Desde tiempo inmemorial, el propósito de una marina de guerra ha sido influir, y a veces decidir, situaciones en tierra. Así lo hicieron, en la Antigüedad, los griegos y los romanos, que crearon una flota de combate para derrotar a Cartago; los españoles, cuya armada intentó y fracasó en la conquista de Inglaterra; y muy especialmente los aliados en el Atlántico y el Pacífico durante las dos guerras mundiales. El mar siempre ha proporcionado al hombre transporte a bajo coste y facilidad de comunicación a grandes distancias. También le ha permitido el ocultamiento, porque su ubicación debajo del horizonte significaba hallarse fuera de la vista y, en la práctica, más capacidad y apoyo a lo largo de toda la Historia, y quienes han fracasado en la prueba del poder marítimo (en particular Alejandro, Napoleón y Hitler) han fracasado también en la de perdurabilidad.

EDWARD L. BEACH, en Keepers of the Sea.