una de las drogas coercitivas de Ifness y obliga a Sajarano a ir a la casa de campo de Ifness, donde Jurjin de Xhiallinen aún está en estado de coma. Activa el collar de Sajarano y, en consecuencia, Etzwane adquiere el poder de destruirle.

Ahora, Etzwane puede controlar a Sajarano, pero los problemas y los misterios siguen existiendo.

¿Por qué los roguskhoi atacan Shant? ¿De dónde proceden? ¿Son una raza natural o artificial? Si se trata de esto último, ¿quién les ha enviado contra Shant? Y si ha sido así, ¿con qué propósito? ¿Qué influencia obliga a Sajarano y a sus benevolentes a mantener una conducta tan derrotista? Etzwane no puede solucionar ninguna de estas cuestiones; ni Sajarano, ni Jurjin pueden o quieren proporcionarle ninguna información. Ahora, tiene un enorme poder sobre ellos, por lo que les permite que sigan su camino. El propio Etzwane regresa a la posada de Fontenay para decidir cómo utilizar su enorme y nuevo poder.